domingo, 7 de noviembre de 2021

Felipa Landeros Berumen

El único recuerdo que tengo de todos mis bisabuelos y bisabuelas es de quien me tocó conocer en vida, se llamó Felipa Landeros Berumen, esposa de mi bisabuelo Domingo Mayorga Palafox, aquí contaré un poco de su historia.

Mi bisabuelo Domingo se casó con mi bisabuela Felipa el 12 de mayo de 1923 en Huejucar, Jalisco; ella nació y creció en un rancho llamado San José de los Márquez, perteneciente al municipio de Huejucar; recuerdo cómo se emocionaba al pasar por la carretera que va a Monte Escobedo, justo en el crucero que va a su rancho, decía: “Este es mi aire” y suspiraba profundamente señalando con su dedo hacia arriba, de su propia voz me contó que ella nació el 1 de mayo de 1902 en unas tapias que estaban enfrente de la casa del rancho donde me llevaban de chico.

Era una mujer fuerte, bien podía estar por largos periodos sola en el rancho y a cargo de todas las responsabilidades del rancho, llevar en tiempo de sequía a decenas de reses a tomar agua a la cañada, cosechar y piscar lo que fuera necesario, acarriar agua, montar y desmontar animales para el traslado.

Contó que una vez le picó una araña capulina, metió el dedo al petróleo y se tomó un trago de tequila, además de hagarrar valor esperaba que con eso no pasara a mayores, como así pasó, no tuvo consecuencias más que un leve dolor de cabeza, más por la cruda que por el veneno; así por las mismas le mordió una víbora, esa vez la receta fue la orinoterapia que también trajo buenas cuentas.

Vecina en Colotlán de la cantina de Ubaldo Macías, cuando llegaba la tambora se ponía a bailar, le gustaba la canción "cartas marcadas", mi ranchito y la venia bendita del Bucky, entre otras.

Llegué a probar su queso, la cosa más deliciosa, la comida y las tortillas hechas a mano, en una esquina de la cocina la chimenea con mucha leña, los botes cuadrados de lámina pesadísimo para mi edad y la plancha para el queso, tengo entendido incluso que todavía sobrevive su “licuadora” de aquel tiempo que ella usaba.

El rancho que describo lo conocí como “El Rancho de La Loma”, cerca de San Antonio de Lajas, donde con mis primos hacíamos algunas “vagancias” como trepar árboles, tirar piedras a la laguna (que después teníamos que recoger cuando se secaba) subir y bajar en bicicleta y de las más atrevidas: subir el cerro del papalote, donde se tiene una vista espectacular de Huejúcar, Santa María y Colotlán, hasta me acuerdo de una amiguita que se llamaba Trini, vivía muy cerca de ese rancho.

En Colotlán supe que mi bisabuela tenía una casa justo enfrente de la casa de mis abuelos, por la calle Marcos Escobedo, esquina con Ramón Corona, aunque mi recuerdo es que siempre estuvo con mi abuela, también tuvo otro hijo de nombre José de Jesús, muy cercanos a ella, dejó este mundo poquito antes de cumplir sus 100 años de vida.

La conocí como Doña Pipa o más en confianza como Doña G, según me recuerdo un día le estaban preguntando su nombre y ella dijo que empezaba con la letra G, ahí tiene a los incautos tratando de atinarle a su nombre: Guadalupe, Guille, nada que adivinaban... porque Felipa no es con G, es Felipa con F; no se si se confundió o así escuchaba que le decían, pero trasencidó entre la familia el decirle Doña G por... "Gelipa".

Felipa era la segunda hija del matrimonio entre Bernardino Landeros Trujillo y Pioquinta Berumen González, ellos se casaron el 10 de diciembre de 1898 en Huejucar, él originario de San José de los Márquez y ella avecindada desde hacía tres años en ese mismo lugar. Tuvieron varios hijos: Francisco nacido el día 3 de diciembre de 1899, Felipa el 1 de mayo de 1902, Ramón el 31 de agosto de 1904, María el 24 de diciembre de 1906, Juan en 1909, Tomasa Eutimia en 1911, Felipe el 8 de febrero de 1917, Tomasa en 1922 y la hija menor de nombre Jesús el 6 de mayo de 1923.

En San José de los Márquez quedan familiares Landeros pero no los conozco y dudo sepan de mi pero supe que muchos se fueron principalmente a Jerez, Zacatecas; cabe destacar que el hermano Ramón tuvo varios hijos y uno de ellos es Don Beto Landeros, quien llegó con su familia a Colotlán y actualmente mantiene su veterinaria por la calle Morelos, sus hijos y nietos también han echado raíces en este pueblo del Norte de Jalisco y bien que nos ubicamos como parientes.

Bernardino Landeros Trujillo, padre de mi bisabuela, nació en el año de 1876 en San José de los Márquez, era de oficio agricultor y así sacó adelante a su familia, era hijo legítimo del matrimonio entre José María Landeros Segovia y Agapita Trujillo Flores (1851-1898) que a su vez tuvieron a sus cuatro hermanos: Cleofas en 1873, Miguel en 1879, María Paula en 1884 y Carlos en 1887. Por el lado materno, sus abuelos fueron Juan Berumen y Guillerma González.

En la misma línea paterna, del apellido Landeros, José María Landeros fue hijo de Antonio Landeros Martínes (nacido en 1810) y Damiana Segovia; Antonio fue hijo de José Patricio Landeros Errera (así escrito en su fe de bautizo del día 2 de abril de 1777 en Jerez, Zacatecas; casado con María Ygnacia Martines; este hijo José Patricio fue hijo del más antiguo registro que se tiene de un Landeros por estas tierras, este fue: Antonio Landeros (nació en 1757) y con su esposa Isabel Errera comenzó la historia genealógica aquí contada.

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