domingo, 4 de junio de 2023

Tesoros por descubrir del cerro de Santiago

Por: José Alonso Serrano Campos

Al igual que el cerro de San Nicolás, el de Santiago por su forma caprichosa, es una de las siluetas distintivas en el paisaje de los colotlenses, una colina que se eleva a los dos mil metros sobre el nivel del mar, que guarda en sus espacios: historias, leyendas y tesoros del pasado aún por encontrar, rescatar y dar a conocer, pero sobre todo valorar.

Fue hace dos años, con la familia subimos hasta la parte alta, varios lo hicimos por primera vez, por una ladera, un callejón, topar con una puerta de madera y seguir todo derecho hasta encontrar la cima, para nuestra sorpresa había vacas pastando plácidamente pues el espacio es bien utilizado por los vecinos y tienen ahí sus animales.

Llegamos a “la coronita”, el nombre real es “el baulito”, un centro ceremonial donde estaban los vigilantes prehispánicos, una piedra enorme y bancos de piedra alrededor, cuentan los pobladores que un día, hace no muchos años, encontraron que estaba todo destruido, levantaron la loza y perdieron los rasgos de aquel punto tan especial para los ancestros.

En la bajada del cerro andaban las personas que ahí vivían hace más de 500 años, los primitivos convivían su hogar (el cerro) con jaguares y venados, se dedicaban a la pesca en los cauces del río, algo disparatado actualmente pues ya no hay trazas de peces, recordemos que en Mesa de Flores hay vestigios incluso de mar, de hace millones de años, caracoles y otros fósiles que se pueden encontrar entre las rocas con cierta facilidad.

Trabajaba en presidencia allá por el año de 2005 cuando un buen amigo me mostró un mapa del cerro con algunas figuras simbólicas, le tomé foto y nunca más volví a ver ese espectacular lienzo plasmado en un cuero.

En la parte baja mostraba un jaguar, un puercoespín, una hoya y unos perros, las huellas de ellos dibujadas, era la representación del camino hacia arriba, los enceres domésticos que utilizaban en sus cuevas abajo del peñasco.

Sigue la bajada y hacían sus casas entre cuevas y un tipo tejaban, todo eso por la misma geografía se tapó y se destruyó, dejando escondidos enceres y demás utensilios de aquellos habitantes indígenas de la región.

Había mucha flora y fauna que lamentablemente se ha venido a menos por diferentes causas, una de ellas han sido los incendios, disfrutaban de liebres, conejos, topos y claramente alacranes.

Donde está la calavera se observa que va montada en una serpiente, representando la subida y la muerte. Ese espacio nos conduciría a el arroyo de la pila del muerto, debajo de la cruz hay una persona en forma fetal porque ahí está representado lo que era el panteón de aquellos ancestros.

Puntas de hachas documentadas en el sitio

En un tipo chiquihuite, llenaban de barro y los colocaban para ser enterrados. Quedaba todo puesto como en un montículo. “Si seguimos las huellas, te conectas con todos los lados” nos dice el dueño de este peculiar dibujo.

Fuimos precisamente a ese lugar, ahí se aprecia algo curioso, la tierra es distinta, quizá hicieron un cerro lleno de cráteres, hurgando a tan solo 30 centímetros había cabello, luego un cuerpo en esa forma; seguramente con el barro lo conservaban mucho, para respetar lo dejamos tal y como estaba.

Donde está la liebre y un tercio de leña, se representa la recolección con que subsistían entre águilas, magueyes y siguiendo las huellas a donde había agua llegaban a comerse las ranas enormes, todo eso está ahí en ese lugar como huellas del pasado que perdura, no solo en el recuerdo de los viejos, si no en las huellas que esperan a ser encontradas y documentadas.

Terminó aquella aventura por el cerro y bajamos entre mucha hoja de roble, un riquísimo olor a orégano (del mejor que hay en esta zona) e hicimos una pausa para cortar tunas de un enorme nopal, desgraciadamente con tanta quemazón se está acabando el mejor orégano y más vegetación.

Finalmente, cabe destacar que hay muchos minerales en beta, los españoles traían expertos en su búsqueda cuando la conquista, encontraron yacimientos que no les pareció importantes, aún así quedaron rastros de antiguas minas que no fueron explotadas, dejando constancia de la riqueza que tiene el cerro y zonas aledañas en cuestión de oro y plata, de lo que hablaremos próximamente.

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