lunes, 25 de enero de 2021

De Valladolid, España a Colotlán, México; un viaje de casi 500 años por el apellido Campos

 Ciertamente no sé cómo se comienza a contar una historia familiar pero trataré de hacerlo con una rama de mi apellido Campos, de un principio hasta el día de hoy; tomé una moneda y la suerte decidió, quizá sea más sabia que yo... quería ir del presente hacia atrás pero decidió que fuera siguiendo la línea del tiempo desde donde se comenzaron a vislumbrar los primeros españoles en el continente americano para llegar a este pequeño pueblo del Norte de Jalisco.

El viaje comienza en Valladolid, territorio de Castilla y León, España, en la madre patria, para concluir este escrito y continuar viviendo la historia actual en Colotlán, Jalisco, México; conocido durante la colonia española como la Frontera de San Luis de Colotlán  perteneciente al reino de la Nueva Galicia, frontera con la provincia de Los Zacatecas y posteriormente como el Octavo Cantón de Jalisco.


En este sentido, hablaré de los que trajeron el apellido "Campos", de origen castellano, tradicionalmente oriundo de Tierra de Campos, en las provincias de Valladolid, León y Palencia, deriva del vocablo latino "campus", que denota "llanura, terreno extenso fuera de poblado" y evoca a un "espacio de tierra limitado que se labra"; el empleo de "campus" en este sentido resulta de una innovación romance, común a todas las lenguas neolatinas, el campo.

Cabalguemos en la lectura histórica que nos llevará a la ciudad Castellana de Vallisoletanos ilustres, el poblado de Valladolid que fue elegida en 1489 para acoger el tribunal de Chancillería (órgano judicial con competencia en toda Castilla) y luego, en 1500, el de la Inquisición (institución dedicada a erradicar y juzgar las herejías a la Iglesia Católica).

Uno de los personajes ilustres de Valladolid fue Cristóbal Colón, que pasó ahí los últimos años de su vida hasta su muerte en el año 1506. Al conquistador le seguiría el literato español más famoso de todos los tiempos: Miguel de Cervantes. El célebre escritor se trasladó a la ciudad del Pisuerga para escribir sus novelas más reconocidas, entre ellas El Quijote, que se publicó por primera vez en Valladolid en el año 1604.

Pero eso solo nos sirva de contexto, lo importante en el tenor familiar tiene que ver con el nacimiento de Juan de Campos en 1540, si leyó usted bien… hace casi 500 años se tuvo registro de uno de los Campos que puso la vista en América y que actualmente su apellido lo comparten más de 400 mil personas tan solo en México, yo soy uno de ellos; seguramente no fue el único español de Campos que tocó suelo de la Nueva España, pero al menos es el que en línea genealógica directa me heredó el apellido.

La famosa Controversia de Valladolid (polémica sobre la naturaleza de los indios de América) tuvo lugar en 1550 y 1551, en el Colegio de San Gregorio. Hoy se considera como un debate pionero y una vital aportación en la construcción de los Derechos Humanos. De ese movimiento y otros más surgieron los primeros visitadores y frailes que pisaron tierras aztecas. En mayo y octubre de 1559, se celebraron Autos de fe famosos por su severidad y se dio origen al establecimiento de los frailes de la orden del Carmen descalzo en el México colonia.

Allá en Valladolid, Juan de Campos y Leonor Ramírez de Salazar, ella nacida en 1543, ambos católicos y cristianos, unieron sus vidas en matrimonio en 1580, dentro de la Capilla de Santiago Apóstol, edificio de aspecto humilde terminado en el año 1500, ubicado en pleno centro de Valladolid, frente a un fantástico retablo barroco en el Altar Mayor y el precioso Cristo de las Mercedes que procesiona su cofradía de las Siete Palabras en Semana Santa.

En 1585 nace su hijo Juan de Campos y de Ramírez, cabe hacer mención que en mi indagación familiar me llamó la atención la preposición “de” antes del apellido, los que saben afirman que se usaba para determinar el origen de la persona en las familias, no tanto de posesión, quizá de pertenencia, ejemplo parecido se usaba con las esposas al casarse, se les cambiaba el apellido materno y se sumaba el “de” más el apellido de su esposo, esto aplicaba también en los apellidos de los hijos como una especie de reconocimiento familiar, eso explica entonces porqué el “de Campos” en aquellos tiempos.

Este hijo Campos fue el primero en figurar en México, concretamente en la capital de la Nueva España, cercano a los frailes de la orden del Carmen, en esta bella ciudad capital creció, se casó en 1608 con Úrsula Hernández (nacida en 1590), ambos todavía se dicen españoles en su fe de matrimonio (tengo mis dudas, pues en el sigo XIX también se les ponía "españoles" siendo criollos, aunque no descarto que hayan nacido todavía estando sus padres en España).

En su juventud, Úrsula Hernández era ayudante del canónigo Diego de Ramírez, Visitador de la Nueva Galicia. También su esposo Juan de Campos, trabajaba con el Capitán Ramírez, hermano del canónigo, ambos salieron de la ciudad de México y radicaron en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México, recién fundada y establecida la Nueva Galicia.

En la hoy conocida Perla Tapatía, tuvieron a su hija Juana Melchora de Campos Hernández, el 10 de enero de 1610, aquí se versa el apellido y trataré de darme a entender: Melchora conoció a Juan Lazo de la Vega, un burgués originario de la ciudad de México y avecindado en Guadalajara, nacido en 1605, poco refinado y analfabeto, de cuyo enlace tuvieron tres hijos: Juan en 1646, María en 1647 y Juana en 1649 de apellido Lazo de Campos, pero el primogénito no usó el apellido paterno, nació en Guadalajara el 28 de Junio de 1646 y dejó atrás su primer apellido, dedicado al comercio viajó y se casó en Tlaltenango, Zacatecas el 11 de agosto de 1669 con Isabel Fernández de Llamas y Rodríguez (1646 - 1693) con el nombre a secas de Juan de Campos, ambos tuvieron cuatro hijos, él murió en 1711 en Tlaltenango, dejando las primeras raíces de su apellido materno como primer apellido en esta región del norte de Jalisco y sur de Zacatecas.

Uno de sus hijos fue Juan de Campos y Fernández de Llamas, nació en la misma ciudad de Tlaltenango en 1676, se casó el 22 de junio de 1711 en la Parroquia de Guadalupe de Tlaltenango con Antonia Soto y Almeida Salazar, nacida en 1688, ambos tuvieron 10 hijos, él murió el 28 de febrero de 1741.

Uno de sus 10 hijos fue Juan Manuel Campos Soto, nacido el 5 de junio de 1715 y que se despidió de los suyos en 1779, casado con María Antonia de Luna Magallanes el 17 de febrero de 1744 también en Tlaltenango y tuvieron tres hijos, uno de ellos fue Antonio Casimiro de Campos de Luna, nacido el 13 de marzo de 1745.

Antonio Casimiro contrajo matrimonio el 5 de marzo de 1764 en la Parroquia de Tepechitlán, Zacatecas con Eufrasia Castañeda de la Torre, ella nacida en 1746, ambos tuvieron la cantidad de once hijos. Don Antonio Casimiro de Campos murió en 1805 en esa misma población, dejando a sus hijos en la víspera de la independencia nacional.

Su hijo Joseph Manuel Irineo de Campos Castañeda, nacido el 28 de junio de 1781 contrajo matrimonio  en la Iglesia de Santo Tomás en Momax, Zacatecas el 1 de diciembre de 1798 con Rita Cornejo Raygoza (1777-1809), vivieron en el rancho Coculiten, en los límites geográficos de Momax y Colotlán, luego aparece el registro de sus hijos avecindados para entonces en el rancho de Los Vela, municipio de Momax. Manuel Irineo fue capitán de frontera de San Luis de Colotlán y participó en la Junta en Jerez con Marcos Escobedo para ser parte de la insurgencia de 1810, don Manuel murió en el año de 1856.

Dejó seis hijos, dos mujeres y cuatro hombres, uno de ellos fue José Ignacio Rudecindo Campos Cornejo, nacido en el mencionado rancho en el año de 1800 y de quien se le caracterizó por tener una vida muy fértil por los rumbos de Momax, Zacatecas, tuvo 13 hijos con su primera esposa de nombre Josefa González Moreno entre 1818 y 1841, luego 10 hijos más con su segunda esposa llamada Ramona de la Merced Álvarez de Herrera entre 1847 y 1858.

De su primera esposa en 1841 nació el segundo hijo Campos de la familia, que se avecindó en Colotlán, Jalisco, llevaba por nombre Juan de la Cruz Campos González, nació el 26 de noviembre de 1841 y fue bautizado a los pocos días en la Parroquia de San Luis de Colotlán. En esta misma iglesia se casó años después con María Merced Muro Carrillo, de ambos nació mi bisabuelo Valeriano Campos Muro el 23 de agosto de 1879.

Valeriano se casó con María Faustina Pérez Alejo el 3 de agosto de 1904 , tuvo 6 hijos, el más pequeño fue mi abuelo Juan José Campos Pérez, nacido en 1925, este se casó con mi abuela Clementina Gálvez del Real, tuvieron 14 hijos, uno fue mi señora madre, Leticia Campos Gálvez en 1956, ella se casó con mi papá José Serrano Mayorga, de quienes yo nací en 1981, llevando con orgullo el apellido de aquel Juan de Campos de Valladolid, de la Madre Patria, de 1540, casi 500 años; 13 generaciones aquí contadas.

 José Alonso Serrano Campos

viernes, 15 de enero de 2021

Domingo Mayorga, mi bisabuelo jornalero

Domingo Mayorga Palafox fue uno de mis bisabuelos paternos, papá de mi abuela Elena Mayorga Landeros y también abuelo de mi señor padre José Serrano Mayorga, nació en el rancho de El Fraile, municipio de Santa María de los Ángeles, Jalisco a las nueve de la noche del día 4 de agosto de 1894.

Hijo de José Espiridión Mayorga Serrano, de oficio labrador e Higinia Palafox Pérez, originales de la misma comunidad donde ahora pasa la carretera federal 23, justo en los límites del municipio de Santa María de los Ángeles y comienza el de Huejúcar, Jalisco, ellos se casaron el día 30 de noviembre de 1872.

Espiridión (mi tatarabuelo) nació en 1837 y fue bautizado el 15 de diciembre de 1840 en Huejucar, él tuvo dos hermanos: José Pablo de la Trinidad, nacido en 1839 y José Florencio en 1846. Mi tatarabuela Higinia Palafox era del año 1857. También existe el registro de los abuelos paternos de mi bisabuelo Domingo, su abuelo se llamó José Atilano Mayorga, nacido en 1812 y su abuela Ma Gerónima Serrano, nacida en 1817, ambos se casaron el 26 de enero de 1836 en Santa María de los Ángeles, Jalisco. Sus abuelos maternos eran Ildefonso Palafox y Juana Pérez.

La familia de mi bisabuelo era muy numerosa, existe el registro de muchos hermanos Mayorga Palafox, los menciono junto con su año de nacimiento y me excuso si me falta alguno, los registros fueron muy dispersos: J Sabas (1873), Justa (1874), María Cruz (1876),  José Sabas (1877), Petra (1878), Procopio (1880), Josefa (1882), María de la Cruz (1884), María Filomena (1885), Ma Gertrudis (1886), Pablo (1888), María Domitila (1890), Sabas (1891), Casimiro (1893), Domingo (1894), Emeterio (1896), Celedonio (1897). También aparece un medio hermano, Don Espiridión tuvo un primer matrimonio en 1866 con Luisa Herrera del municipio de Huejucar y tuvieron a su primogénito Margarito (1867).

Es muy difícil determinar la cantidad de hijos, dado que ya no hay personas vivas que conocieron a toda la familia, los registros están repartidos entre el registro civil de Huejucar y el de Santa María de los Ángeles pero dejaron algunas evidencias como que el hermano Procopio falleció de viruela a los 4 años de vida, Josefa a tan solo un año de fiebre, Celedonio murió por herida de arma de fuego el 17 de marzo de 1918 a los 21 años de edad en el mismo Rancho de El Fraile, no se especificaron los motivos de esa herida mortal en su acta de defunción.

Uno de sus hermanos, Casimiro, vivió en Colotlán, tuvo varios hijos, se recuerda a Victorina Mayorga y su hermana María Luisa Mayorga Espinoza, algunos hijos y nietos todavía viven en esta ciudad, de esos parientes que las nuevas generaciones no relacionamos, muchas veces porque se pierde el apellido con el apellido materno pero que los genes siguen ahí.

Don Domingo Mayorga vivía su juventud en Huejucar, era de buen ver, de buena familia y de dinero; ahí se casó con mi bisabuela Felipa Landeros Berumen el 12 de mayo de 1923; la historia de su casamiento fue así: él avecindado en Huejucar y ella en el rancho San José Galileo, hoy llamado San José de los Márquez donde creció, tuvieron una intermediaria, una prima de mi bisabuela que los quería presentar y estuvo mensajeándolos.

Mi bisabuela ante el interés de mi bisabuelo, le mandó decir que aceptaba casarse si le compraba un caballo blanco, ande que Domingo dijo que sí y lo malo fue que el caballo blanco nunca llegó en 59 años que estuvieron juntos hasta que la muerte los separó, decía mi bisabuela que conoció a su esposo el día que se casaron, él a sus 29 años de edad y ella de 21, incluso contó que le conoció el color de los ojos a su marido el día que se le murió, así eran aquellos tiempos.

La vida continuaba después de la boda, había que sentar cabeza y echar raíces, el 4 de octubre de 1928, nació mi abuela Elena Mayorga Landeros, en la casa número 19 de la calle Zaragoza de Colotlán, para ese entonces Domingo tenía 33 años y Felipa 25, fue su primera hija; en 1934 tuvieron a su segundo hijo, de nombre José de Jesús, quien también hizo vida y formó una familia en Colotlán. 

Dedicados a trabajar en el campo, el tiempo transcurría lento en su rancho Jaltomate, ubicado en los límites geográficos de Colotlán y los municipios de Santa María de los Ángeles y Monte Escobedo, Domingo con su familia sembraba y cosechaba para comer, cuidaban de animales y tenían la oportunidad de vender productos en el pueblo, hechos por ellos mismos, el queso era una delicia, me consta porque llegué a probarlo de niño, cuando ya vivía mi bisabuela en Colotlán. 

Yo llegué a visitar las tapias de ese rancho, recuerdo paredes altas de adobe, la cocina todavía tenía olor de la chimenea y no lo vi pero me contaron que entre dos habitaciones había una pared hueca, donde en tiempos de la "cristiada" (por ahí de 1925 a 1929) llegaban los federales y les robaban cuanto podían, la familia escondía en ese muro lo que fuera, ropa, comida y cosas de valor para evitar que los dejaran sin nada, cuentan que hasta personas podían esconderse, si alguien caminaba de una habitación a otra, no se percataba que ahí, en medio, había algo escondido.

En un censo de población levantado en el año de 1930, se lee que Domingo era jornalero y vivía con mi bisabuela Felipa en el rancho mencionado, también aparecen en el censo su madre, su hija (mi abuela) y otro familiar, quizá un sobrino de nombre Hilario, recuerdo la plática de mis tíos (sus nietos) que allá los visitaban desde Colotlán cuando estaban chicos, agarraban camino saliendo por Soyatitlán, cruzaban los ranchos de la Cofradía y Sauz Tostado para llegar al rancho luego de varias horas de andar a caballo, a nosotros los bisnietos ya no nos tocó.

El señor Manuel Serrano del rancho Sauz Tostado, me platicaba que de niño veía pasar a mis bisabuelos, cada 15 días, a caballo y jalando a más animales cargados de canastos, rumbo al pueblo de Colotlán, para cumplir con los encargos de queso que dejaban en varias tiendas, escoltados por dos perros; decía que se le hacían enormes esos canes, que ya de por sí eran de raza grande pero él chiquillo, los veía como si fueran a comérselo y mejor se escondía.

Para la gente de aquel tiempo, el trabajo del campo siempre fue muy duro, Domingo era su propio jefe, tenía en propiedad su rancho y sus tierras, no tuvo necesidad de depender de un patrón, brindó lo necesario a su esposa y a sus dos hijos, aunque tuvo también sus vicios: el cigarro y el alcohol.

Don Domingo usaba un pantalón de pechera y sombrero, entre sus prendas sacaba hojas de tabaco molido y hojas delgadas de papel, él mismo envolvía y alistaba su cigarrillo para fumarlo y ya en tiempos mas "modernos" fue cliente de los cigarros Faros y de la cantina de Ubaldo Macías, su vecino en el pueblo.

Domingo Mayorga partió de este mundo a las 23:15 horas del 17 de agosto de 1982 a los 88 años de edad, la causa de su muerte: Cirrosis hepática por etilismo crónico. Al año siguiente, en 1983 falleció también su hijo José de Jesús, los restos de ambos descansan juntos en el panteón de San Luis, hoy llamado Panteón de Guadalupe en Colotlán.

A mi bisabuelo le sobrevivieron su esposa y su hija, la primera murió a los 99 años de edad (a poquitos meses de cumplir el centenar) en casa de mi abuela, dormida, tranquila, sin dar molestia a nadie, pocas veces usó bastón y tenía el sentido del oído perfectamente conservado, de salud envidiable, fuerte, seguramente porque trabajó toda su vida; mi abuela (Manena, como gustaba que le dijéramos sus nietos), fue la última de mis abuelos en dejar este mundo, ella falleció el 14 de abril de 2011.

jueves, 14 de enero de 2021

Valeriano Campos, mi bisabuelo herrero



Todavía no hace muchos años, la gente de antes iba con el herrero y encontraba lo necesario para trabajar, como azadones, talaches, cuchillos, herraduras para sus animales y muchas más cosas, donde también se le daba su buen mantenimiento a cada instrumento de trabajo, hoy vamos a la ferretería por herramientas “modernas” y solucionamos el problema, antes no era así de sencillo.

Anteriormente, poner las herraduras a los caballos era como hoy hacerle sus “cariñitos” a los automóviles, de llevarlos a su afinación, su cambio de llantas, qué se yo; de eso era famoso el barrio de “La Gota de Agua” pero el cariño era para los caballos como medio de transporte de aquel tiempo; en la esquina de la Juárez y Nicolás Bravo de Colotlán, Jalisco se ponía la familia Campos a cambiar de “zapatos” a los equinos.

Fue una tradición que todavía hoy se recuerda en la tienda de la esquina, del golpeteo del marro con el yunque, queriendo poner en su punto algún metal forjado, en la única fragua que aún queda en el barrio, casi enfrente de la misma tienda, donde algún bisnieto de don Valeriano Campos prende el fuego y hace arte con los fierros.

Valeriano Campos Muro fue mi bisabuelo materno, padre de mi abuelo Juan Campos Pérez, que siguió su oficio y abuelo de mi señora madre Leticia Campos Gálvez junto a sus hermanos, algunos de ellos  adquirieron el gusto por trabajar con sus manos alguna artesanía y otros pocos también siguieron la tradición del oficio familiar, como el tío Filiberto (que en paz descanse) hacía las mejores y más solicitadas herraduras (modestia aparte), se daba su tiempo para abastecer tantos pedidos.

A finales del siglo XVIII (1700 y tantos) llegó a Colotlán Manuel de Campos y su señora esposa Rita Cornejo, bisabuelos de mi bisabuelo, tuvieron un hijo llamado Ignacio Campos Cornejo, que se casó con Josefa González Moreno y ambos tuvieron al papá de mi bisabuelo.

En una nueva familia 100% Colotlense, Juan de la Cruz Campos González (hijo de Ignacio y Josefa) nacido en 1850, contrajo nupcias con María Merced Muro Carrillo; de esta estirpe surgió mi bisabuelo Valeriano Campos Muro, bautizado en la parroquia de Colotlán el 12 de septiembre de 1879 a 20 días de haber nacido.

Al paso de los años, Valeriano formó su propia familia con María Faustina Pérez Alejo, muy puntual a las nueve de la mañana del día 3 de agosto de 1904 en la casa 67 de la calle San Nicolás (hoy Nicolás Bravo) él de 25 años, herrero y católico, ella de 22 años y también vecina de este pueblo, se casaron.

Hay registro de un censo levantado en el año de 1930, donde aparecen los nombres de la familia de mi bisabuelo, su esposa y sus hijos, mi abuelo José Juan era el más pequeño, nació en 1925 y tenía tan solo 5 años de edad.

Don Valeriano no solo era famoso por su fragua, tenía trabajando a sus hijos y daba trabajo a más personas; a la gente le gustaba ir a platicar con él, además de ocurrente y “mal hablado”, se le adjudican varias historias que hacen grato el recordarlo, incluso hay una anécdota plasmada en un libro de historias colotlenses que dice:


Dos amigos tenían una discusión respecto a la cantidad de costillas que tenían los animales en comparación con los humanos, uno decía que tenían más y otro que tenían la misma cantidad, para salir de dudas fueron a con Don Valeriano, pues sabían que tenía una yegua tan flaca que podían contarle fácilmente sus costillas; ellos muy correctos llegaron a la fragua y también de buena forma saludaron a los ahí presentes: “Hola Don Valeriano, oiga, fíjese que aquí venimos a darle una molestia, a ver sí nos deja contarle las costillas a su caballo”. Casi sin dejarlos terminar de hablar y explicar sus motivos, les contestó molesto con marro en mano: “Vayan y cuéntenselas a su chingada madre, hijos de quien sabe qué…”. Ambos hombres se fueron muy tristes sin lograr su cometido.

Otra historia muy recordada en la familia fue cuando en sus quehaceres Don Valeriano le pidió a su esposa Faustina una herramienta que estaba colgada en la pared, lejos de donde él estaba y quería que se la alcanzara para poder continuar con su labor sin soltar lo que estaba haciendo, Faustina se apresuró hacia las herramientas pero al no ubicarla, le dijo a su marido que no sabía cuál era, poco entraba a la fragua y menos conocía el nombre de las herramientas; Valeriano le exclamó con sus respectivas malas palabras: “Has de ser de Francia...” (por no conocer el nombre de las cosas que usaban en la fragua); claro, suena más chistoso cuando lo platican los que saben.

Faustina Pérez de Campos (mi bisabuela y “con su nombre de casada” como se usaba en aquel tiempo al sumar el apellido de su esposo) murió el día 26 de septiembre de 1963 a las 21 horas en la casa número 59 de la calle Nicolás Bravo, a consecuencia de senilidad, sin profesión pero dedicada a la gobernanza del hogar (que es mucho más al decir de una profesión en el seno familiar), dejó este mundo a los 78 años de edad.

Siendo las 7:30 de la mañana del día 27 de febrero de 1965 también falleció Don Valeriano Campos, en la misma casa, a consecuencia de paro cardiaco, producto de hipertensión arterial y enfisema pulmonar que agravaron su salud, a los 84 años de vida, dejando unos hijos por demás trabajadores, que hicieron también sus propias familias y que siempre esas pequeñas ramitas de los de apellido Campos lo recuerdan.

miércoles, 13 de enero de 2021

José Serrano, mi bisabuelo Presidente


Dicen que las historias las cuentan los ganadores, que es según como la escribe el que la vivió y no refleja toda la realidad, eso es entendible, lo que no se entiende es que se deje de escribir y no se rememore la grandeza del pasado que nos permite estar en el presente, voltear hacia el futuro aprendiendo de los errores y los aciertos de los que ya vivieron.

En mis indagaciones por los registros antiguos de Colotlán, doy también con los archivos del municipio de Monte Escobedo, Zacatecas cuya vecindad con esta municipalidad se entendía hace muchos años por sus veredas y caminos de herradura, sus callejones y no por su distancia en la vía asfaltada que obligatoriamente nos hace pasar por Santa María de los Ángeles y Huejúcar.

Ambos municipios eran como un solo territorio, propietarios en común, gente que iba y venía por sus ranchos, animales deambulando libremente de un lugar a otro y no se diga del intercambio comercial que eso representaba, había muchas personas, dispersas por los ranchos o que pasaban de un pueblo a otro.

En ese ir y venir toca recordar a mi bisabuelo paterno, José Serrano Márquez, cuyo recuerdo quedaba guardado en la memoria de mi difunto abuelo, pero que igual poco supo de él pues lo perdió cuando estaba niño, tanto nietos como bisnietos menos sabíamos de él.

Iglesia Villa Insurgentes, Sombrerete
Don José Serrano Márquez fue presidente Municipal de Monte Escobedo, Zacatecas hace 100 años, exactamente del 1 de enero de 1920 al último día de diciembre de 1921, dos años completos de administrar los quehaceres municipales de aquel entonces, donde la seguridad, las obras y en general los servicios no eran tan demandantes como lo son ahora, pero la responsabilidad y el cargo eran igual de relevantes; más si en aquel entonces la gente sabía leer y escribir, tenía más posibilidades de asumir  el cargo.

Este bisabuelo nació el 8 de junio de 1892 en un pequeño rancho llamado San José de Calabazal, municipio de Sombrerete, Zacatecas; en los límites con el estado de Durango, fue bautizado en la iglesia parroquial de Sombrerete una semana después.

Sus padres (y por tanto mis tatarabuelos) fueron Pedro Serrano Castañeda y Tomasa Márquez Sánchez, sus abuelos paternos: Anastacio Serrano Serrano y Simona Castañeda del Calabazal, hoy llamado Villa Insurgentes, municipio de Sombrerete, Zacatecas. Abuelos maternos: José Marcial Márquez López y María Hilaria Sánchez Sánchez, originales de Huejuquillita, municipio de Monte Escobedo, Zacatecas.

Los abuelos Anastacio (con c en todos sus registros) y Simona, tuvieron la módica cantidad de 12 hijos, entre ellos a Pedro (mi tatarabuelo) que vivió de 1858 a 1911, este a la edad de 33 años y de oficio labrador, siendo las seis de la tarde del día 3 de junio de 1891 se casó con Tomasa Márquez de 31 años, al año siguiente nació mi bisabuelo José.

En el Calabazal murió Don Pedro Serrano (papá de mi bisabuelo) a la edad de 50 años y para ese entonces de oficio comerciante (en la familia se tiene el dato que fue zapatero por ese tiempo), el 10 de mayo de 1911 a las 10:30 de la mañana a consecuencia de herida producida por arma de fuego, dejando viuda a Tomasa de 48 años de edad y dedicada al cargo del gobierno de la familia, así como huérfano de padre a mi bisabuelo, los restos fueron depositados en el Panteón del Refugio y se asentó el acta según lo dispuso en el Juzgado de Letras en su oficio de misma fecha que indicaba respecto a los hechos que Pedro Serrano fue asesinado por el soldado Pedro García.

José Serrano, su madre Tomasa y su tío
José y su madre se fueron de Sombrerete a Monte Escobedo, las razones no eran claras pero se entienden pues ella era "del Monte” (como se le dice también a este municipio), no pasaron muchos años hasta que José se casó a sus 28 años de edad con mi bisabuela Domitila de la Torre Márquez, ella de 20 años, el día 20 de diciembre de 1919. Ella era de Huejuquilla y avecindada en la Cienega, hija de Antonio de la Torre Felix y doña Juana Márquez de la Torre, sus abuelos paternos eran Ramón de la Torre y Ma Refugio Felix, por el lado materno: Luis Márquez y Juliana de la Torre.

A los pocos días, José inició su mandato como Presidente Municipal y creció la familia, nació su primer hijo, mi abuelo Cándido, el día 1 de diciembre de 1920 a las 8 de la mañana en casa de sus padres, ubicada en la calle Heroico Colegio Militar, una pequeña casa a unos pasos de lo que hoy es el Restaurant El Zarape. Su segundo hijo, Tereso, nació en el mismo lugar el 15 de octubre de 1922.

Don José Serrano Márquez terminó su encomienda de alcalde a finales de 1921; cuatro años después, Alfredo Márquez, primo hermano de José, declaró ante las autoridades que en el rancho Huejuquillita, el día 4 de abril de 1925 a las 18 horas del día y a consecuencia de herida con arma de fuego, falleció José Serrano a los 33 años de edad.

El cronista de Monte Escobedo, Luis Alfonso Barragán Robles, narra el hecho de la siguiente manera: “murió en un juego de beisbol a manos de su cuñado Rosendo de la Torre, pues se presume no llevaban una buena relación a causa del matrimonio de José Serrano con la hermana del señor Rosendo de la Torre. Al estar en dicho juego por accidente le dieron un pelotazo a Don Rosendo de la Torre que pasaba por ahí a caballo, y por lo cual, sacó su pistola y de un balazo terminó con la vida del ex presidente municipal”.

Como dato curioso, tanto mi bisabuelo como su padre murieron por herida de arma de fuego, en el caso de mi bisabuela ella murió hasta 1983 en Monte Escobedo, su hijo Tereso tuvo doce hijos y murió el 4 de enero de 1996 en Zacatecas.

Mi abuelo tuvo cinco hijos, mantuvo cercanía con su madre y con su lugar natal; vivió en Zacatecas, en Fresnillo y finalmente dejó apuntalada a su familia en Colotlán como destacado Gerente de la empresa Coca-Cola, unos años de comerciante en una refresquería, en una tiendita y  manejando su taxi, sin dejar de visitar su rancho de Huejuquillita, hasta que murió el 11 de febrero del año 2005.



martes, 12 de enero de 2021

José Gálvez, mi bisabuelo zapatero



A principios de este año 2021 encontré unos libros del registro civil donde vienen datos de cientos de colotlenses que vivieron entre los años 1800 y 2000, se me vino a la mente buscar a los parientes de mis padres, de quienes se había perdido el dato o no se conocía nada de ellos.

El más desconocido e interesante resultó ser uno de mis bisabuelos maternos, el padre de mi señora abuela materna; mencionaré nombres para irlos recordando: mi mamá es Leticia Campos Gálvez, mi abuela fue Clementina Gálvez del Real y su papá (mi bisabuelo) se llamó José Jovito Gálvez Pérez, de quien aquí escribiré.

José Jovito nació en 1882 (100 años antes que yo) pero desapareció de la memoria de la familia porque murió a los 49 años de edad en 1931, dejando una familia muy joven conformada por su mujer y sus hijos, entre sus descendientes está mi abuela, la más chica.

Mi bisabuela, doña Cipriana del Real Cornejo, quedó a cargo de la familia, sacó a todos adelante, murió 50 años después en 1981, a quien se le pudo recordar más por estar con sus hijos, incluso tuvo la oportunidad de estar cerca de muchos nietos.

Ambos eran originarios y radicaban en Colotlán, Jalisco, vivían por la calle Centenario, justo en la casa a un lado del Colegio “Jalisco”, cuya propiedad aún pertenece a la familia del tío Sergio Campos Gálvez, su esposa y sus hijos.

A mi bisabuelo se le conocía nada más como: José, dejó legado a sus hijos, nietos y bisnietos el gusto por lo artesanal y manejar las pieles curtidas pues su oficio era zapatero, mientras que su mujer a veces vendía productos hechos por ella misma en el mercado; la gente la procuraba nada más para que les “mentara de cosas” porque así hablaba, con groserías que no se le escuchaban mal, a la gente le agradaba su forma de ser, chaparrita y muy blanca.

Indagando en los registros, aparece el nombre de los padres de José en su acta de nacimiento fechada el 25 de mayo de 1882, fueron Atilano Gálvez Rodríguez y María Pérez Raigoza, ambos vecinos del rancho de San Antonio de Buenavista, cerca de los límites municipales con el estado de Zacatecas; la fecha de su nacimiento fue el 19 de mayo de 1882.

Si bien se llevaban unos 16 años de diferencia, a José y Cipriana se les identificó como pareja en el pueblo, pero José a los 23 años ya se había casado con María Rosa de Ávila, ella todavía menor de edad, originaria de la famosa Hacienda del Epazote, el 17 de febrero de 1904 se unieron legalmente, pero ella murió al año siguiente, a los 18 años de edad y alcanzaron a tener una hija poco antes de morir.

La hija de José y María Rosa se llamó María Clemencia Gálvez de Ávila, nació el 23 de noviembre de 1904; aparece con otro nombre cuando se casó en 1922 con José González García, vecino de la comunidad de Mesa de Flores, municipio de Colotlán. Se registró como María Clementina Gálvez de Ávila, en vez de Clemencia, también en su acta de defunción dice Clementina.

su hijo nació el 23 de enero de 1924 (quizá el primer nieto de José Gálvez), ella al dar a luz presentó una hemorragia vaginal que quedó asentada como la causa de su muerte el mismo día en dicha comunidad de donde era su marido, sin asistencia médica o de su madre, el pequeño niño murió dos meses y quince días después, el 8 de abril de 1924; José González perdió a su esposa y a su hijo en corto tiempo, fue así que se perdió también la rama genealógica de José y su primera esposa.

 De José (viudo) y Cipriana, no se tuvo registro de matrimonio en los libros del Registro Civil, pero aparecen juntos en las actas donde nacieron sus hijos:

En 1915 tuvieron a María Nicolasa, en el acta dice que fue su segunda hija, aún no encuentro acta de quien fue la primera o quizá se trató de la hija del primer matrimonio, no lo se aún.

En 1916 murió de 5 meses Manuel de Jesús, a él no lo contaron. Para 1917 vuelven a poner "segundo hijo" quizá porque ya habían muerto los anteriores. El cuarto hijo(a) tampoco lo he encontrado, tuvo que ser en 1920, dado que el tercero fue Juan Francisco en 1919 y el quinto Rosendo en 1921.

De consuelo (sexta) encontré su acta de nacimiento, nació el 17 de noviembre de 1922. De Luis Alfonso dice su acta que es el noveno (contando a los difuntos serían 12). Tampoco tengo el acta de nacimiento de Ignacio, por su acta de defunción saqué la cuenta que era de 1930.

Les sobrevivieron: José María, Francisco, Rosendo, Ignacio, José, Consuelo y Clementina.

Consuelo Gálvez, murió muy joven en casa de sus padres, en 1943 a los 18 años de edad, enferma de Paludismo, sus hijos varones hicieron vida fuera de Colotlán, por el rumbo de Villanueva, Zacatecas y principalmente en Guadalajara, Jalisco; solamente Clementina permaneció en Colotlán, formó su propia familia con Juan José Campos (mi abuelo) y 14 hijos: 7 hombres y 7 mujeres.

Don José Gálvez murió aquel lejano 27 de marzo de 1931 víctima de Tuberculosis, en su casa, con los suyos, en una familia muy unida y cuyo legado queda grabado en el apellido de más de un centenar de bisnietos Gálvez.

domingo, 10 de enero de 2021

La primera publicación

 Muchos años queriendo hacer este blog... al fin me animé, con muchos recuerdos y lo que falte por escribir.

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