sábado, 24 de septiembre de 2022

Los Murales de Colotlán

El mural de la parroquia de San Luis Obispo

Dentro de la parroquia de San Luis Obispo se encuentra el mural a espaldas del altar mayor. La pintura recrea el suceso de la expulsión del paraíso de Adán y Eva, entre los protagonistas del cuadro se encuentran Yavé, un arcángel, tronos, potestades, la víbora (el diablo) Adán y Eva, el árbol del bien y del mal.


Los murales de la Presidencia Municipal



“La Conquista” del año 1980 por el maestro Bramasco  y “Yo Colotlán” del año 1997 por el artista colotlense Ricardo Urista Alvarado.


Los murales de Casa Hidalgo

Cuando era la Preparatoria Regional de Colotlán de la U. de G.


"Praxis" y "Xolotl-Quetzalcoatl" simbolizan el inicio de la educación en las antiguas civilizaciones grecoromanas y prehispánicas. Con la guía del maestro Ricardo Urista, un grupo de alumnos de la Preparatoria en 1998 realizaron estos murales en el pasillo que comunica el patio principal y la cancha en el edificio central de lo que hoy es Casa Hidalgo.


El mural de la Escuela Normal Experimental de Colotlán


El 23 de septiembre de 2010 en el marco de los 33 años de fundada esta escuela, se inauguró el mural de la Escuela Normal, hecho por el pintor, muralista y poeta Martín de la Torre Vega, conocido como Martorrev. La obra se titula “ENECO, generador de evoluciones”. 


Murales en pita y piel

Lienzos del Maestro Tabartero Mario Montoya de la Rosa



Con base en el “Caballero Águila” de Jesús Helguera, añade su toque personal e imprime en cuero y pita representaciones de las raíces de los mexicanos.

Elementos distintivos de Colotlán como la charrería, el escudo, la iglesia, los portales y el busto de Victoriano Huerta.



Los murales de Red de Arte Urbano


"Ter+kayepa" (Colotlán en wixárika) realizado en la Secundaria Foránea número 13, por José Luis Torres “Frase” en marzo de 2022.


 "Reverencia" realizado en la barda perimetral de la Secundaria Foránea 13, por Alejandro Moreno en mayo de 2022.

"Mi bello artesano" de la autoría de Jaime Mares  y David Espinoza, se ubica en la barda de la esquina de las calles Zaragoza e Hidalgo.


"Colotlán es mujer" de Catalina Rivera  mide 4.80 m x 5.50 m y se encuentra sobre la calle Independencia, entre las calles Paseo y Centenario, se inauguró el 18 de mayo de 2022.




"Ritos y tradiciones" de Omar Alejandro Nuñez Padilla "Krater" se bendijo el 10 de septiembre de 2022. Se ubica en el muro de la esquina de Josefa Ortíz e Hidalgo.


Crédito: a todos los artistas y fotógrafos que han facilitado su trabajo. Muchas Gracias.

domingo, 11 de septiembre de 2022

EL SEÑOR DE LOS RAYOS – TRADICIONES MEXICANAS

EL SEÑOR DE LOS RAYOS

Centro de Peregrinaje en Temastián, Jalisco

No importa la hora ni el día de la semana. A lo lejos se oye el rumor de un autobús. Los comerciantes, tanto establecidos como ambulantes, se preparan a tener buenas ventas.

Cuando el camión finalmente se estaciona, las personas bajan sin prisas y esperan. Al momento que el último pasajero baja, todos se organizan y empiezan su procesión a una hora predeterminada por ellos mismos. El desfile comienza con el estandarte al frente. Los feligreses, los músicos y el resto de los participantes, entre cánticos, oraciones y paso lento, se dirigen a la iglesia.  Al cruzar el umbral del atrio se observa un poco de desorden: unos siguiendo a pie, con reverencia, mientras que otros continúan su marcha de rodillas, hasta llegar al altar.

Adentro de la iglesia los rezos y cánticos se escuchan como un murmullo unificado, aunque es individual y a ritmo propio, que puede extenderse por horas y sólo ser interrumpido por el tañer de las campanas o la misa que da inicio.

Así se llega a Temastián, un rincón del extremo noreste de Jalisco, en el municipio de Totatiche; lugar de peregrinaje donde se venera al Señor de los Rayos. Hay otros peregrinos que prefieren venir en automóvil para una rápida visita, mientras no pocos tardan hasta tres o más días en su travesía a pie desde lugares como Valparaíso, Zac. o Aguascalientes.

Sin importar la manera de llegar, el común denominador es la devoción y el fervor cristiano que está presente en todos y cada uno de los feligreses que han venido a encontrar alivio a sus penas, a solicitar un milagro o a pagar alguna manda pendiente. (Blog de Homero Adame.)

La historia de Temastián está íntimamente ligada a las de sus pueblos vecinos: Totatiche y Villa Guerrero, ya que los tres fueron fundados como convento para evangelizar y castrar la libertad de los indígenas, todo por cuenta de frailes franciscanos, allá a finales del lejano siglo XVI. La fundación se hizo tomando como punto de partida a Colotlán, que para entonces ya fungía como centro religioso y «político».

Extrañamente, de los tres pueblos el que menos ha crecido como tal a través de los siglos es Temastián, aunque de los tres fue el único que se convirtió en centro de peregrinaje. A esto la historia reciente lo fecha a partir de 1857, cuando se hicieron las primeras fiestas ya dedicadas al Señor de los Rayos. Sin embargo, de acuerdo a las leyendas, Temastián, que en náhuatl significa «el lugar de los baños» (de temazcal = baño y tlan = lugar) era desde tiempos remotos un sitio ritual donde las tribus llegaban una vez al año a venerar a alguna deidad. De hecho, los campesinos cuentan diferentes versiones, como la de que los indios tenían «un santo» al que visitaban, o la que dice que en este lugar los antiguos hacían sus mitotes para asegurar la caza y las lluvias. Lo extraño es que nadie mencione al lugar como sitio de baño o purificación. (Artículo de Homero Adame.)


Posiblemente los frailes franciscanos, al darse cuenta que los nativos frecuentaban el lugar, tal vez en ciertas fechas rituales como solisticios y equinoccios, decidieron levantar ahí el monasterio, y poco a poco, con la conquista espiritual, simplemente cambiaron las fechas rituales y la deidad, dándole continuidad al peregrinaje. Este es un hecho que se presentó en casi todas las regiones del nuevo mundo, incluyendo santos o vírgenes que simplemente fueron inventados o suplantados por los conquistadores del espíritu.

Aparte de la participación y observación de las actividades de los feligreses en la nave principal del templo, el lugar más interesante del santuario es el Salón de los Retablos, en donde se exhiben auténticas obras de arte hechas en muchas técnicas: fresco, grabado, lápiz, óleo, pirograbado, etc. sobre materiales tan variados como el lienzo, madera, papel, piedra o vidrio. Teniendo todos en común el agradecimiento por un milagro concedido.

Los artistas de estas obras, tanto mexicanos como chicanos, son diversos, desde aquel que a ello se dedica de manera profesional o artesanal y recibe un pago por el trabajo, hasta los espontáneos que hacen su mejor esfuerzo para plasmar una imagen. Así vemos algunas obras sobre un mismo material, cortado de forma idéntica, en el cual se utilizan los mismos colores, donde sólo el texto cambia, lo que nos dice que fueron hechos por una misma mano, posiblemente de un «profesional». Pero sin duda las más interesantes son las hechas por los espontáneos, quienes además tienen una manera muy particular de usar el idioma y la ortografía, algo que es digno de verse y leerse, como aquel ex-voto que dice  

«Doll gracias al Sr. de los Rayos por aberme alibiado a mi hijo de un paralis infatil. Jerez, Zac. Enero de 1959».

Este salón de los ex-votos es también un marco ideal para observar los cambios tanto pictóricos como los de la vida diaria en el arte popular y en el país. Por ejemplo, en los dibujos vemos la variación en las modas, o los medios de transporte utilizados en diversas épocas de nuestra historia, desde la humilde carreta hasta el avión, pasando por el tren y el autobús, siendo este último el que más cambios ha sufrido en su forma. (Artículo de Homero Adame.)

La fecha más antigua para uno de estos ex-votos parecer ser febrero de 1891. Y es digno de remarcar que las obras más antiguas se exhiben en un largo muro, donde no le llega la luz del sol que se filtra por las ventanas. Asimismo, las obras están protegidas bajo una larga «vitrina», lo que demuestra un sentido de conciencia y protección por lo antiguo.

Para todo visitante es casi obligatorio entrar a esa sala, donde se palpa un mundo de emociones traducidas en el dolor y la gratitud. Además de los ex-votos, ahí también se observan carteras, cruces, diplomas, prendas de vestir, trenzas de cabello, trofeos, yeso para pierna o brazo, zapatitos de bebé, etc. como ofrenda a los favores recibidos. Esto nos lleva a la conclusión que una promesa se hace a cambio de un milagro, para que a la postre la promesa se transforme en ofrenda. Un ciclo muy interesante en la vida ritual de cualquier lugar de peregrinaje.

Y siempre la pregunta flota en el aire: ¿Por qué se le llama Señor de los Rayos? Como respuesta están las leyendas populares, como aquella que todos los lugareños cuentan de que al Cristo crucificado una vez le cayó un rayo y nada le pasó. Hay otras personas que dicen que hace muchísimos años, en esa región caían muchos rayos hasta que llegó la imagen y todo se calmó. Dichas leyendas son variadas en su contenido y desenlace, y no faltan las que dan una interpretación más profunda, como la que dice que al Cristo se le llama así por los rayos de luz que nos llegan de él cuando nuestra devoción es grande. Sin embargo, no falta el que asegura que esas leyendas son puros cuentos y el mote del Señor de los Rayos lo tomó de su corona compuesta de tres grupos de siete rayos cada uno; corona que por cierto da dos números mágicos dentro del ritual cristiano: el tres y el siete.

Sin embargo, los datos históricos y algunas leyendas asentadas en un libro titulado «Historia de la Venerable Imagen del Señor de los Rayos «, escrito por el canónigo Luis Enrique Orozco, libro que se puede adquirir en la tienda parroquial, dicen que originalmente a la imagen se le llamaba «El Señor del Rayo» hasta que se pluralizó a partir de una tempestad que se abatió sobre unos misioneros que estaban dando catecismo bajo un mezquite, cuando un rayo se estrelló en la imagen, rajando la cruz, que todavía se conserva en el altar principal.

El porqué del nombre a nadie parece interesarle, lo que importa es venir a venerar al Cristo que otorga muchos milagros y además ofrece 100 días de indulgencia a todo aquel que a sus pies le rece un Credo. Cualquier día es bueno para visitarlo, pero muchos prefieren hacerlo durante las fiestas, que tradicionalmente se llevan a cabo el jueves de la Asunción, empezando tres días antes. Para esas fechas, la multitud es tal que las misas se tienen que celebrar al aire libre, en el atrio, pues la iglesia no da abasto a tanta gente.

Los peregrinos llegan de cualquier parte de la república y pernoctan donde sea posible, preferiblemente en la Casa del Peregrino, pero si ya no hay cupo lo hacen bajo cualquier techo, en casas particulares o incluso a la intemperie. También en esos días llegan muchos vendedores ambulantes que ofrecen alimentos, veladoras, productos religiosos, etc., sin faltar los que venden baratijas. Por el contrario, en cualquier otro día del año, todo es muy tranquilo y el visitante puede tomarse todo su tiempo para conocer el templo, el Salón de los Retablos y sentir el silencio solo quebrantado por la campana o el murmullo de algún feligrés.

Como dato adicional es bueno saber que las fiestas tradicionales se llevan a cabo el 11 de enero y el jueves de la Ascensión (40 días después del domingo de Resurrección), fechas multitudinarias llenas de colorido, folclor y fe.


CÓMO LLEGAR A TEMASTIÁN

√ Viniendo de Guadalajara o Zacatecas, tome la carretera # 23 que va a Jerez y Tlaltenango. Cerca de Momax tome la desviación a Temastián y Villa Guerrero. Continúe hasta llegar al crucero que indica Chimaltitán o Bolaños.

√ Ninguno de los tres pueblos cuenta con hoteles, pero en los dos primeros puede encontrar cuartos de renta muy económicos aunque en condiciones bastante precarias.

√ Si desea visitar pueblos huicholes como Tuxpan o La Yesca y no cuenta con un vehículo adecuado para caminos montañosos, tanto en Bolaños como en San Martín puede conseguir servicio de transporte a precios muy razonables.

 

Este texto se publicó originalmente en la revista México en el tiempo, en el No. 17 de marzo/abril de 1997


domingo, 4 de septiembre de 2022

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN HISTORIA Y SEMBLANZA DE COLOTLÁN

 RENATO HARO ORTEGA

1987

Cuando se tuvo noticia en Colotlán del levantamiento del padre Hidalgo, era Gobernador de Colotlán don Gregorio Pérez. Este reunió de inmediato a las Compañías denominadas de Frontera y a tal efecto concurrió de Jerez don Tomás Martín Balesteros, de Monte Escobedo vino don José María Ontiveros, de Tlaltenango don Vicente Nales, de Huejuquilla don Ignacio Murguí, de Coculitén y Agua Gorda vinieron don Manuel Campos, Miguel Huizar y Mariano Osorio.

Vino a Colotlán el cura Calvillo, muy conocido en la región por haber sido hacia poco tiempo Vicario de la parroquia de Colotlán. Por tal motivo guardaba amistad con los jefes de las Compañías de Frontera, así como los indios de los barrios, y en especial con don Marcos M. Escobedo, que era muy respetado entre ellos, y era gobernador del Barrio de Tlaxcala, el principal de Colotlán.

"A fines de septiembre de ese memorable año 1810, el cura Calvillo organizó un baile en su casa, habiendo antes dado instrucciones secretas a sus seguidores, que se presentaron ya armados con palos, hondas, garrotes, flechas, machetes, etc., y como a media noche salieron llevando en el sombrero la imagen de Guadalupe y gritando "Viva la Virgen de Guadalupe, Viva la Independencia y mueran los gachupines". De la casa del cura Calvillo se dirigieron a las Casas Reales, ubicadas en el centro de la población, lugar donde estaba afortinado el gobernador Gregorio Pérez y numerosos españoles que ahí se habían refugiado al ver la situación de rebeldía que privaba entre los habitantes de Colotlán, y principalmente en los barrios.

Los jefes de las compañías apostados en las Casas Reales no opusieron resistencia alguna a la gente del padre Calvillo. Los españoles fueron hechos prisioneros, la tropa se retiró a sus cuarteles, y al día siguiente el gobernador Gregorio Pérez reunió a las milicias en la plaza principal y les ordenó hacer fuego sobre los indios que los tenían bajo custodia, pero aquéllas se negaron a obedecer, por lo que sus jefes ordenaron dispersarse.

Tres días después, el padre Calvillo salió para Zacatecas custodiando a los españoles presos, con un grupo de aproximadamente 400 indios de Colotlán, Santiago, Santa María, Tlalcosahua, y Huejúcar, capitaneados por don Marcos Escobedo y Victoriano Córdova, llevando como auxiliares a Pedro Escobedo, Antonio Modesto, Eulogio Ordaz, Juan Félix Torres, Diego Alcalá, Vicente Vázquez, Albino Torres y Florentino Pacheco. Se tuvo noticia aquí que los españoles fueron degollados en Zacatecas o San Luis.- Los indios regresaron con sus jefes, a excepción del padre Calvillo que permaneció en aquellos lugares.

Las tropas siguieron reuniéndose y preparándose cada mes al mando de sus jefes. A principios del año, salieron para reunirse con el cura don Miguel Hidalgo, y estuvieron en la batalla de Puente de Calderón el 17 de enero de 1811. Como es de todos conocido, la batalla la perdió Hidalgo y los indios flecheros de Colotlán pudieron salvarse gracias a una cortina de humo originada por el incendio de unos carros de parque estacionados cerca del lugar donde se encontraban los indios. Estos pudieron huir y regresar a Colotlán, por diversos lugares, y reuniéndose bajo la dirección de sus jefes.

El 27 de marzo de 1811, llegó a las inmediaciones de Colotlán el Cura de Matehuala, José Francisco Álvarez, que militaba en el bando realista, con tropa numerosa. Don Marcos Escobedo se había preparado para el ataque poniendo en estado de alerta a las Compañías de Colotlán, Santiago, Huejúcar y Tlalcosahua. Santa María no acudió a este llamado de don Marcos Escobedo. Los insurgentes estaban armados rústicamente, con palos, hondas, flechas, trancas y machetes, y solo disponían de dos escopetas. El Cura de Matehuala llegó a Colotlán por el Plan de Canoas, y se trabó el combate al llegar al Cerrito de la Cruz, Después de un fiero combate los realistas del cura Álvarez fueron obligados a huir. Se retiraron hacia Santa María, y ahí los lugareños los hostilizaron al paso, pero la tropa del cura Álvarez los derrotó haciendo prisioneros a 27, de los que fusiló 12 en Jerez, y a los demás los envió a Santa María para que dieran la noticia de la prisión del cura don Miguel Hidalgo.

Al año siguiente (1812], el general don José de la Cruz, quien ostentaba el cargo de intendente Gobernador de Guadalajara, envió a Colotlán al general Pedro Celestino Negrete para pacificar la región. Don Marcos Escobedo preparó la defensa del pueblo, entrenando a su gente y fabricando un cañón con madera de mezquite atado con cueros, que por supuesto no sirvió de nada en el combate.

El domingo 7 de abril de 1812 llegó a Colotlán el general Negrete, aproximándose por el Arroyo de la Tierra Blanca. Los insurgentes de Colotlán se hallaban afortinados en la Loma del mismo Arroyo de la Tierra Blanca, extendiéndose por el lado oriente hasta el entonces llamado Cerrito de la Cruz. Por el lado sur ocupaban las alturas de las lomas que se encuentran frente a la Escuela Normal. Alrededor de las diez de la mañana se trabó la lucha, entre las bien entrenadas y disciplinadas tropas del general Negrete y las numerosas pero improvisadas gentes de don Marcos Marcelo Escobedo. La superioridad militar de los españoles pronto hizo desbandarse a las filas insurgentes, y el general Negrete entró a Colotlán iniciándose un saqueo de la población y como el corneta había tocado a degüello, muchos de los defensores de la población fueron muertos, quedando las calles cubiertas de cadáveres. Numerosas gentes optaron por huir a los cerros vecinos, donde permanecieron varios días, durmiendo a la intemperie y matando reses para alimentarse. Don Marcos Escobedo pudo esconderse en un pozo de lazo, donde permaneció varios días y así pudo salvar su vida.

El general Negrete estuvo tres días en Colotlán. Luego se retiró con su tropa hacia Tlaltenango. A los pocos días el cura Álvarez entró a Colotlán, aprovechando la victoria realista, y durante varios días saqueó, fusiló, y quemó cadáveres, hasta que, informado el general Negrete, ordenó a su tropa regresar a Colotlán, pero el Cura se retiró a tiempo. Pedro Celestino Negrete permaneció durante diez días en esta población, y regresó a Guadalajara, instando a los naturales para que ya no se levantaran contra el gobierno constituido.

Durante varios días reinó la anarquía en Colotlán, ya que ninguna persona quería ponerse al frente del gobierno. Finalmente aceptó gobernar el Sr. José Joaquín Veliz, vecino muy respetable, pero poco tiempo después fue sacado de su casa y asesinado por un antiguo sirviente suyo, que era jefe insurgente, llamado José Pineda; quien posteriormente fue perseguido por un militar realista llamado Ochoa, el cual lo alcanzó huyendo hacia las barrancas de Azqueltán, lo hizo prisionero y lo fusiló.

A principios del año 1813 fue comisionado para gobernar la frontera el general Mariano Urrea. Estuvo en Colotlán durante algún tiempo, designó teniente suyo a don Isidro Díaz de León y organizó una milicia que tuviera como propósito garantizar la tranquilidad de los vecinos. Al frente de la milicia quedaron los hermanos Javier, Antonio, Miguel y Nepomuceno Gallegos.

En mayo de ese año, la población fue nuevamente asaltada por un grupo insurgente al mando de Rafael Oropesa, que entró con su gente por el oriente gritando "Viva la Virgen de Guadalupe y muera el gobierno español"', El teniente Díaz de León salió huyendo hacia el rancho de la Trinidad, pero fue alcanzado y muerto en el acto. Los hermanos Gallegos se afortinaron en las Casas Reales en unión de otros jefes. Los insurgentes sitiaron el lugar, arrimaron tercios de tlazole y le prendieron fuego. Los hermanos Gallegos y sus acompañantes se rindieron, habiendo sido sacrificados todos, con excepción de uno de ellos, Vicente Gándara, que salvó la vida gracias a las súplicas del Sr. Cura don Tadeo Suárez. Las casas reales duraron ardiendo durante más de un mes, habiéndose destruido el edificio que era muy grande, y quemándose los archivos y el mobiliario.

Algunos otros datos de la historia regional, durante estos terribles y agitados años, son los siguientes: después de la derrota de Puente de Calderón, y aprovechando el desánimo de los insurgentes, se establece un gobierno adicto a la Corona de España, formado por los Sres. Francisco del Real, Sebastián Gallegos y Juan Lozano, pero fueron eliminados del gobierno a fines de febrero de ese mismo año de 1811.

Algunos historiadores de renombre, en lugar de mencionar como jefe de los insurgentes de Colotlán a don Marcos Escobedo, señalan al cura Calvillo, por algunos llamado José María, pero al parecer su nombre correcto era don José Pablo Calvillo. Tal sucede en los combates antes descritos, con el cura Álvarez, llamado el "Chicharronero", por su costumbre de quemar cadáveres, y la batalla contra el general Negrete. Es probable que el cura Calvillo haya intervenido en dichas batallas, auxiliado por don Marcos Escobedo. Por eso los relatores de la región lo mencionan como Jefe. La vida en Colotlán durante los años siguientes, hasta la consumación de la Independencia fueron tristes y angustiosos para los habitantes de la región. La inseguridad y la zozobra fueron la característica de estos amargos tiempos.

Durante el año de 1814 hubo una epidemia de fluos [sic) de sangre, y al año siguiente, una de viruela, que asolaron a la región. Durante los años de 1816 a 1818 reapareció don Marcos Escobedo, y con la colaboración de indígenas de los alrededores reedificó la parte baja de las Casas Reales y la cárcel, así como también la parroquia.

En 1817, don Marcos Escobedo entra en acción nuevamente a favor de la Independencia. Se levantan en armas los pueblos de Huejuquilla el Alto, Nostic y Chalchihuites. A mediados de ese año se apodera de Colotlán, sin resistencia alguna por las autoridades de la ya agonizante Colonia. A finales de 1819 celebra una alianza con fuerzas insurgentes de Jerez y Tlaltenango. A principios de 1820 se apodera de la Hacienda del Jaral, en el hoy municipio de Villanueva, Zacatecas. Después marcha hacia Bolaños donde hace prisioneros a muchos españoles.

Entre tanto, en el ámbito nacional, Agustín de Iturbide había proclamado el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821. En Guadalajara fue aceptado por el clero y el ejército. El 13 de junio de ese año, el general Pedro Celestino Negrete y otros altos oficiales del ejército, en San Pedro Tlaquepaque, juraron el Plan de Iguala, declarando la independencia del antiguo Reino de la Nueva Galicia.

El gobernador mariscal don José de la Cruz abandonó su cargo y se embarcó hacia España. En Guadalajara se hizo cargo del Gobierno el señor Antonio Basilio Gutiérrez de Ulloa, quien tomó el título de Intendente y Jefe Político Superior interino. Al día siguiente por la tarde hizo su entrada a Guadalajara, el general Negrete al frente de su ejército y el día siguiente fue nombrado Jefe Superior Político y Comandante del Ejército de Reserva. Los miembros de la Audiencia, del Ayuntamiento, y las más distinguidas corporaciones civiles y eclesiásticas juraron fidelidad a los principios del Plan de Iguala. Negrete salió en persecución de José de la Cruz, y dejó gobernando en Guadalajara a don José Antonio Ugarte y Baldomar, quien el 22 de septiembre instaló la Junta Patriótica de Nueva Galicia, formada por más de cien personas distinguidas por su ilustración y cultura.

Con fecha 26 de octubre de 1821 se proclamó solemnemente en Guadalajara el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. En Colotlán, don Marcos Escobedo organizó grandes festejos para celebrar la Independencia de México y la entrada del Ejército Trigarante a la capital, el 27 de septiembre de 1821. 

Durante el Imperio de Iturbide, Jalisco fue Provincia de la Nueva Galicia, a cuyo frente quedó el Mariscal de Campo don Luis Quintanar. Caído el Imperio, la Nueva Galicia expidió una Acta en la que declaraba… "que es llegado el caso de hacerse el pronunciamiento tan deseado, de erigirse esta Provincia en Estado Soberano Federado, con los demás de la grande Nación Mexicana, con nombre de Estado Libre de Jalisco".

Al proclamarse la primera Constitución del Estado, Colotlán surge como Capital del Octavo Cantón de Jalisco.


Mirada de Colotlán en el marco de los 400 años de su fundación - 1991

Colotlán llega a la celebración del Cuarto Centenario de su fundación cargado de historia. Ha sido capital de esta región de Jalisco desde finales del siglo XVI, cuando se estableció el Gobierno de la Frontera de San Luis de Colotlán; posteriormente, al consumarse la Independencia y establecerse el régimen federal, fue capital del octavo cantón del estado de Jalisco; y en los tiempos actuales, es el centro político y administrativo de diez municipios que conforman la zona del estado.

Frontera establecida contra la belicosidad de los chichimecas, Colotlán vivió los tres largos siglos de la dominación española como sede del Capitán Protector: funcionario designado por el virrey de la Nueva España con amplias facultades civiles y militares para gobernar el enorme territorio comprendido desde El Teul por el sur hasta Chalchihuites por el norte; y de oriente a poniente delimitado por las cadenas montañosas que forman los cañones de Colotlán y de Bolaños. En el último tercio del siglo XVII desapareció la frontera y Colotlán se incorporó momentáneamente al corregimiento de Bolaños, para luego surgir como capital del octavo cantón del Estado.

La lista de los capitanes protectores es larga. Entre ellos se encuentran algunos personajes ligados a la historia de la Nueva España, como el Conde de San Mateo Valparaíso, señor de la Campa y Cos, y el Conde de Santa Rosa, don Juan Bravo de Medrano.

Durante los primeros años de la Conquista, la historia de Colotlán se liga estrechamente a los avatares de la guerra chichimeca, después con los intentos de dominación de la sierra del Nayar -que prácticamente no se logró, la región llamada el Nuevo Reino de Toledo- nunca estuvo bajo el dominio efectivo de la Corona española.

Cuando se inició la Guerra de Independencia fue conocida la activa participación de los indios flecheros de Colotlán mandados por Marcos Escobedo, Gobernador del Barrio de Tlaxcala y Alférez Real, que luego gobernaría a la población con el rango de Alcalde de segunda nominación y restauraría las Casas Consistoriales o Reales quemadas durante el año de 1811.

Durante el siglo XIX cuando la nación mexicana se agoraba en la serie interminable de luchas intestinas que enfrentaron a conservadores con liberales y a centralistas con federalistas, la región participó activamente. Quizá la figura más destacada en esta época haya sido la del general Jesús González Ortega, quien fuera diputado federal por el Teul.

Como es de suponerse, los pueblos de la zona sufrieron también las consecuencias de la guerra civil; Colotlán fue asaltado por las hordas de Lozada y desde entonces se perfiló como una población eminentemente liberal.

Luego, al terminar el siglo XIX, bajo la paz porfiriana, Colotlán fue un poblado activo con un comercio floreciente y una pequeña industria que lo hizo autosuficiente sobre todo en materia alimentaria y, desde luego, con un jefe político que ejercía el cargo en todo el octavo cantón del estado.

Llegó la Revolución Mexicana y Colotlán se encontraba aislado por la propia geografía y por falta de buenos caminos. Sólo el telégrafo, instalado desde el año de 1869, nos unía con el resto de la República. Como se sabe, de Guadalajara nos separa la Sierra de El Teúl, la cuesta del Malacate y la profunda barranca del río Santiago. Los arrieros tardan 15 días en ir y venir a la capital del estado. Algunos van a Ameca por maíz, y al Arenal y Amatitán por buen tequila. De Zacatecas nos separa la distancia, y en la época de lluvias el río de las Liebres y los profundos lodazales que se forman en el valle de Jerez; ahí los vehículos se atascan continuamente y el viaje dura varios días, según la estación del año. Para ir a Aguascalientes hay que atravesar la sierra y pasar por la presa de los Serna. Esta ruta la siguieron innumerables caravanas conduciendo ganado de la región.

En abril de 1914 el general Pánfilo Natera prácticamente quemó la ciudad de Colotlán: el Palacio Municipal, los portales de la plaza, las tiendas principales, todo ardía. Este incendio marcó el inicio de una etapa de letargo, de una era de inmovilidad que duraría hasta 1960. El incendio de Colotlán fue también el inicio de una era de zozobra para estas poblaciones aisladas de la región -Colotlán por lo menos tenía telégrafo- que quedaron a merced de las diferentes facciones que se formaron durante la Revolución y que los mexicanos llamamos "la bola": villistas, carrancistas, federales. En Colotlán casi siempre hubo destacamento federal, salvo excepciones en que la misma situación miliar los hacia huir y la población quedaba a expensas del bando triunfador. Puros sustos para los habitantes.

Después de la Revolución lo que sonó fuerte en la región fue la guerra cristera, sobre todo en Huejuquilla el Alto, Mezquitic y Totatiche: eje unido por la sierra en donde los cristeros tejieron su red, difícilmente alcanzable por los federales.

Con todo, la vida continuó en una población de calles bien empedradas, limpias, que sus habitantes riegan al amanecer y mantienen frescas durante el día. Las calles, perfectamente rectilíneas muestran sus austeras fachadas encaladas, sin árboles; las casas tienen su zaguán amplio, de puerta alta y ancha, con borde de cantera donde se mira el patio interior, lleno de macetas con plantas de flores multicolores que son orgullo de la señora de la casa; algunas de estas casas tienen además su huerta, donde se dan los naranjos, las limas, las guayabas, el aguacate, las hidras y las naranjas-limas. En Santa María de los Ángeles todas las casas son huertas de frescura interminable.

Durante este período, Colotlán y las demás poblaciones de la región permanecieron como estáticas, no crecían, al contrario, en Colotlán una crecida del río ocurrida en 1925 se llevó muchas casas situadas al norte de la población, donde ahora se ubica un campo deportivo. Sin embargo, los pobladores viven ya apaciblemente y en la temporada de lluvias salen a los ranchos "de aguas" donde disfrutan del campo reverdecido, los arroyos de agua zarca, el queso fresco y los tiernos elotes de la cosecha.

El comercio continúa activo, pero las pequeñas industrias han desaparecido. Los molinos de trigo, las fábricas de pastas y veladoras, las embotelladoras de gaseosas, se han extinguido. Sus propietarios se han ido a vivir a las grandes ciudades desde el principio de la Revolución, temerosos por su vida y la de sus familiares. Alrededor de 1948 se realizó la carretera de terracería a Zacatecas que llega hasta Tepechitlán, donde se construyó la presa de Excamé y vino el presidente Miguel Alemán a inaugurarla; pasó con su comitiva por Colotlán y se le recibió en el kiosco de la plaza principal, era el primer Presidente de la República que visitaba la comarca. La carretera a Zacatecas quedó totalmente pavimentada en 1980, uniéndonos a la ciudad de la cantera y la plata que fue nuestra capital comercial durante tantos años.

Al iniciarse la década de los sesenta, Colotlán comenzó a despertar de su sueño. Llegaron maestros de otras latitudes a impartir clases en las recién fundadas escuelas de la región. Los gobiernos federal y estatal establecieron oficinas para implementar y desarrollar los proyectos de varias secretarías del

Estado, como Educación Pública, Agricultura y Recursos Hidráulicos, Reforma Agraria de la Presidencia de la República -el Plan Huicot-; por su parte el Gobierno del Estado estableció la Delegación Regional de Catastro, de Tránsito y el Registro Público de la Propiedad que unidos con instituciones ya existentes, como en Juzgado de Primera Instancia dieron a Colotlán particular importancia en la región.

En 1975 se fundó la Escuela Normal Experimental y en 1980 la Escuela Preparatoria Regional. En el aspecto físico la población se modernizó y se renovó con la introducción de los servicios de energía eléctrica, agua potable y drenaje, servicio telefónico automático y las calles comenzaron a ser adoquinadas. Lamentablemente, al modernizarse Colotlán lo hizo sin orden y muchas de aquellas grandes casas que fueron su orgullo desaparecieron, fueron divididas y se hicieron construcciones modernas que desentonan con la línea arquitectónica tradicional. Pero todavía quedan muchas de aquellas casas señoriales, algunas con sus altos muros mutilados, de canteras todavía intactas, como mudos testigos de aquellos años que ya pertenecen a la historia.

Y lo mismo ha ocurrido en las demás poblaciones de la región. Huejuquilla el Alto tiene un comercio intenso, se explota la madera, y está tan lejana, que lo que ahí ocurre toma carácter de leyenda. Mezquitic apenas comienza a salir de su recato gracias al apoyo y al impulso de muchos de sus hijos que se han hecho famosos en el campo del arte y la cultura. Huejúcar se moderniza y su plaza principal se llena de gente los domingos, entre conjuntos de tamborazo al estilo zacatecano. Totatiche, pueblo pequeño pero muy urbanizado, se transforma también al impulso de sus tenaces habitantes. Villa Guerrero, el más nuevo de los municipios, crece y se extiende sobre el valle, y sus habitantes, principalmente ganaderos, hacen de ella la población más importante del sur de la zona.

Desde la década de los años treinta, muchos habitantes de la región se han ido a trabajar a los Estados Unidos y muchos también se han quedado en aquella nación. Tienen hijos y nietos nacidos y radicados en ella. Este flujo de migración aumentó durante la Guerra Mundial de 1939 a 1945. Otros se fueron en los años cincuenta y sesenta al grado de que actualmente casi no hay un habitante de la región que no tenga un pariente en los Estados Unidos. Esto benefició a la región pues durante la década de los ochenta era grande el flujo de dinero hacia estos poblados.

En junio de 1986 el gobernador Álvarez del Castillo inauguró la carretera pavimentada Guadalajara-Colotlán. Fue la realización de un viejo sueño iniciado hace más de un siglo cuando don Ignacio L. Vallarta era Gobernador de Jalisco. Desde aquella época, esta carretera había sido planificada, pero por azares de la política y de la administración no se pudo llevar a cabo. Ahora Colotlán está unido por carretera directa a su hermosa capital, de la cual los colotlenses siempre nos hemos sentido muy orgullosos, porque, aunque respetamos y admiramos a nuestros vecinos zacatecanos siempre nos hemos sentido entrañablemente jaliscienses.

Actualmente el gobernador Guillermo Cosío Vidaurri construye el aeropuerto de Colotlán, que será centro vital de las comunicaciones en toda la amplia zona norte del estado de Jalisco y sur de Zacatecas.

Además, bajo la inteligente y experimentada dirección de José María Muriá, un grupo de estudiosos de la historia ha preparado estas Lecturas históricas del norte de Jalisco. En ellas se encontrarán destellos interesantes del pasado de una región tan amplia que va desde Huejuquilla hasta Bolaños y que, como Zacatecas, tiene también su "camino de plata" que sigue pasando por Colotlán desde los añejos tiempos de la Frontera. Creo que esta obra es una aportación muy valiosa para conmemorar el Cuarto Centenario de Colotlán.

Por el temple de sus habitantes, por la vitalidad que existe en todas las actividades de la vida social y económica, por la decisión y firmeza con que los habitantes del norte del estado reorganizan y construyen una provincia moderna, puede decirse que aun conmemorando cuatro siglos de existencia, a partir de la conquista española, la historia de la región apenas comienza.

RENATO HARO ORTEGA

Libro Lecturas históricas del Norte de Jalisco

1991

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