domingo, 7 de noviembre de 2021

Felipa Landeros Berumen

El único recuerdo que tengo de todos mis bisabuelos y bisabuelas es de quien me tocó conocer en vida, se llamó Felipa Landeros Berumen, esposa de mi bisabuelo Domingo Mayorga Palafox, aquí contaré un poco de su historia.

Mi bisabuelo Domingo se casó con mi bisabuela Felipa el 12 de mayo de 1923 en Huejucar, Jalisco; ella nació y creció en un rancho llamado San José de los Márquez, perteneciente al municipio de Huejucar; recuerdo cómo se emocionaba al pasar por la carretera que va a Monte Escobedo, justo en el crucero que va a su rancho, decía: “Este es mi aire” y suspiraba profundamente señalando con su dedo hacia arriba, de su propia voz me contó que ella nació el 1 de mayo de 1902 en unas tapias que estaban enfrente de la casa del rancho donde me llevaban de chico.

Era una mujer fuerte, bien podía estar por largos periodos sola en el rancho y a cargo de todas las responsabilidades del rancho, llevar en tiempo de sequía a decenas de reses a tomar agua a la cañada, cosechar y piscar lo que fuera necesario, acarriar agua, montar y desmontar animales para el traslado.

Contó que una vez le picó una araña capulina, metió el dedo al petróleo y se tomó un trago de tequila, además de hagarrar valor esperaba que con eso no pasara a mayores, como así pasó, no tuvo consecuencias más que un leve dolor de cabeza, más por la cruda que por el veneno; así por las mismas le mordió una víbora, esa vez la receta fue la orinoterapia que también trajo buenas cuentas.

Vecina en Colotlán de la cantina de Ubaldo Macías, cuando llegaba la tambora se ponía a bailar, le gustaba la canción "cartas marcadas", mi ranchito y la venia bendita del Bucky, entre otras.

Llegué a probar su queso, la cosa más deliciosa, la comida y las tortillas hechas a mano, en una esquina de la cocina la chimenea con mucha leña, los botes cuadrados de lámina pesadísimo para mi edad y la plancha para el queso, tengo entendido incluso que todavía sobrevive su “licuadora” de aquel tiempo que ella usaba.

El rancho que describo lo conocí como “El Rancho de La Loma”, cerca de San Antonio de Lajas, donde con mis primos hacíamos algunas “vagancias” como trepar árboles, tirar piedras a la laguna (que después teníamos que recoger cuando se secaba) subir y bajar en bicicleta y de las más atrevidas: subir el cerro del papalote, donde se tiene una vista espectacular de Huejúcar, Santa María y Colotlán, hasta me acuerdo de una amiguita que se llamaba Trini, vivía muy cerca de ese rancho.

En Colotlán supe que mi bisabuela tenía una casa justo enfrente de la casa de mis abuelos, por la calle Marcos Escobedo, esquina con Ramón Corona, aunque mi recuerdo es que siempre estuvo con mi abuela, también tuvo otro hijo de nombre José de Jesús, muy cercanos a ella, dejó este mundo poquito antes de cumplir sus 100 años de vida.

La conocí como Doña Pipa o más en confianza como Doña G, según me recuerdo un día le estaban preguntando su nombre y ella dijo que empezaba con la letra G, ahí tiene a los incautos tratando de atinarle a su nombre: Guadalupe, Guille, nada que adivinaban... porque Felipa no es con G, es Felipa con F; no se si se confundió o así escuchaba que le decían, pero trasencidó entre la familia el decirle Doña G por... "Gelipa".

Felipa era la segunda hija del matrimonio entre Bernardino Landeros Trujillo y Pioquinta Berumen González, ellos se casaron el 10 de diciembre de 1898 en Huejucar, él originario de San José de los Márquez y ella avecindada desde hacía tres años en ese mismo lugar. Tuvieron varios hijos: Francisco nacido el día 3 de diciembre de 1899, Felipa el 1 de mayo de 1902, Ramón el 31 de agosto de 1904, María el 24 de diciembre de 1906, Juan en 1909, Tomasa Eutimia en 1911, Felipe el 8 de febrero de 1917, Tomasa en 1922 y la hija menor de nombre Jesús el 6 de mayo de 1923.

En San José de los Márquez quedan familiares Landeros pero no los conozco y dudo sepan de mi pero supe que muchos se fueron principalmente a Jerez, Zacatecas; cabe destacar que el hermano Ramón tuvo varios hijos y uno de ellos es Don Beto Landeros, quien llegó con su familia a Colotlán y actualmente mantiene su veterinaria por la calle Morelos, sus hijos y nietos también han echado raíces en este pueblo del Norte de Jalisco y bien que nos ubicamos como parientes.

Bernardino Landeros Trujillo, padre de mi bisabuela, nació en el año de 1876 en San José de los Márquez, era de oficio agricultor y así sacó adelante a su familia, era hijo legítimo del matrimonio entre José María Landeros Segovia y Agapita Trujillo Flores (1851-1898) que a su vez tuvieron a sus cuatro hermanos: Cleofas en 1873, Miguel en 1879, María Paula en 1884 y Carlos en 1887. Por el lado materno, sus abuelos fueron Juan Berumen y Guillerma González.

En la misma línea paterna, del apellido Landeros, José María Landeros fue hijo de Antonio Landeros Martínes (nacido en 1810) y Damiana Segovia; Antonio fue hijo de José Patricio Landeros Errera (así escrito en su fe de bautizo del día 2 de abril de 1777 en Jerez, Zacatecas; casado con María Ygnacia Martines; este hijo José Patricio fue hijo del más antiguo registro que se tiene de un Landeros por estas tierras, este fue: Antonio Landeros (nació en 1757) y con su esposa Isabel Errera comenzó la historia genealógica aquí contada.

sábado, 6 de noviembre de 2021

FAMILIA LANDEROS CABRAL (PARIENTES MUY ESTIMADOS)

 Por Leonardo De la Torre y Berúmen.

Esta familia desciende al igual que muchas familias jerezanas de gentes oriundas de la península ibérica, que en su mayoría procedían de Castilla y Extremadura como es el caso del más importante de sus ancestros, antecesor de los principales linajes que habitan los estados de Jalisco, Colima, Guanajuato, Zacatecas, y otros al señalar a dicho ancestro me refiero al Licenciado Diego Álvarez Pérez de la Torre, nacido el año de 1482 en Almendralejo de Extremadura. Casado eclesiásticamente con Catalina Mejía[1], procreando a María Álvarez Pérez de la Torre, quien se casó en la capital de la Nueva Galicia con Hernán Flores, primer gobernador del reino de Nueva Galicia[2] y encomendero del pueblo de Juchipila*, nacido en Salamanca el año de 1511 e hijo legítimo del conquistador Pedro de Fuentes y de Catalina Isabel Flores.

Hernán de legítimo matrimonio procreó al Capitán Diego Flores de la Torre, quien contrajo matrimonio con Angela de Velasco, (nacida el año de 1540 en la ciudad de México) hija del conquistador Pedro Pacho Rodríguez y de doña Mariana Temiño de Bañuelos y Alcocer, hija del Alcaide de Temiño, don Diego de Velasco y de doña Francisca de  Alcocer, quien fuera hija del Jurado don Hernando de Bañuelos y de doña Beatriz de Alcocer.

Don Diego Flores de la Torre y doña Angela de Velasco, entre sus hijas procrearon a Angela de Velasco, misma que casó con Sancho Rentería, procreando a Sancho de Rentería[3], casado en el Real y Minas del Fresnillo con doña Agueda del Río y  a hija de un minero llamado Mateo del Río, vecino del Fresnillo el año de 1597[4] e hijo a su vez de don Gaspar del Rio y de la Loza y de doña María Rodríguez de Gordejuela, hija de don Rodrigo Gordejuela, quien fuera secretario del señor Condestable de Castilla.

Sancho de Rentería legítimamente procreó a doña Angela de Rentería Velasco y Mójica Río de la Loza, quien casó con don Juan del Campo y de la Torre, progenitor de Manuel de la Torre y Rentería, casado a su vez con doña María Josefa González de Haro y López, hija de don Gabriel González de Haro y de doña Mariana de Güero, que a su vez fue hija de don Sebastián de Agüero y de Ana de Rojas, vecinos de la ciudad de Zacatecas, donde contrajeron nupcias el 6 de noviembre de 1619.

Manuel y Josefa procrearon a Jacinto de la Torre González nacido en la villa de Jerez el año de 1686 y casado así mismo en Jerez el año de 1702[5] con doña Catalina de Llanos y Valdés, hija menor del Capitán don Juan José de Llanos y Valdés y de doña Juana de Ávila y Silva, fallecida en el pueblo de Colotlán antes del año de 1685.

Entre los hijos de don Jacinto, se encuentra don Isidro de la Torre de Llanos y Valdés casado en la ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas con doña Casilda Salcedo, nacida en el pueblo de Tlaltenango y fallecida en la villa de Jerez el año de 1777. De los hijos del matrimonio De la Torre y Salcedo se registran los nombres de: Pantaleón, José Isidro Abundio, Salvador, Bartolomé, José Hilario, Juana Lucia, María Paz e Inés, todos nacidos y avecindados en la villa de Jerez.

Don Pantaleón de la Torre y Salcedo el año de 1769[6] casó con María Isabel Peredo y Escobedo[7], a la que dejó viuda a finales del mes de febrero de 1799, siendo sepultada el día 28 con entierro mayor en fábrica de 23 pesos con 2 reales, incluyendo pozas, vigilia y misa con asistencia de seis señores sacerdotes, precedidos por el Bachiller don Pedro Carrillo Dávila. Al margen de su acta de defunción dice: que se le hizo novenario de misas cantadas; más en el cuerpo de dicha acta se lee que era español, alférez real del cabildo de la villa de Jerez y capitán retirado de la compañía de Jerez: casado y velado que fue con doña Isabel Peredo y que recibió los santos sacramentos de penitencia, eucaristía y extremaunción. Así mismo se aclara no haber hecho testamento, y que dio poder a sus albaceas, estando éstos, prontos a ejecutar su disposición, misma que cumplieron el presbítero don Juan de Dios de la Torre y don Ignacio Miranda, otorgando testamento a nombre y poder de don Pantaleón de la Torre y Salcedo, instituyendo albaceas y herederos y ordenando en una de las cláusulas, se diera un peso a cada una de las mandas forzosas[8].

Don José Isidro Abundio de la Torre y Salcedo, falleció en la villa de Jerez el año de 1793, habiendo sido casado el año de 1780[9] con doña María Josefa Antonia Basilia de Peredo y Escobedo[10], quien contrajo segundas nupcias el año de 1794 con don Ignacio de Ávila y Escobedo[11], español, originario de la villa que llaman Villa Gutiérrez del Águila y vecino de la villa de Jerez, hijo legítimo de don Patricio de Ávila y de doña Francisca de Escobedo[12]. Don Ignacio contrajo segundas nupcias el año de 1826 con madama doña María Petra Félix de Arellano y Díaz, hija legítima de don Antonio Félix de Arellano Mercado y de doña Juliana Díaz y García de la Cadena.

Bartolomé de la Torre y Salcedo, abrazó el estado eclesiástico obteniendo el título de Bachiller, habiendo realizado dichos estudios en el Seminario Conciliar de la capital neogallega, por lo que, al aspirar a dicho estado, presentó en el año de 1754 Información de limpieza de sangre, en la cual declaró haber sido bautizado en la villa de Jerez el 10 de septiembre de 1740 y ser hijo de don Isidro de la Torre, Alcalde Ordinario de Segundo Voto, natural de Jerez e hijo legítimo de don Jacinto de la Torre, ya difunto, quien fuera regidor perpetuo y fiel ejecutor en el regimiento de Jerez.

El conquistador Pedro Pacho Rodríguez, fue hijo legítimo de Diego Pacho y de Beatriz Rodríguez.

El Licenciado Diego Álvarez Pérez de la Torre era pariente y muy parcial del conquistador y Capitán General de la Nueva España, don Hernán Cortés y Pizarro Monrroy, extremeño, nativo de Medellín.

Don Pantaleón de la Torre de legítimo matrimonio sólo procreo un hijo varón nacido el año de 1771 en la villa de Jerez y fuera de matrimonio con mujer casada procreó el año de 1782 a una hija ilegítima; más bien dicho adulterina, la cual fue expuesta a la casa del Bachiller don Félix José Rodríguez Sáenz, quien la bautizó con el nombre de María Guadalupe Rufina del Refugio[13], quien contrajo matrimonio eclesiástico en la villa de Jerez el año de 1800 con el miliciano don Mucio Cabral de Escobedo, nacido el año de 1770[14] en la feligresía de Jerez[15] e hijo legítimo de Juan José Cabral y de doña Juana de Escobedo, casados el año de 1767 en la iglesia parroquial de Jerez[16], Juan José nació el año de 1745 en la villa de Jerez y fue hijo legítimo de José Cabral y de María Guadalupe Vázquez, casados y velados en la villa de Jerez el 17 de junio de 1733 por el Bachiller Juan Antonio de Aldrete, teniente de Cura[17].

José Cabral fue hijo legítimo de Juan Cabral y de Felipa de Ubillos, casados el año de 1700 en la iglesia parroquial de Jerez[18]. Juan Cabral nació en el puesto de Los Rodartes, jurisdicción de Jerez el año de 1674 y fue hijo legítimo de Juan Cabral y de Gertrudis de los Reyes Rodarte, vecinos del mismo puesto el año de 1700. Felipa de Ubillos nació en la villa de Jerez el año de 1685 y fue hija legítima de Pedro de Ubillos y de María García, españoles, avecindados en la jurisdicción de Jerez. Juan Cabral fue hijo legítimo de Domingo Cabral[19] y de Catalina Caldera, y contrajo matrimonio eclesiástico en la villa de Jerez en el año de 1671 con Gertrudis de los Reyes Rodarte, hija legítima de Mateo Rodarte y de Leonor de los Reyes, Mateo Rodarte fue hijo legítimo de Mateo rodarte y de Agustina de Rosales[20], vecinos de Jerez el año de 1620.

Domingo Cabral por el año de 1631 contrajo matrimonio eclesiástico en la villa de Jerez con Catalina Caldera, fallecida el 4 de julio de 1696[21] e hija legítima de Rodrigo de Pinedo[22] y de doña Catalina Caldera, que a su vez fue hija del famoso Capitán Mestizo Miguel Caldera, conquistador de estas fronteras e hijo natural de una india guachichil, llamada María y del capitán Pedro Caldera, uno de los primeros fundadores y pobladores de la villa de Jerez de la frontera, fundada definitivamente el año de 1572, a pesar de haberse mandado fundar el año de 1569.

Pedro Caldera fue hijo legítimo de Miguel Caldera y de doña Juana de Velázquez, vecinos de Valencia de Alcántara, España.

Doña Juana de Escobedo declaró llamarse Juana Josefa y haber nacido en el puesto de Lo de Salas el año de 1737, siendo hija legítima de don Nicolás de Escobedo y de doña Antonia del Árbol y Bonilla. Firmó su declaración para contraer matrimonio eclesiástico con Juan José Cabral.

Doña Rufina Rodríguez, al otorgar testamento en Jerez el año de 1875 declaró haber nacido en la villa de Jerez de la Frontera el año de 1782 y ser hija natural de don Pantaleón de la Torre y de doña Josefa Ruíz de Guadiana. Murió el 4 de julio de 1875 en Ciudad García, y al día siguiente fue sepultada de entierro mayor en el panteón de Los Dolores, después de haber hecho el señor Cura interino don Eufemio Astey, acompañado de los padres ministros don Alfonso María Olaez y don Gabino Bemal, las exequias solemnes que la santa iglesia acostumbra para los adultos[23]. Recibió todos los auxilios espirituales y fue casada canónicamente con don Mucio Cabral, de quien era viuda, procreando entre sus hijos legítimos a don José María Rodríguez, nacido en la ciudad de Jerez el año de 1814 y fallecido en la misma ciudad el año de 1879[24].

Don José María Cabral estudió la carrera de Licenciado y contrajo matrimonio eclesiástico en Jerez el 26 de abril de 1844 con doña Pantaleona Llamas Escobedo[25], progenitora de don Nisandro Cabral Escobedo[26], nacido el año de 1851[27] en Jerez y casado en la iglesia parroquial de Jerez el día 28 de abril de 1880[28] con doña Juana Escobedo, doncella de 16 años de edad, originaria y vecina de la ciudad de Jerez e hija legítima de don Mariano Escobedo y de doña Guadalupe Escobedo.

Nisandro quedo viudo de doña Juana, y contrajo segundas nupcias con la hermana de ésta, llamada Petra Escobedo Escobedo, con la que procreó varios hijos, contando entre éstos: a doña Emilia Cabral Escobedo[29], nacida en Jerez el día 12 de mayo de 1906 a las cuatro de la tarde, y fallecida en Jerez el 4 de septiembre de 1995[30]. Murió de Senectud y dejó viudo al señor Ramón Landeros Berúmen[31], nacido el año de 1904 en San José de los Márquez, Huejúcar, Jal[32]. Entre los hijos del matrimonio Landeros Cabral, tenemos a doña Elvira Celina Landeros Cabral, nacida en Jerez el 25 de enero de 1948[32].

Genealogía del apellido Landeros

Ramón Landeros Berumen era el tercer hijo del matrimonio entre Bernardino Landeros Trujillo y Pioquinta Berumen González, ellos se casaron el 10 de diciembre de 1898 en Huejucar, él originario de San José de los Márquez y ella avecindada desde hacía tres años en ese mismo lugar. Tuvieron varios hijos: Francisco nacido el día 3 de diciembre de 1899, Felipa el 1 de mayo de 1902, Ramón el 31 de agosto de 1904, María el 24 de diciembre de 1906, Juan en 1909, Tomasa Eutimia en 1911, Felipe el 8 de febrero de 1917, Tomasa en 1922 y la hija menor de nombre Jesús el 6 de mayo de 1923.

En San José de los Márquez quedan familiares del apellido, aunque muchos se fueron principalmente a Jerez, Zacatecas; cabe destacar que Ramón tuvo varios hijos y uno de ellos es Don Beto Landeros, quien llegó con su familia a Colotlán y actualmente mantiene su veterinaria por la calle Morelos, sus hijos y nietos también han puesto raíces en este pueblo del Norte de Jalisco.

Bernardino Landeros, nació en el año de 1876 en San José de los Márquez, era de oficio agricultor y así sacó adelante a su familia, era hijo legítimo del matrimonio entre José María Landeros Segovia y Agapita Trujillo Flores (1851-1898) que a su vez tuvieron a sus cuatro hermanos: Cleofas en 1873, Miguel en 1879, María Paula en 1884 y Carlos en 1887. Por el lado materno, sus abuelos fueron Juan Berumen y Guillerma González.

En la misma línea paterna, del apellido Landeros, José María Landeros fue hijo de Antonio Landeros Martínes (nacido en 1810) y Damiana Segovia; Antonio fue hijo de José Patricio Landeros Errera (así escrito en su fe de bautizo del día 2 de abril de 1777 en Jerez, Zacatecas; casado con María Ygnacia Martines; este hijo José Patricio fue hijo del más antiguo registro que se tiene de un Landeros por estas tierras, este fue: Antonio Landeros (nació en 1757) y con su esposa Isabel Errera comenzó la historia genealógica aquí contada.

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[1] Fallecida el año de 1544 en la capital del reino de Nueva Galicia. Según declaración hecha el año de 1551 por su hijo Melchor Pérez de la Torre, ella al igual que el Licenciado Pérez de la Torre era natural de la villa de la Torre, Condado de Feria.

[2] Falleció a fines del año de 1538 y al fundarse Guadalajara se estableció allí su hijo Melchor Pérez de la Torre con su mujer e hijas, alojando en su casa a su madre y a una hermana, la que casó con Hernán Flores, también fundador de dicha ciudad. Por una declaración hecha el año de 1551 se sabe que éste, era casado, teniendo hijos y nietos y que haría 7 años que murió su madre, quedando dos hermanas y tres hermanos con él y cuando murió su padre, ayudó a casar a sus hermanas, metiéndose los hermanos de frailes. Así mismo dijo que el año de 1529 pasó a la Nueva España, viniendo asignado para poblar el reino de la Nueva Galicia. Acompañando el año de 1540 al Gobernador de dicho reino, don Francisco Vázquez de Coronado al descubrimiento de Cibola. Así mismo declaró que el maese de campo don Garci López le tomó ganado para dar de comer al ejército en la villa de San Miguel de Culiacán.

[3] Hijo legítimo de Sancho Rentería, vecino de las minas de Guachinango en el año de 1534. Y hermano de don Juan de Rentería, Obispo de Cáceres en las Filipinas.

[4] Este año, fue testigo en la capital del reino de La Nueva Galicia el día 15 de octubre, declarando tener edad de 60 años.

[5] Al presentarse a la iglesia el día 21 de marzo de 1702, Jacinto de la Torre declaró ser español y tener edad de 16 años,además de ser natural y vecino de la villa de Jerez, firmando su dicho, mismo en el que dijo ser ya fallecido Manuel de la Torre, su padre. De igual modo lo hizo Catalina de Llanos y Valdés, española, de 18 años de edad, natural y vecina de la  villa de Jerez. Además, señaló que el pretenso le es deudor de su honra, y no firmó por no saber. En esta información fue primer testigo: Pedro González, español, de 65 años de edad y maestro de niños, vecino de la villa de Jerez que dijo tener consigo al pretenso desde muy pequeño; enseñándolo a leer, cuya declaración firmó.

[6] Don Pantaleón de la Torre, español, originario, vecino y del comercio de la villa de Jerez pidió dispensa de las tres amonestaciones, mismas que dispensó en la ciudad de Guadalajara el 2 de diciembre de 1769 su Señoría Ilustrísima, bajo pena de 50 pesos aplicados para los alimentos de las Religiosas Capuchinas de la ciudad de Guadalajara. Librando despacho al señor cura de Jerez Para que proceda a casarlo por palabras de presente, que hacen verdadero matrimonio según orden de nuestra santa madre iglesia. A este despacho dio cumplimiento el Bachiller don José Manuel Ontiveros, Cura y Vicario substituto por ausencia del propio, quien dijo: "…. no resultando impedimento canónico a los pretensos... Los casé por palabras de presente que hacen verdadero matrimonio: no procediendo a las demás solemnidades conforme el orden de nuestra santa madre iglesia, por la prohibición de velarse, lo que harán en el tiempo debido. Lo que certifico en la villa de Jerez el 21 de diciembre de 1769". Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Dispensas, Rehabilitaciones y Licencias. Fojas: 70-79 vuelta. Carpeta: 3. Caja: 128. Año: 1756-1775.

El acta de velación asentada el 24 de mayo de 1770 nos dice: "Yo el Bachiller don Eduardo de Zúñiga vele in facie eclesiae a don Pantaleón de la Torre y doña Isabel de Peredo, conjuntas personas... Siendo sus padrinos don Salvador de la Torre y doña Rafaela de Peredo y es declaración que en virtud de dispensa de vanas que impetró el consorte del Ilmo. Sr. Obispo de esta Diócesis, no habiendo resultado impedimento se tomaron las manos por palabras de presente que hacen verdadero el matrimonio, el día 20 de diciembre de 69 en la casa de la esposa, siendo el ministro de este sacramento el Bachiller don Manuel Dontyveros, en aquella sazón Cura substituto por ausencia del señor don Antonio Ruíz de Olaechea, Cura propietario, de que fueron testigos don Antonio Salinas y Pioquinto Juárez, presentes y vecinos…” Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Matrimonios: 5. Foja; 98 vuelta, Caja: 139, Año: 1761-1770.

[7] Nació en la villa de Jerez el año de 1744 y fue hija de Andrés de Peredo y de Timotea de Escobedo y fue confirmada el 19 de agosto de 1754 en la villa de Jerez de la Frontera.

[8] Visitación que hizo su Señoría Ilustrísima al testamento de don Pantaleón de la Torre y Salcedo. El cual dio por visitado y pagado. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Gobierno No. 1. Fojas: 201 vuelta - 207. Año 1683-1799. Véase transcripción del mismo al Apéndice, documento No. 8.

[9] Dispensa Matrimonial dada por el Obispo de la Diócesis y Reino de la Nueva Galicia el 4 de septiembre de 1780. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Dispensas, rehabilitaciones y licencias. Fojas: 39-40 vuelta. Carpeta: 4. Caja: 128. Año: 1776-1789.

[10] Hija legítima de don Andrés Peredo Terán y de doña Timotea de Escobedo Valenzuela, casados en la villa de Jerez a finales del mes de enero de 1741. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Exhorto de Matrimonio, 21 de enero de 1741. Fojas: 1-2 vuelta. Nació en la villa de Jerez el 16 de junio de 1746 y fue bautizada el 8 de julio de ese mismo año. Falleció de vejez a la edad de 75 años en la villa de Jerez el 30 de agosto de 1825 y se sepultó con entierro mayor y fábrica de diez pesos, con misa, vigilia y tres pozas.

[11] Mejor conocido como Ignacio Dávila (Escobedo), dueño de toda la manzana que circunda la plaza Tacuba de Jerez, Zac. A esta plaza se le conoció a mediados del año de 1850 como "Plaza Dávila", por estar dichas fincas aledañas a la plaza y ser su propietario el mencionado Dávila. Este señor fue enterrado el 29 de enero de 1846 con entierro mayor y fábrica de 5 pesos, insignias y tres dobles, que hacen 13 pesos en total. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Fábrica Espiritual No. 3. Año: 1843-1830.

[12] Casados en la iglesia parroquial de Jerez el 30 de septiembre de 1794, sin velación. Y fueron dispensados del parentesco de cuarto grado de consanguinidad, por el Ilmo. Sr. Obispo don Esteban Lorenzo de Tristán en la Santa Visita Pastoral, hecha a Jerez. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Matrimonios. Foja: 198. Partida: sin número. Año: 1794. Sin clasificar.

[13] De su acta de bautismo se obtuvieron los siguientes datos: María Guadalupe Rufina del Refugio, española, expuesta a la casa del Bachiller don Félix Rodríguez y de doña María García, quienes fueron sus padrinos de bautizo, mismo que se realizó en el templo parroquial de Jerez el 12 de julio de 1782 por el Bachiller Bartolomé de la Torre y salcedo". Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Bautismos: 1. Foja: 105 vuelta. Caja: 4. + 1780-1784.

El ministro es hermano de su progenitor, que lo fue don Pantaleón de la Torre y Salcedo.

[14] Al pretender matrimonio dijo haber nacido en este año, a pesar de haber nacido un año antes como se puede ver en su acta de bautismo, de la que se extrae lo siguiente: “"Mució José, español, de 11 días de nacido en el puesto de El Guejote, hijo legítimo de Juan José Cabral y de María Juana de Escobedo.

Padrinos: Miguel García y doña Isabel Peredo. Bautizado en Jerez el 23 de mayo de 1769". Archivo Parroquial de Jerez. Libro de Bautismos, fojas: 61. Año: 1769.

Como se puede ver aparece como madrina de bautismo, la que habría de ser legítima esposa de su suegro, don Pantaleón de la Torre y Salcedo.

[15] Se levantó información matrimonial el 19 de abril de 1800, declarando don Mucio Cabral, ser español, soltero, originario y vecino de la feligresía de Jerez, de 30 años de edad y no saber firmar.

Doña María Rufina Rodríguez, dijo ser española, doncella, originaria y vecina de la villa de Jerez y tener edad de 19 años. No firmó por no saber. Para proceder a recopilar dicha información se presentó licencia in soriptis del Jefe Militar del miliciano don Mucio Cabral. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Informaciones Matrimoniales. Año: 1800.

[16] Juan José Cabral declaró ser español, oriundo y vecino de la villa de Jerez, hijo legítimo de José Cabral y de María Guadalupe Vázquez, de edad de 22 años, lo cual firmó, diciendo además haber violado la virginidad de Doña Juana de Escobedo, quien dijo llamarse Juana Josefa de Escobedo, española, nativa y vecina en Lo de Salas e hija legítima de don Nicolás de Escobedo y de doña Antonia del Árbol y Bonilla, difunta, De 30 años de edad y firmó, añadiendo que le entregó su cuerpo violando su virginidad, con el seguro de que ha de cazar con ella. Información Matrimonial levantada el 25 de diciembre de 1767. Fojas: 150 - 153 vuelta, Archivo Parroquial de Jerez, Zac. 

[17] José Cabral, asienta llamarse Juan José Cabral y ser español, originario y vecino de la villa de Jerez hijo legítimo de Juan Cabral y de Felipa de Hubillos, difunta. Y María Guadalupe Vázquez, declara llamarse Guadalupe Andrea y ser española, originaria de esta villa, hija legítima de Tomás Vázquez y de Rosa Carrillo difuntos. De este matrimonio fueron testigos: Juan Medrano y Pedro Medrano y los padrinos: José Tadeo de Casas y Salvadora Cabral. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Área: Sacramental. Sección: Matrimonios. Serie: Partidas y Certificaciones. Subserie: General. Caja: 139. Libro: 3. Foja: 21 vuelta. Año: 1731-1745.

La madre de la pretensa es llamada María de la Rosa Carrillo el año de 1767 en la información matrimonial de Juan José Cabral Vázquez, su nieto. Y en esta misma información se insertó una carta fechada en San José de Buenavista el 25 de diciembre de 1767 por don Simón de Escobedo, quien declaró si era su hija la madre del pretenso, a lo que dijo: ser verdad el haber tratado a María de la Rosa Carrillo, madre de la niña María Guadalupe Vázquez, y cuando la trataba ya era la niña grande, no le bajarían poco más o menos de ocho a diez años.

[18] Juan Cabral declaró ser español, originario y vecino de la jurisdicción de Jerez a pesar de que uno de los testigos y hermano carnal de Juan, llamado Francisco, dijo que el pretenso y él se han oriado juntos en la villa de Jerez, de donde son naturales. Y Felipa dijo llamarse Felipa de Ubillo y ser española y no saber firmar. Añadiendo ser vecina y natural de la villa, pero Diego de Nava, segundo testigo en su información matrimonial, afirmó conocer a la pretensa y que la ha visto criar en el puesto de Casa Blanca en compañía de sus padres. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Información Matrimonial, miércoles 25 de agosto de 1700.

[19] El año de 1672 aparece ya fallecido. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Información matrimonial. 11 de noviembre de 1672.

[20] Contrajo segundas nupcias con Andrés García de la Puente, ancestro del linaje García de la Cadena, que actualmente habita en la comunidad de La Gavia, Jerez, Zac. A doña Agustina la encontramos ya casada con este personaje el año de 1631 y aún para 1648. Entre sus hijos legítimos y de legítimo matrimonio con Mateo Rodarte, tenemos a: Miguel Sánchez, Mateo Rodarte y Juana María Rosales. Al primer esposo de doña Agustina, es decir a Mateo Rodarte se le dió merced de tierra antes del año de 1620 y actualmente estos bienes son lo que llamamos "Los Rodartes", comunidad del municipio de Jerez, Zac.

[21] La partida de entierro de esta señora, a la letra dice: “en la villa de Jerez el 4 de julio de 1696 murió Catalina Cabral, española, viuda que fue de Domingo Cabral. Administrósele el santo sacramento de la penitencia y extremaunción y fue enterrada este día en esta parroquia, con su misa de cuerpo presente. No testó por ser sumamente pobre. Y para que conste lo firmé. Bachiller don Francisco de la Rocha y Cazeres (Rúbrica)" Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Hojas sueltas de un libro de entierros, que se registraron durante los años de 1695 - 1699. Sin clasificar. Aquí aparece como Catalina Cabral, y en otros documentos es registrada con los apellidos Caldera o Pinedo, siendo realmente éste último su apellido paterno y el materno Caldera.

[22] Miliciano que participó en la pacificación chichimeca y uno de los primeros fundadores y pobladores de la villa de Jerez de la Frontera. Se le dotó de tierra y ésta se denominó el puesto de Los Pinedos. De él desciende la familia Pinedo, que habitó en el rancho de Los Cuervos, Susticacán, Zac.

[23] En el acta de defunción aparece como doña Rufina Alatorre, de 93 años de edad y que murió de ancianidad en Jerez, De donde fue originaria. Siendo la finada hija legítima de don Pantaleón de Alatorre de la Torre y de doña Josefa Ruíz de Guadiana: El apellido de Alatorre que primeramente se le designa a don Pantaleón aparece enmendado en el acta original, siendo el valido el que procede de Alatorre, que es De la Torre, Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Entierros: 5. Foja: 46 Partida: sin número. Caja: 150. Año: 1872-1878.

[24] Partida de entierro: "en la Iglesia Parroquial de Jerez el 27 de febrero de 1879 yo el Presbítero Gabino Bernal con licencia del señor Cura, acompañado de los Reverendos Padres Fray Francisco Bañuelos y Fray Mariano del Refugio Hoyos, hice las exequias solemnes que la iglesia acostumbra, con vigilia y misa de cuerpo presente por el descanso eterno del alma del Licenciado don José María Cabral y Rodríguez, de 69 años de edad, viudo de doña Pantaleona Llamas e hijo legítimo de don Mucio Cabral y de doña Rufina Rodríguez. Murió de diarrea en Jerez. de donde fue originario: confesó y recibió la extremaunción y su cadáver se sepultó en el camposanto de este lugar hoy día de la fecha". Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Entierros: 3. Foja: 19. Caja: 151. Año: 1878-1896.

[25] Casados y velados en la iglesia parroquial. Fueron sus padrinos: don Juan Escobedo y doña Catarina Cabral. Testigos: Javier Montañez y don José María de la Torre. Archivo Parroquial de Jerez. Libro de Matrimonios: 1. Foja: 60, Caja: 141, Año: 1841-1848.

[26] Doncella, originaria y vecina de la ciudad de Jerez, de 30 años de edad e hija legítima de don Dionicio Llamas y de doña María Lina Escobedo, quienes aún vivían al tiempo que declaró y Firmó su información matrimonial, verificada ante el señor Cura de Jerez, don Juan José de Orellana, el 16 de marzo de 1844 Esta información contiene las generales del Licenciado Cabral, quien firmó lo que declaró y que a la letra dice: “don José María Cabral y Rodríguez, licenciado, soltero de 30 años de edad, originario y vecino de la ciudad de Jerez e hijo legítimo de don Mucio Cabral y de doña Rufina Rodríguez, que viven". Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Información Matrimonial, 16 de marzo de 1844. Foja: 32-33.

[27] Bautizado por el Reverendo Padre Fray Pedro Manzano de licencia parrochi, en la iglesia parroquial Ms Jerez el 14 de noviembre de 1851 a los 7 días de nacido en la ciudad de Jerez. Recibió al bautizarse el nombre de José Nizandro (sic) y fue su madrina doña Clemencia Cabral y Rodríguez. El Padre Manzano se identifica como: "Religioso Presbítero del Sagrado Orden de Predicadores, Prior y Vicario Provincial del Convento de Nuestro Padre Santo Domingo y la Purísima Concepción de la ciudad de Zacatecas”. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Bautismo: 1. Foja: 126 vuelta. Caja: 8. Año: 1850-1852.

[28] En esta misma fecha fueron velados por el presbítero don Gabino Bernal, siendo sus padrinos: don Fernando Cabral y doña Francisca Cabral. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Matrimonios: 4. Foja: 56 vuelta. Caja 142. Año: 1880.

[29] Bautizada por el Presbítero don Francisco Vázquez del Mercado el 14 de mayo de 1906 en el templo parroquial de Jerez, Zac. Fueron sus padrinos el señor José Cabral y la señorita Soledad Sánchez. Fue hermana gemela de un varón, al que se bautizó el mismo día y se le dio el nombre de J. ENRIQUE, nacido en Jerez el 12 de mayo de 1906 a las 12 de la noche. Archivo parroquial de Jerez, Zac. Libro de Bautismos: 28. Foja: 68 vuelta. Partida: 497, El acta de bautismo del hermano gemelo se halla a la partida: 496. Año: 1926-1935.

[30] Recibió los Santos Oleos de manos del Señor Cura de Jerez, Presbítero Don Francisco Javier de la Torre García y fue sepultada el día 5 de septiembre de 1995 en el Panteón de El Calvario de Jerez, Zac. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Defunciones. Foja: 17. Número: 95. Año: 1995.

[31] Casados y velados por el Padre don Leonides Estrada en el templo parroquial de Jerez el 3 de septiembre de 1930. Padrinos: Aurelio Valdés Valdés y Ana María González de los Reyes. Archivo Parroquial de Jerez, Zac. Libro de Matrimonios: 17. Foja: 75. No. de Orden: 1057. Matrimonio Número: 206. Inf. Mat. No. 162.

[32] En su acta de matrimonio declaró ser hijo legítimo de Bernardino Landeros y de Píoquinta Berúmen y haber nacido el 31 de agosto de 1904 en la comunidad de San José de los Márquez, del municipio de Huejúcar, Jal.


 

martes, 2 de noviembre de 2021

EVOCANDO LA VIDA DE MIS PADRES

Texto de Julia Torres Salazar, gracias por su interesante relato.

Estoy en el patio de mi casa disfrutando de una esplendorosa Luna de octubre y viene a mi memoria el transcurso de mi vida cotidiana en la que estuve a lado de mis seres queridos: mis padres, quienes pasan como una película de recuerdos que aún viven dentro de mí ser. Al escribir estas líneas con un lenguaje sencillo gozaré nuevamente de vivencias felices y de momentos tristes.

Mis padres fueron Emilio Torres García y Lorenza Salazar Rodríguez, quienes procrearon 11 hijos: Elena, Julia, Josefina; Gerardo, Conrado, Angelina, Teresa, Emilio, Lety, Hugo y José Luis; actualmente sólo vivimos siete hermanos, mis padres ya gozan de la paz eterna.

Mi papá fue un hombre sencillo, quedó huérfano de padre desde muy chico, sólo con su mamá, quien lo dirigió con mano dura pero con amor de madre que sueña con un buen hijo, luchó para que él no equivocara el camino y no se revelara por sufrir necesidades económicas. Trabajó para darle lo necesario, así tuvo el ejemplo de su madre quien le enseñó que sólo el trabajo lo haría fuerte y lo blindaría contra cualquier espejismo.

Fue persona humilde, luchó para ganarle a la adversidad “era fuerte como un roble, aunque hubiera tormenta no caía, sólo se doblaba”. Se graduó en la universidad de la vida y con mención honorífica, “TITULO” dado por su familia. Supo ser padre y amigo, era de carácter fuerte pero de mucha calidad humana, con sus hijos varones había dialogo de amigos pero había regaños cuando era necesario, por esto se perdía algunas veces la armonía, pero pronto volvía.

Le gustaba ser niño y divertirse algunas veces al lado de mi mamá. El tiempo preferido era Navidad; nosotros en Noche Buena acostumbrábamos a ir a misa de gallo que se celebraba a las doce de la noche, después ir a la casa de mi mamá Mariquita (nuestra abuelita) a ver el nacimiento. Esa noche había tamales y algunas veces buñuelos pero no había cena de navidad o regalos; pero recuerdo que con mucha emoción esperábamos el día de los Reyes Magos, esa noche poníamos en el patio o zaguán nuestros  zapatos, mientras que nuestros hermanos sus huaraches; sobre el calzado dejábamos la cartita a los Santos Reyes; nos acostábamos más temprano y no había otro amanecer más esperado. A la mañana siguiente, nuestros papás siempre nos escondían los zapatos y nos decían que los Reyes los habían cambiado de lugar. Los buscábamos y que alegría al encontrar nuestros juguetes: para las niñas eran trastecitos de barro, muñecas de trapo y dulces; a los hermanos les traían: valeros, trompos y canicas. Gracias a nuestros padres que con tanto amor protegieron nuestra inocencia, con cuanta alegría disfrutamos estas tradiciones, bendita niñez e inocencia, al recordarlo vuelvo a ser niña. 

Los años inolvidables que viví al lado de mis padres, están acurrucados dentro de mi corazón, recuerdo su convivencia como pareja, había entre ellos una gran comunión en su vida diaria y como padres se ayudaban mutuamente para sobrellevar la dirección de la familia.

Les gustaba salir a caminar diario, después de comer se iban a disfrutar de los bellos atardeceres caminando por la alameda (alameda que recordamos con nostalgia) gozando de la sombra proporcionada por los hermosos álamos que orgullosamente erguían hacia las alturas como queriendo alcanzar el cielo, otro espacio que también disfrutaban era ir al jardín a sentarse en una banca bajo la sombra de nuestro inolvidable “Laurel de la India”. Mi papá le decía a mi mamá “vamos a la plaza a sentarnos en una banca a saborear un puño de cacahuates o semillas” (porque en ocasiones era lo único que podían comprar).

 

Nuestros padres nos dieron mucha paz y tranquilidad, desde luego que hubo días nublados en los que no había luz, mis padres sufrieron por tener una precaria situación económica y no podían darnos lo que ellos deseaban pero le doy gracias a Dios que estas carencias eran suplidas con el amor de nuestros padres, estas necesidades nos enseñaron que luchando y queriendo no hay obstáculo en la vida que impidan llegar a las metas soñadas.

Para formar y sostener mi papá a la familia la lucha fue ardua, desempeñó varios oficios, estudió solo la primaria, él recordaba con cariño a su maestra Antonia Macías Romero, le gustaba leer, por él nos nació el interés hacia la lectura, tenía bonita letra. Disfrutaba escuchando música como valses vieneses, desde luego la música romántica y una de sus preferidas: Las cuatro estaciones de Vivaldi. Recibía varias revistas como Papel de humo, Proceso, Selecciones, Enguardia (revista que sólo se editó en la segunda guerra mundial) y que aun conservamos algunas.

Su deporte favorito era el beisbol, cada domingo como devoción y sin pasársele la hora, agarraba su banco y se iba al campo deportivo Cuauhtémoc a disfrutar de un bien encuentro. Llevaba su banco porque en su tiempo no estaba el campo deportivo acondicionado como actualmente se encuentra, carecía de gradas y aún más ni circulado estaba, pero eso si había un gran equipo de béisbol “Los rojos” con su gran pitcher Antonio Lares. Este equipo cubrió muchas veces de gloria el campo deportivo Cuauhtémoc con sus famosos triunfos en encuentros con equipos visitantes y de primera división, “Los rojos” fueron reconocidos fuera de nuestro municipio como un gran equipo, así como su pitcher.

“Honor a quien honor merecer” el gran patrocinador y ferviente aficionado fue el sacerdote Timoteo Hernández, él fue quien dio un gran respaldo a este equipo y a él se le debe la integración de “Los rojos”.

Mi papá tenía delirio por las plantas, él era feliz de que en la casa siempre hubiera macetas llenas de flores. En una ocasión mi mamá necesitaba mandado para la cocina, se lo encargó a papá, pero rato después llegó mi papá con unas flores preciosas, se las dio a mi mamá y le dijo “aquí está tu mandado”, salió al patio y comenzó a acomodar las macetas; esto no fue del agrado de mi mamá porque rato después mi papá se sentó y pidió de comer , entonces mi mamá le dijo “no hay comida, ahora comen plantas”, en ese momento mi papá se dio cuenta que en verdad mi mamá estaba molesta. 

Como dije antes, mi papá desempeñó varios trabajos en su lucha por la vida y así forjarse una coraza que lo libraría de los vendavales que enfrentaría al cruzar los ríos de la vida, trabajó en el rastro municipal que estuvo ubicado en la finca de la esquina Zaragoza-Paseo, ahí soldaba botes de manteca, sus instrumentos de trabajo eran un brasero que encendía con carbón, un cautín y barras de soldadura de estaño, fue empleado en una embotelladora de sodas que había aquí en Colotlán, la dueña era de nombre Mercedes Castañeda. Cursó por correspondencia Práctico de radio y televisión, recibió el diploma de fin de curso en 1956 por National School de la ciudad de los Ángeles California, estudio que practicó muy poco. 

Con el señor Pablo Iturriaga tuvo la oportunidad de enseñarle a trabajar el oro y la plata. En la casa acondicionó un pequeño taller para laborar, su equipo de trabajo era muy exquisito y lamentamos no haberlo conservado. Este oficio como lo disfrutó, elaboró muchos trabajos, entre ellos: pulseras con monedas de 20 centavos, se plata, se milagros; aretes, anillos, algunos eran esmaltados y grabados, las argollas de matrimonio de mi hermano Gerardo él las hizo.

No fue conformista y siempre estaba buscando nuevos horizontes, compraba revistas como “Mecánica popular”, en ella encontró algo que lo entusiasmaba y sin pensar si podía o no se embarcó en una nueva aventura y adquirió un equipo de soldadura autógena (aquí en Colotlán fue pionero en tener esa clase de equipo), se atrevió a trabajar solo con las instrucciones y un catálogo, trabajo que gracias a Dios le gustó, así empezó a elaborar puertas, ventanas, canceles, cercos, barandales, vigas y repisas para macetas, trabajos que hoy todavía lucen en algunos hogares de nuestro bello Colotlán. Este taller lo instaló fuera de la casa, tuvo bastante demanda en su trabajo y con el adquirió experiencia y confianza en sí mismo. Tiempo después compró otro equipo de soldadura eléctrica, aparato con mejor capacidad, poco a poco fue montando su taller con más y mejores herramientas.

En el templo de San Nicolás cuando el padre Timoteo Hernández era el capellán, le encargó a mi papá restaurar las ventanas de la cúpula del templo. En la capilla de San Lorenzo también se encuentran trabajo de él. 

En una de las administraciones municipales del señor J. Refugio Raygoza Pacheco, le mandó hacer unas lámparas estilo colonial, mismas que fueron colocadas en las calles Hidalgo, Independencia, Centenario y Morelos; aun conservamos una de ellas en servicio instalada afuera de nuestra casa.

Cuando ya gozábamos en nuestro pueblo de los servicios de agua potable, drenaje y energía eléctrica, fue uno de los primeros que empezó a hacer instalaciones de baños y de tuberías para agua potable dentro de algunos domicilios, también hizo instalaciones eléctricas; para este trabajo ya le ayudaba su hijo Emilio quuien siguió su profesión, actualmente él tiene establecido su propio taller de herrería, equipado con mejores aparatos y una tecnología más adelantada, al igual que mi padre ha realizado varios trabajos desde luego: puertas, ventanas, canceles, vigas, cercos, repisas, en algunas escuelas del municipio ha instalado columpios y canchas de juego; en el municipio de Santa María de los Ángeles se encuentran varios trabajos realizados por él. El barandal de la capilla de San Lorenzo también es trabajado de mi hermano, mi padre al igual que mi hermano con sus trabajos dejan huella de su arte en esta región. 

Mi papá fue miembro de la banda de música que había en su época, formada por varias personas oriundas de nuestro pueblo, todas ellas de feliz recuerdo, fotos de este grupo se pueden encontrar en la casa de la cultura expuestas al público.

Cuando faltó mi papá, mis hermanos varones ya habían salido de la casa alejándose del terruño para emprender la aventura de sus vidas llevando las alforjas llenas tan solo de ilusiones, la lucha fue dura y difícil pero con tenacidad lograron vencer las barreras que se interponían para realizar sus sueños, lucharon, vencieron y tuvieron la satisfacción de llegar al final de algunas de sus metas, el recuerdo de mi papá fue la fuerza que los sostuvo en la lucha, creo que con satisfacción de llegar al final de algunas de sus metas, el recuerdo de mi papá fue la fuerza que los sostuvo en la lucha, creo que con satisfacción y por qué no también con orgullo podrán decirle a mi papá “gracias, esperamos no haberte fallado”.

Mi mamá fue la columna donde se sostuvo la familia, fue una mujer que tuvo la dicha de que Dios la bendijera con una larga vida, sus 101 años los gozó llena de lucidez y fortaleza física, perdió pronto a su esposo, quedó sola con sus hijos, pero su temple de mujer de fe y a pesar de las vicisitudes que da la vida, sostuvo su hogar con los mimos anhelos que tenía mi papá, pudo y tuvo la satisfacción de ver a cada uno de sus hijos realizar sus sueños por los que lucharon, damos gracias a Dios por habernos concedido la dicha de gozar tanto tiempo a nuestra madre.

Mi mamá en su juventud fue espectadora y aún más vivió uno de los acontecimientos que en los anales de la historia de nuestro pueblo nos narran, nuestro Colotlán fue escenario de varios sucesos históricos, uno de ellos la guerra cristera, hago mención a esta época porque como dije antes, mi mamá tuvo la experiencia de vivir uno de esos sucesos, a nosotros sus hijos nos gustaba que nos platicara esos acontecimientos, nos sentábamos a su alrededor para que nos contara sus recuerdos, uno de ellos es el que trataré de narrar en palabras sencillas como lo platicaba mi mamá:

… Durante la guerra cristera los templos católicos estaban cerrados, no podía uno practicar su religión con libertad, por lo mismo cualquier acto religioso se hacía a escondidas, en ese tiempo y para pedir por la paz (sin recordar la fecha) se organizó una peregrinación para ir a visitar a la virgen del Rosario que se venera en Santiago Tlalteloco, se hizo la invitación a varias personas muy secretamente, aquél día aproximadamente a las 4 de la tarde en el lugar conocido como el camposanto (donde ahora se encuentra el Seguro Social y la Secundaria) nos reunimos como unas 50 personas, casi éramos puras mujeres, para de ahí salir caminando a Santiago, de pronto llegaron los soldados acompañados del presidente municipal que era el señor J. Guadalupe Rivera. Nos rodearon, todas permanecimos calladas y muertas de miedo, enseguida nos dieron la orden de caminar. Formadas bajamos por la calle Zaragoza, dimos vuelta por la Centenario y luego bajamos por la Cuauhtémoc hasta la presidencia municipal, siempre vigiladas por los soldados, nos revisaron a cada una nuestra ropa y todo nuestro cuerpo porque decían y sospechaban que escondíamos algo y se lo llevábamos a los cristeros. En la cárcel estuvimos toda la noche y el día siguiente, algunas de las detenidas salieron esa noche, eran persona de buena solvencia económica y sus familias pagaron la multa. Nos tenían incomunicadas, lo único que hacíamos era rezar y rezar por el miedo que teníamos, yo salí hasta el otro día, mi papá pagó 5 pesos de multa. Cuando estábamos en la cárcel nos llegaron muchas canastas con comida, pero así como llegaban se las llevaban, porque por el miedo que teníamos no podíamos ni comer, cuando salimos nos dimos cuenta que frente a la presidencia había mucha gente, entre ellos cristeros muy discretos, que por temor no hicieron nada para que no fuera haber un enfrentamiento y alguno se matara. Nunca supe quién nos delató, por esta razón ya no se volvió a organizar otro acto religioso…” Esta es una de las experiencias vividas por mi mamá, en los sucesos históricos de nuestro querido Colotlán.

Mi padre siempre nos decía “en la lucha por la vida ninguna barrera los detenga, permanezcan siempre de píe, no importa que tengan que caer, conserven un buen amigo, sean siempre una familia unida y no importa el éxito que alcance, nunca olviden su origen, porque un árbol sin raíz se seca”. Estos recuerdos están llenos de amor, admiración, respeto y agradecimiento a estos seres queridos que Dios nos dio como padres. 

Esta recolección de recuerdos los compartos en esta narración escrita con palabras sencillas y carentes de prosa agradable pero me es difícil transmitir la emoción que siento aunque a la vez nostalgia por lo que ahora solo recuerdos son.


"MIS PAPAS: UN POEMA EN MI RECUERDO"


Clementina de León Sánchez 


Dar gracias a Dios por los padres que nos dio, hasta esa edad de la adolescencia no había pasado por mi mente. Fue entonces cuando el Padre Nicolás Sánchez, maestro de religión y de acuerdo al tema de su clase, nos  hizo comprender ese deber; desde ese momento, analizando el motivo por el  cual debía yo estar agradecida, descubrí que es el más grande y el más justo de los deberes que con el Creador tenemos, pues ¿Qué hay en esta tierra que  merezca más nuestra gratitud por habérsenos dado? 

Lo que admiro a mi papá es que él la diseñó sin copiar ninguna otra de las ya construidas en el pueblo. Los arcos tienen forma y dimensiones diferentes así como la distribución de los espacios. Me parece muy singular la forma que se le dio a la escalera, la que conduce a lo que era el pajar. Un cuadrante. He observado que en Colotlán hay algunas casas que parecen réplica una de otra: Son semejantes la ubicada en Morelos No.2 y la que se localiza en Independencia No.87, !a ubicada en Guerrero No.27 y la de Guerrero No.22.

La de esquina Morelos y Paseo, la de Obregón No.7, y la de Hidalgo No.21 esquina con Basilio Terán. Son 3 casas similares.

La que mi papá construyó no se parece nada a ninguna otra, por eso le reconozco la originalidad en su creatividad.

Su seriedad nos infundía a sus hijas mucho respeto, pero siempre hubo momentos de conversación amena que propiciaba la confianza y así le pregunté ¿Por qué no se fue al seminario? siendo su respuesta "porque se me clavó una astilla en este dedo" (el meñique). Permitió a mi mamá participar como miembro muy activo durante sus mejores años en la Acción Católica Femenina, pues durante tres períodos continuos resultó electa Presidenta.

La recompensa para los dos fue que el Sr. Obispo Antonio López Aviña oficiara su Misa de Acción de Gracias por sus 25 años de Matrimonio en noviembre de 1961 y que en su homilía lo señalara y les agradeciera su generosidad. Posteriormente mi mamá siguió contando con su anuencia para trabajar con el ahínco que le caracterizaba en esa obra.

Siendo yo alumna de 1er. Grado de Primaria sentado él en su equipal en la puerta de la casa los domingos o jueves por la tarde me subía yo en sus piernas él me preguntaba de lo que hacía en la escuela por lo que le relataba muy puntualmente mis actividades desde el inicio hasta el final de la clase.

Por aquellos años mi mamá tuvo que ir a la ciudad de México a consulta con el Doctor. Recuerdo que en esa ocasión un día domingo por la tarde casi noche, me llevó a la plaza seguramente a dar la vuelta. Frente a la presidencia se encontraba un gran camión de carga con ganado para llevar a vender, no sé por qué mi papá se tuvo que subir alas redilas como a revisar algo del ganado, pero cuando estaba en el borde de la redila se desequilibró cayendo hasta el suelo ocasionándome tremenda angustia, la que desapareció al ver que se levantaba sin la más mínima herida. Mi papá era muy fuerte.

Allá por los años setentas se dirigía al rancho de las Atarjeas en una camioneta ya desgastada por lo que fallaron los frenos un poco antes de doblar a la derecha para entrar al antiguo puente de piedra sobre el Río Cartagenas, el cual fue construido por iniciativa del Sr. Cura Cristóbal Magallanes, ahora San Cristóbal; en el momento en que falló el vehículo se le presentaron dos opciones: dejarse ir contra un paredón de roca o girar hacia el lecho del río, optó por lo segundo, pues contra el paredón hubiera sufrido un impacto de funestas consecuencias, en cambio al saltar la troca sobre el río las aguas amortiguaron el golpe y por obra de Dios no sufrió ni un raspón, pues en ese momento se encomendó al Santo Niño de Atocha. Cuando por la noche regresó a casa no comentó nada, seguramente para no preocuparnos. Lo supe otro día cuando iba a la escuela al encontrarme con don Cuco Raygoza me preguntó por la salud de él ya que se había enterado de lo sucedido. Aunque yo sabía que mi papá se encontraba bien, me pareció muy larga la jornada de ese día para regresar a la casa a confirmar que efectivamente estaba bien. No esperó que nos desocupáramos para acompañarlo, otro día se fue a Plateros a agradecer al Santo Niño tan evidente milagro. Mi papá fue un hombre de fe. Por sobre todas las cosas le gustaron los caballos. Siempre platicaba las historias de cada uno de los que tuvo. Su Nombre, a quien se lo compró, que edad tenía cuando lo adquirió, en qué rodeos participó con él y también recordaba sus finales. Llegó a tener Pie de Cría, ocupaba el potrero más grande con puro ganado caballar. Yeguas, Caballos, Mulas y Machos. A finales de los años cuarentas, su cuñado, mi tío Herminio le compró un potrillo de Pura Sangre en Estados Unidos, se lo embarcó por tren y en troca lo fue a recoger a Zacatecas.

Recuerdo que resultó todo un recibimiento a su llegada, se reunieron en la casa los muchachos que trabajaban en la tienda, el que manejaba la camioneta de repartir el refresco "Del Norte" (Barrilitos, Pep, Del Valle Hit y la cerveza "XX" Y "Superior", nosotros la familia, y algunos vecinos. Venían con el potrillo el joven que manejaba la troca en que lo fueron a traer Fernando Amozorrutia, don Manuel Gálvez que iba a ser su entrenador y mi papá. Entró el potrillo a la casa y con paso solemne recorrió el zaguán, patio, pasillo y patiecito hasta llegar a su habitación la caballeriza mejor ubicada. A ese potrillo lo llenó de muchos cuidados, en primer lugar le contrató un entrenador, quien a diario lo peinaba y sacaba a pasear, con frecuencia lo bañaba y revisaba su salud. Cuando el caballo cumplió tres años de edad contrató al fotógrafo del pueblo para que lo viniera a retratar, como yo me encontraba por ahí  jugando se le ocurrió montarme, por lo que en la foto estamos los dos el  caballo y yo. Al reverso de la foto mi papá le escribió: 

"Edad: Tres Años", alguien que vió la leyenda preguntó a quien se refería la edad, a lo que rápidamente contestamos "es la edad que tenía el caballo". Los caballos fueron su pasión.


Fue un hombre que sin estudios supo adquirir hábitos que le propiciaron tener una vida saludable. Durante los 94 años que el Señor le concedió vivir, no necesitó de bastón ni de ningún otro apoyo para caminar, no cojeó, no se encorvó no necesitó prótesis dentales ni le creció el estómago, es decir nunca aparecieron en el las principales características de un anciano, esto lo advertí cuando el Padre Claudio Macías Orozco en la última vez que nos saludamos me dijo" Tu papá no fue un anciano" Siempre observé que prefería los alimentos más sanos, verduras, en la comida, calabaza, camotes en el desayuno. No fumó, no tomó en exceso, hizo ejercicio pues montó a caballo hasta edad muy avanzada, no se desvelaba, no padeció de insomnio y su principal característica fue la de ser muy trabajador. Durante algunos años atendía tres ranchos, el de su propiedad Las Huertas, El Yerbaniz, de mi mamá Chita y las Atarjeas de mi mamá y sus hermanos. Recuerdo que en un terreno de riego, recogía una cosecha y al otro día ya estaba preparando el cacahuate para sembrarlo de inmediato. Siempre tuvo cuidado de alternar los cultivos. Cundo estudiaba yo la Normal, una materia no de las básicas se refería a sugerir estrategias para aplicar en la agricultura. En un capitulo decía la forma de hacer los surcos en un terreno inclinado por lo que pensé pasarle a mi papá esa técnica que para mí era novedosa: hacer los surcos en semicírculo a lo que el me contestó que sí, efectivamente así se debían de hacer y además me dio una explicación sobre técnicas para la hechura de surcos con arado de bueyes y con arado de mulas. Conocía todo lo que al campo se refiere. Trabajó la agricultura, la ganadería y el comercio, desde luego todo en pequeña escala.

En la casa tanto a la hora del desayuno como en la de la comida, exigía los alimentos bien sazonados y tortillas calientitas o bien calentadas, pero cuando íbamos al rancho él se ocupaba de acercar la leña, de prenderla y de calentar los tacos, se mostraba como un excelente anfitrión.

En sus negocios no todo fue éxito tuvo sus desaciertos y entonces mi mamá decía: "pobre de tu papá él solito se enseñó a trabajar".

Platicaba él que cuando su mamá se puso muy enferma, tanto él como mi tío Salvador se encontraban en Estados Unidos (trabajando) eran los mayores de la familia y al recibir la carta que les daba la noticia de inmediato le dijo a su hermano "Nos vamos a México, nuestra madre está enferma" mi tío sugirió quedarse él pero mi papá le contestó: "Mi madre está enferma y nos vamos a atenderla". Los dos se vinieron. Me platicó Doña Mariquita Mayorga, esposa de Don Salvador Macías hermano de mi abuelita Anita y por ende su cuñada, que mi papá atendió a su mamá durante su enfermedad como si fuera una hija, la aseaba cuidadosamente y con mucha amabilidad. ¿Qué mejor prueba de que mi padre tuvo un corazón de oro?

Ese gran corazón se lo demostró a mi mamá durante su matrimonio porque ella cuatro o cinco días antes de morir le dijo: "Gracias Manuel porque fuiste muy bueno conmigo". A él le brotaron dos lágrimas de sus ojos.

Murió ella y once años vivimos los dos haciéndonos compañía uno al otro, durante ese tiempo nos identificamos aún más, él aunque no me lo decía valoraba las atenciones que le tenía, yo en su rostro advertía su agradecimiento.

Mi mamá. ¡Qué decir de mi mamá.! Era tierna y dulce, cuando veía que nos estábamos portando muy ma! nos decía: "qué ganas que su papá las viera por el agujerito de la puerta para que se dé cuenta que no son tan buenas niñas como él piensa". La verdad si nos preocupaba que se fuera a enterar de nuestro comportamiento cuando él no estaba; también nos decía que necesitaba tener cerca una varita que no nos hiciera daño pero que sí nos doliera. Esa varita nunca la tuvo a su alcance o nunca se decidió pues también decía que no le gustaba que golpearan a los hijos, y nunca lo hizo con nosotros. No fue una mamá muy estricta ni se alarmaba demasiado por nuestros comportamientos propios de la edad. Cuando estaba en 6°. Grado un grupo de compañeras empezamos a tener novio. Noviazgo que consistía en que el muchacho nos acompañaba en el recorrido de una cuadra o nos mandaba boletitas. En ese tiempo funcionaba diariamente la escuela de Catecismo; y todos los días al salir por la tarde de la primaria llegábamos al Catecismo; a su vez nuestras mamás asistían a las Juntas de la Acción Católica y el Sr. Cura Candelario Ayala aprovechó para ponerlas al tanto; mientras que a mis compañeras las reprendieron fuertemente, mi mamá sólo me dijo lo que el Sacerdote les había comunicado, me preocupó que ella supiera y ahí terminó todo. Jamás nos limitó los permisos para donde queríamos: al cine, al jardín etc.

Igual que la suavidad de su carácter era la suavidad de sus manos, me peinaba para irme al Kinder o la Primaria y eran caricias lo que yo sentía en mi cabeza. Cuando me enfermaba, con cuanta dulzura me pedía que me tomara la medicina o los alimentos y con qué delicadeza me aplicaba los ungüentos cuando era necesario. 

A mi mamá le preocupó siempre mucho la educación de sus hijas, pero no precisamente que alcanzáramos un grado académico; le preocupaba más bien nuestra formación (ojalá no la hayamos defraudado) y así a la temprana edad de 8 y 9 años mandaron a mis hermanas al Colegio del Refugio en Totatiche para cursar 2°. y 4°.

Grados de primaria respectivamente. Esa es para mí una gran prueba de que anhelaba una buena formación para sus hijas.

Con frecuencia invitaba a Julia Flores para que la acompañara a hornear riquísimos quequis y deliciosa repostería, lo que toda la familia saboreábamos placenteramente durante dos o tres días. Era muy amigable y por las tardes solía visitar a sus vecinas: Doña Lupe la de don Aureliano Huízar, Rosita Loera, Trini la de José de Luna, Sara de León, Ya después Marianita de don Luis Pérez Jara, Goya de León y Conchita Gálvez. Con todas ellas entablaba conversaciones muy amenas.

Nos comentaba de sus aptitudes para la declamación y el Teatro, de sus participaciones desde muy niña particularmente un Monólogo titulado "QUIEN FUERA VIEJA" (al parecer se trataba de la queja de una niña por las represiones de los adultos), obra que al ser interpretada por ella en lo que entonces era el teatro "Víctor M Sandoval" después propiedad de don Lauro Martínez y ahora de su hija Tere ubicado en la calle Morelos No, 15 y que funciona como Funeraria "La Aurora" arrancó al público nutridos y efusivos aplausos, pues fue necesario que la repitiera tres veces por la insistencia de los aplausos. Al final las personas se pusieron de pie expresando su reconocimiento. Entre ese público se encontraban sus papás, que seguramente también lo hicieron. ¿Quién a esa edad ha recibido semejante homenaje? Siguió participando en el teatro en obras que se presentaban en el pueblo ya fuera por parte de la Escuela, de grupos sociales o de grupos de la Iglesia, casi todos preparados por don Rafael Soriano. En la que destacó sin precedente y como protagonista fue en "JUANA DE ARCO" actuación que desde luego no nos tocó presenciar pero conservamos varias fotos en las que podemos constatar la originalidad de la caracterización en cuanto a vestuario. (Acorazado de lámina metálica).


En alguna ocasión me dieron a declamar el poema de Rafael  Zayas Enríquez "CINCO DE MAYO" y al enterarse, con alegría me dijo "Esta poesía yo también la declamé cuando estaba en la escuela……. en seguida como recordando aquel momento alzó la voz diciendo:

¡Ahí están, ellos son, ved como llegan

Cual águilas pujantes que confían

En su fuerza de valor….

Ved cual despliegan las columnas

Y activos desafían

A la ciudad y al fuerte,

Ansiando el triunfo y sin refinar la muerte!

Raza de Cuauhtémoc, raza abnegada,…..

¡Es indescriptible la belleza que imprimió en tan corta interpretación!  ¡Qué naturalidad! ¡Qué timbre de voz! ¡Qué maravilloso sonaron aquellas palabras describiendo la bravura de nuestros Héroes Mexicanos en la Gloriosa Batalla de Puebla. 

Ambos, papá y mamá siguen siendo un poema en mi recuerdo.

UN LEGADO DE AMOR Y DEDICACION

Por: José Alonso Serrano Campos

En este documento comparto la historia de vida de una entrañable familia que sentó bases en Colotlán y a quienes se les guarda un especial aprecio, en palabras de una de sus hijas: Esther Vázquez Felgueres. Recopilación hecha en Colotlán, Jalisco el 17 de Mayo de 2013 por su servidor.

 DR. RAÚL VÁZQUEZ RUVALCABA Y MA. LUISA FELGUERES DEL REAL

Doña Luisa o Luisita fue el honroso nombre que se ganó a pulso mi mamacita, después de atender con enorme dedicación y responsabilidad durante 40 años el negocio que su esposo, el Dr. Vázquez le dejó enseñándola a conocer las propiedades maravillosas de las medicinas que se manejan en una Botica.

El Dr. Raúl Vázquez Ruvalcaba era originario de Apozol, Zac. y después de una niñez dedicada a las labores del campo, terminando su instrucción primaria, un doctor amigo de la familia los convenció para que lo mandaran a estudiar a la ciudad de Guadalajara con uno de sus hermanos que ya radicaba en esa ciudad. Con grandes esfuerzos hizo la Preparatoria y luego ingresó a la Facultad de Medicina. En esa época se llevaba el Plan de Estudios de la Academia Francesa y tenían que traducir día con día sus libros de texto como Medicina Interna tomos I, II, y III y los que correspondían al grado que iban estudiando, pero fueron un grupo muy unido se apoyaron unos a otros de manera tan decidida que sacaron adelante su carrera, realizaron sus Servicio Social en el antiguo Hospital de Belén y él, mi papá obtuvo su Título de Médico Cirujano y Partero en el año de 1931.

Cuándo llegó a esta población encargado de los Servicios de Salubridad y Asistencia Pública, conoció a la que sería su esposa, una joven de 17 años.

Tuvieron que casarse en una ceremonia muy sencilla y casi en secreto en una casa particular por los conflictos sociales y religiosos que sufría el país, después de la Guerra Cristera, donde todavía la libertad de cultos no se restablecía y se sufría la persecución de los sacerdotes. Aquí se recordaba con gran tristeza y temor que en esta ciudad fueron ejecutados los mártires, Cristóbal Magallanes de Totatiche y el joven Agustín Caloca del Teúl de González Ortega.

El Dr. Vázquez y su esposa se fueron a la ciudad de Tlaltenango, Zac., donde nacimos sus primeros hijos Ofelia y yo, luego radicaron en otros lugares como Aguascalientes y en Ciudad del Maíz, S. L. P. Regresaron a este lugar cuándo enfermó su mamá Mercedes del Real, y decidieron ubicarse aquí definitivamente. Mi mamá la Sra. María Luisa Felgueres del Real era originaria de este lugar, tuvo una niñez muy difícil pues perdió a su padre a los dos años de edad, y sobrellevó una dura situación económica, pero con la alegría natural de sus pocos años venció esta adversidad y su infancia transcurrió normalmente, según nos contaba era muy querida por el entonces Inspector Francisco (Paco) Huizar y ya no había regaños cuando su tía la Profra. María del Real le exigía mas dedicación en sus tareas. Tenía tan buena memoria que guardaba anécdotas muy divertidas de esa época: como la de una Maestra que en los exámenes orales, donde asistían toda clase de autoridades y padres de familia, una de las preguntas era.

-¿A ver niños, porqué esta tan verde el cerro de Santiago?

A lo que un niño muy seguro contestaba.

-¡Porque hay munchos venaos Maestra!

-Muy bien, muy bien Panchito.

O aquella que trataba de Historia.

-¿Qué hizo Don Miguel Hidalgo cuando la conspiración de Querétaro fue  descubierta?

Y movía las palmas de las manos en una forma tan inequívoca que sus alumnos comprendían inmediatamente y respondían.

-¡Su chocolate, Maestra, su chocolate!

-Muy bien, muy bien, mi Jacintita. Un aplauso para esta niña tan lista. 

Después cuando terminé mi carrera de Profesora Normalista, me bromeaba acerca de las preguntas de mis exámenes.

Así que cuándo conoció al que sería su esposo, encontró el apoyo del padre que le había faltado.

A su llegada a esta ciudad e instalar su Consultorio y Botica, ella se convirtió en su mejor colaboradora, pues inmediatamente contó con la ayuda invaluable para atender a sus hijos, de sus hermanas Mela y Meme como las nombrábamos con cariño, que aunque  tenían a su cuidado a la Tía Pola, pronto se integraron a la nueva familia.

Ella era su enfermera, su asistente, preparaba las fórmulas medicinales que iba necesitando para sus pacientes, pues contaba con un surtido y magnífico Botamen, compuesto por sales químicas, con las que preparaba pomadas y cremas para quemaduras, polvos para infecciones intestinales, jarabes para la tos y muchos otros compuestos pues había muy pocas medicinas de patente. Todavía conservamos todas esas valiosas sustancias. Pero las comunicaciones mejoraron y su Farmacia  Modelo, como el quiso que se llamara, pronto recibió las visitas de muchos representantes de Laboratorios. Cuando ya estuvo instalada en el lugar que actualmente ocupa, era muy elegante, todos sus muebles  estantes y vitrinas eran de madera y cristales, acondicionó grandes aparadores donde  se exhibían regalos, juguetes, ropa, perfumería.

Además como no se contaba con energía eléctrica regular, se le doto de un Refrigerador, que funcionaba con gas butano.

Después de años de una esforzada y dedicada labor, que no conocía horarios, ni comodidades, mi Papá, atendía con urgencia, piquetes de alacrán, mordeduras de víboras, pleitos con heridas de balas o cuchilladas, ir a caballo para atender a sus pacientes a ranchos, y comunidades lejanas como El Saúz Tostado, El Carrizal, El Epazote etc., todavía hasta hoy se reconoce su trabajo, como médico general atendió niños, señoras y ancianos.

Con frecuencia realizaba delicadas intervenciones quirúrgicas, su enfermera era su esposa y otras, según la gravedad del caso, se apoyaba en la colaboración del Dr. José León Oropeza que residía en esta ciudad. También atendía graves accidentes laborales ya que fue el médico oficial de la compañía constructora que realizó la primera carretera de terracería que tuvimos en la Zona Norte de nuestro estado, Tepetongo-Tepechitlán que benefició a su paso a varios pueblos de Jalisco entre ellos Colotlán y que gracias a la solicitud  del Gobierno de Zacatecas, se lograría el ambicioso proyecto  de la construcción de la gran presa de Excamé, concedida por el entonces Presidente de la República Lic. Miguel Alemán Valdés quién realizó giras de trabajo por estos lugares.   

Así pasaron los años, sus hijos crecieron y ellos con la intención que nos preparáramos para la vida, nos mandan a estudiar a Guadalajara, y fue en esa época que la salud de mi papá comenzó a resentirse ya que su corazón se afecto gravemente y en unos cuantos meses, murió en esa ciudad, el 1º. de Marzo de 1957, dejando a su esposa con una gran familia a su cargo. Entonces ella demostró su gran valor,  entereza y responsabilidad al frente del  negocio. Aquí quiero agradecer a los Doctores que la apoyaron, Alejandro Marrufo, Rafael Aceves, Jorge Carrazco, Raymundo Sinencio, Feliciano Rosales y tantos otros.

Ahí pasó en su Botica, inviernos y primavera, le favoreció muchísimo que en ese tiempo cada Laboratorio mandaba a sus Agentes de Ventas y a pesar de las pésimas condiciones de nuestras carreteras traían hasta este remoto lugar, vía Zacatecas, lo mas avanzado de sus productos farmacéuticos como Bayer, Squib, Roche y otros, le dejaban Literatura Médica y le comentaban:

-Esto es lo mas avanzado para tal o cual enfermedad.

Así conoció las propiedades de la  Amoxicicilina, Antihistamínicos, Antivirales, Bromexina, Sulfas todo lo que iba saliendo al mercado; pero además ella manejaba medicinas tradicionales como perlas de éter, gotas para los ojos y oídos, analgésicos de libre venta y otras de las exigencias de sus clientes.

Como el de un joven que le solicitó le  preparara unos polvos para el amor, pues los necesitaba con urgencia.

Ella le respondió que no los conocía, que nunca los había elaborado, pero el muchacho le insistió tanto, que ella accedió, nos contó después que había mezclado talco para bebé y para dama, que tuvieran un agradable aroma y en una envoltura muy discreta se los entregó.

El joven regresó al poco tiempo, agradeciéndole mucho, le dijo que habían sido muy efectivos pues los polvos se los puso en unas flores y chocolates y que la muchacha que pretendía cambió de actitud y le correspondió.

Y así tantas anécdotas que tuvo a lo largo de esos 40 años, como la de una señora que le iban a amputar su pierna derecha, mi mamá logró salvársela con los medicamentos que ella misma le aplicaba inyecciones y capsulas con constancia y fe en ellos, la favorecieron y continuó con muy buena calidad de vida.

 
Sra. María Luisa Felgueres viuda de Vázquez

Pero también atendía a sus hijos y encontraba la manera de divertirnos, desde temprano le decíamos:

-“Mamá en la noche asústenos”

Ella contestaba 

-“No luego corren y se asustan”

Pero insistíamos y ella nos dejaba con la duda. Eran épocas muy distintas, sólo se contaba con un débil alumbrado en las calles y en nuestras casas. El pueblo se veía como en penumbra, el escenario se prestaba y su ingeniosa imaginación, nos sorprendía a pesar de que sabíamos que era ella. Unas veces era un desconocido con uniforme militar que fumaba en la sombra de un gran guayabo que estaba en el patio, y con un discreto “chist, chist” nos llamaba. Otras veces en una gran jaula con un pie que le daba altura, disfrazaba a una mujer, con falda larga, zapatos, blusa, lentes y sombrero, la colocaba al final de la escalera, corríamos porque ella nos seguía con una sábana blanca y con una lámpara en la cara le daba una luz mortecina, nos deteníamos y esa vez la última en la fila era mi hermana Maye  y que se desmaya, ella pronto se quito todo la abrazó y le dijo:

-“Mi hijita, mi hijita soy tu mamacita, acuérdate que me lo pidieron”

Maye se repuso pronto y todos nos reíamos, pero siempre nos sorprendía con algo diferente, mis Tías decían:

-“Hay Mariquita siempre jugando con sus hijos”

Pero ellas le ayudaban proporcionándole lo que necesitaba.

Otras de sus grandes satisfacciones, como jefa de familia, era festejar los cumpleaños de sus hijos, 10 mujeres y 3 hombres. Sobre todo los  15 año, aquí había muy buenas Orquestas, pero ella se esforzaba mucho mas. Por ejemplo en un festejo de una de mis hermanas trajo a la Sonora Zacatecana de la ciudad de Fresnillo, Zac., que en ese tiempo era de las Orquestas mas populares en la Región y se escuchaba increíble. Todas estas fiestas se efectuaban en el gran patio de su casa, que le añadía un trato familiar y cordial a sus invitados que acudían en gran número. Para su Hija  pequeña y consentida Anita celebraba en su rancho La Trinidad una gran fiesta llamadas “Paseos” con abundante comida, bebida y amenizada con un buen Mariachi. ¡Qué lástima que se hayan perdido estas costumbres!

Todos aprendimos y trabajamos en su Botica, desde luego los mayores conocíamos mas, porque mi Papá se empeñó en que lo hiciéramos. Mi hermano Raúl al casarse se independizó y fundó la Farmacia Modelo No. 2

Pero no todo fue éxito y felicidad para ella, desde muy joven padeció una enfermedad nerviosa, que ahora conocemos como trastorno Bipolar que la acompañó toda su vida. Sus crisis eran  muy agudas y sus tratamientos largos y dolorosos, hasta que los nuevos medicamentos que le recetaban sus médicos lograban calmarla.

Todavía celebramos con una gran fiesta su cumpleaños número 80, el día 15 de Noviembre de 1997 la cual disfrutó muchísimo, llena de flores y regalos que le enviaron sus amigos y familiares que la acompañaron. Fue la última descendiente directa de la Familia Felgueres Suarez, que emigraron del Valle de Valparaíso en el siglo  XVIII a este lugar. Sólo ella se casó de sus tres hermanos, pues aunque uno era varón murió soltero en los Estados Unidos. Prolongó e hizo florecer a una numerosa familia que está integrada todavía, gracias a Dios por Esther, Ofelia, Marolisa+ María Luisa, Raúl, Salvador, Olivia, María Elena,  María Guadalupe, María del Carmen, María del Rosario, Alberto, Lucía, Ignacio+ y Anita, y que sigue continuando en 31 nietos y 33 bisnietos. Para ellos esta historia, para los que no tuvieron la alegría de conocerlos, tengan una imagen real y amorosa, que trascienda el tiempo, de quienes fueron sus abuelos y bisabuelos Raúl y María Luisa.

Sra. María Luisa Felgueres, hijos, nietos y bisnietos  en su 80 aniversario

LUPE CAMPOS ORTEGA (Mi tía abuela)

Por José Alonso Serrano Campos

Lo que a continuación se lee son palabras de la señora Ana María de León Sánchez, en un trabajo que me tocó recopilar en enero de 2014 mientras laboraba como tecnólogo en la secundaria foránea 13 de Colotlán, del cual desconozco si se concretó, tenía idea que se quería hacer un libro, seguramente se hizo pero nunca lo vi, considero que es un aporte importante y no se debe perder, esta familia Campos que se menciona es la misma raiz de los Campos que llevo por apellido materno, Lupe era prima hermana de mi bisabuelo Valeriano Campos Muro. También se mencionan a muchos destacados colotlenses que seguramente les serán de interés.

La señora María Guadalupe Campos Ortega fue para nosotros, sus sobrinos, como una abuelita que nos entregó su tiempo, sus cuidados y, sobre todo, su cariño. Era hermana de Hermelinda Campos Ortega, mamá de Clementina Sánchez Campos, mi madre.

Lupe Campos nació en Colotlán, Jalisco el día 2 de noviembre de 1889. Sus padres fueron Juan Campos Cornejo y Porfiria (Porfirita) Ortega Valenzuela originaria de las Huertas, del Municipio de Huejucar, Jal. Juan Campos tuvo sus orígenes en Los Vela del municipio de Momax, Zac.; él era nieto de Juan Manuel Freyre, español que desertó siendo Coronel del Ejército Realista y se vino de Durango, ciudad donde operaba. Llegó al rancho de Los Vela cambiando su apellido Freyre por el de Campos. Juan Manuel Campos se adhirió al Ejército Insurgente y reunió hombres de su región para ponerse a las órdenes de Don Marcos Escobedo y a su vez a las órdenes de Don Miguel Hidalgo en el Puente de Calderón.

Don Juan Manuel Campos fue persona muy importante según cuenta la historia de Momax, Zac. Se casó tres veces y tuvo muchos hijos llenando los pueblos y las rancherías de personas de apellido Campos. Mi tía Lupe Campos era biznieta de ese Señor por eso tenía las características de los españoles: su tez muy blanca y de facciones finas. Era una persona muy jocosa desde niña y adolescente. Como los Ortega eran una familia muy numerosa y seguido se reunían; las hermanas Hermelinda y Lupe Campos, que eran de los primos mayores, capitaneaban a todos los niños organizando los juegos.

Josefa Valenzuela de Ortega,  abuela de Lupe Campos

Nos contaban Doña Rosita y Chole Ortega Mayorga que a veces jugaban al circo y mi abuelita y Lupe corrían paradas sobre un caballo sin montura y que otro de los primos tenía que correr colgado del pescuezo del caballo. Mi número, decía la tía Rosita, consistía en dar un brinco desde la barda. Contaban ellas también que en una ocasión vino por Chole y Maurita Ortega, niñas todavía, su primo Segundo Ortega enviado por su papá Pancho para que las llevara al rancho EI Refugio de los Ortega, donde estaba parte de su familia, y mi abuelita Hermelinda /y su hermana Lupe las convencieron de que debían ir muy arregladas; buscaron vestidos de Concha la hermana mayor de Chole que les arrastraban, pero subidas en los burros parecía que llevaban ropón, una prenda con la que antiguamente montaban las señoras pero que ya estaba en desuso: también les adornaron los sombreros con flores de papel. En cuanto estuvieron montadas en los burros, Segundo empezó a arriarlos a toda prisa; seguramente quería sacar pronto del pueblo a sus "amazonas" que le parecían un tanto extravagantes; cuando habían caminado una cuadra voltearon a su casa y vieron a sus primas Hermelinda y Lupe doblándose de risa. 

Rafael Campos hermano de Lupe sentado a la derecha, de pie sus primos Francisco (Kiko) Ortega Mayorga, Alejandro Campos Serrano e Ignacio Ortega Mayorga. Sentados Salvador Ortega Mayorga y Salvador Campos Serrano.

Platicaba mi mamá CIemen que ella invitaba a sus amigas para que fueran a jugar en el corral de la casa de su tía Lupe y como a ella no le gustaba que asustaran a sus gallinas, un día se disfrazó de diablo y se les apareció entre la leña; inmediatamente corrieron las amigas de mi mamá para su casa y nunca más fueron a la de mi tía Lupe Campos.

Uno de sus hermanos llamado Lauro estaba enfermo de ataques y le gustaba mucho sentarse en el brocal del pozo; la familia temía que le diera un ataque estando en ese lugar, pues podría caerse al pozo, entonces a Lupe se le ocurrió asustarlo apareciéndose detrás del pozo disfrazada como ella sabía hacerlo, pero estando Lupe polveándose con harina, pintándose y colocándose dientes de maíz pipitilla ayudada por su prima María Chávez, llegó su sobrino Herminio de seis años y entró al cuarto; bando gritos y espantado salió diciendo: "La Guadalupe se está pintando y la María le está ayudando. ¡yo no vuelvo nunca a esta casa... más que uno que otro día...!"

La tía Lupe era algo especial, por eso la catalogaron como una de las cuatro Ases de la familia Ortega, los otros tres ases eran don Fernando Ortega Huízar, Chole Ortega Mayorga y Sara de León Ortega.

Lupe era antirrevolucionaria y añoraba la paz porfiriana. Se acordaba que en tiempos de la Revolución, unos hombres entraron a caballo a su casa, que se asustó mucho y lo único que se le ocurrió hacer fue echarse a la boca un puño de bicarbonato; a uno de esos hombres le decían el Pasojo y él al verla tan espantada le dijo: "No se asuste Lupe, soy fulano de tal" y ella le contestó: ¡Ah! ¿Cómo le va, Don Pasojo? Aventando bocanadas del polvo blanco.

Cuando volvió la tranquilidad al país nuestra tía Lupe trabajó activamente en la Acción Católica y en otras devociones, ella era muy piadosa.

Lupe Campos Ortega se casó con J. Buenaventura González quien venía de Villanueva, Zac., a trabajar como dependiente en los grandes almacenes que había aquí en ese tiempo y que tenían clientela hasta de la ciudad de Zacatecas porque ofrecían artículos de calidad, importados. Una de esas tiendas donde el tío Ventura trabajó era "El Banco" que estaba donde después fue la tienda de Don Alberto Macías frente a la plaza principal ya un costado de la tienda de Don Rafael Haro.

Acompañaba a mi tío Ventura su hermana Pachita, modista de alta costura que por un buen tiempo confeccionó los vestidos de las novias y otros trajes de etiqueta en este lugar (Colotlán). Ella fue la primera esposa del famoso carpintero José Flores "Cachifón".

De mi tío Ventura es la frase que se hizo célebre en Colotlán: " Es muy trabajoso ser rico" porque él y mi tía) su esposa, decidieron comprar una vaca para ordenar su propia leche; pero le pareció muy cansado tener que llevar la vaca a pastar al potrero y en la tarde ir a traerla de vuelta a la casa y entonces dijo a sus amigos: "es muy trabajoso ser rico".

Cuando las buenas tiendas se cerraron por la Revolución y por el incendio de Pánfilo Natera a Colotlán, sobrevino la inminente emigración de los grandes comerciantes hacia las ciudades de México y Guadalajara; también mi tía Lupe y su esposo se fueron a vivir a Aguascalientes y después a Guadalajara para buscar trabajo en esas ciudades. Lupe sabía venir a ver a sus papás, hermanos y sobrinos, de los que ya empezaba a encariñarse.
 
Personal que laboraba en el almacén Las Fábricas de Francia en la ciudad de Aguascalientes. Al centro el señor Agustín Olivier, dueño de la tienda, sentado a la derecha Ventura González. De pie el primero de la izquierda José Merced Flores, también de Colotlán.

En Guadalajara mi tía aprendió a bordar en máquina, cosa que aquí en Colotlán no se conocía y un día le pidió a su esposo que se vinieran a Colotlán para impartir ella aquí clases del bordado que había aprendido y él le contestó: "lo que tú quieres es irte para estar cerca de tus sobrinos", creo que no se equivocaba porque mi tía Lupe quiso mucho a los hijos de su hermana Hermelinda ya los de las siguientes generaciones, nada más que tenía preferencias muy notorias pero a todos nos dio mucho cariño; mi tío Antonio Sánchez Campos fue su primer consentido. De los sobrinos nietos mi hermana Elvia Hermelinda de León Sánchez a quien mi tía Lupe le acomodó el diminutivo de "Melín". 
Era muy agradable llegar a la casa de mi tía y de mamá Chita al regreso de la escuela y saber que una palomita nos había dejado algo, que buscáramos en las macetas y encontrábamos gorditas o dulcecitos envueltos en papel de estraza porque las servilletas de papel todavía aquí no se acostumbraban. 
A mi tía Lupe le gustaba fotografiarnos disfrazadas o en fachas y así hay fotos de las dos generaciones de sus sobrinos, vestidos de limosneros, de charros, de huicholes, etc. Tenía mucha habilidad para las manualidades, así ella hacía los disfraces, bordaba las capas para las Reinas de las Fiestas Patrias. Confeccionaba sombreros para ceremonias religiosas, coronas para los difuntos por cierto muy bonitas, me acuerdo que doraba las bolitas que da el cedro y algunas hojitas de laurel, en fin hacía todo cuanto era necesario y que aquí era difícil conseguir.
De pie Ana María de León, Elvia Ermelinda de León, Guillermina Bobadilla y Gustavo Aldana Madera. Sentados Esaul Aldana Madera y Clementina de León Sánchez. A la Izquierda el Yul.

Lupe Campos de González enseñó el bordado en máquina a muchas señoras y muchachas de quienes se volvía su amiga y confidente; los días 12 de diciembre recibía regalos y tarjetas de felicitación de sus alumnas y exalumnas.
Amigas de Lupe. Izquierda María Aparicio y sus hermanas.

iCómo disfrutamos una estancia de dos meses en el Rancho Las Atarjeas, con ella y mi mamá Porfirita (mamá Chita), Lupe nos acompañaba a los "Robles" y aprovechaba para platicarnos del momento en que mi abuelo Herminio se despidió de su esposa (mi abuela Hermelinda) porque él se lanzaba a la lucha armada de la Cristiada. Ella le preguntaba qué hacer con esto o lo otro a lo que él respondía ya todo lo tenía previsto para cuando regresara. Nos platicaba también señalándonos los troncos de los árboles en los que se recargaba sentada y como expresaba el temor que la acompañaba de que su Herminio no regresara vivo. Nos llevaba también a las peñas para que ahí jugáramos con las muñecas de trapo que yo misma hacía allá en el rancho, pues Lupe se había llevado su máquina de bordar y yo la aprovechaba para armar los vestidos de las monas mientras Lupe y mi mamá Chita por las mañanas se ocupaban en ordeñar las vacas. Mucho de la historia que conozco de mis abuelos(as) y bisabuelos(as) así como de otros familiares es porque ella nos lo platicó cuando nos llevaba a la cumbre ya la Atarjea. 
A mi tía Lupe Campos nunca la llamábamos tía ni le hablábamos de usted, quizá porque mi mamá y mis tíos tampoco lo hicieron pero siento que fue más bien por la gran confianza que nos inspiró: no recuerdo que se molestara por nada de lo que hacíamos y cuando a veces ocurría, no nos infundía ni temor, ni miedo, ni resentimiento, todo seguía igual. Pasábamos dos o tres días en su casa, allá dormíamos y no extrañábamos la nuestra. 
Cuando murió mi tío Toño en 1950, se fueron Lupe y mi mamá Chita, a vivir cerca de nuestro domicilio, en ese tiempo pasé las más gratas vacaciones de verano, todos los días me iba a su casa, medio aprendí a bordar en máquina, pero lo que me atraía a pasar los días con ellas, era su cariño, su calidez, su afabilidad. Disfrutaba acostarme en el suelo del patio bajo la sombra de un limón; se conjugaba la frescura del lugar con la calidez que ellas me brindaban. 
El Yul, la Mizuqui y el Lalo fueron perritos que tuvimos: el Yul cuando éramos niñas, la Mizuqui ya adolescentes y el Lalo a los veinte años. Los tres ella los adquirió pero ahora pienso que con la intención de que pasaran a integrarse a nuestra familia porque eso sucedió con los tres; los quisimos mucho y completaron nuestra felicidad durante esas tres épocas. 
Cuando mi tío Toño se quedó solo en su casa porque sus dos hermanas se habían casado y su hermano Herminio estaba estudiando en México en el Colegio Militar, mi tía Lupe, su mamá y su esposo se fueron a vivir con él para atenderlo y acompañarlo hasta que murió en 1950. Había que ver con cuanta paciencia y dedicación lo cuidaba mientras lo alternaba con su trabajo en la máquina de coser. Así siguió ella apoyándonos en todo lo que podía hasta su muerte en 1970, de tristeza, creo yo, porque su sobrino el Coronel Herminio Sánchez Campos y un hijo de él, Luis Antonio, habían muerto repentinamente. 
Siempre la recordaremos y le diremos: Gracias Tía Lupe Campos, Seguirás viviendo en nuestro corazón. Después de 43 años aún lloramos tu ausencia…


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