Por José Alonso Serrano Campos
Lo que a continuación se lee son palabras de la señora Ana María de León Sánchez, en un trabajo que me tocó recopilar en enero de 2014 mientras laboraba como tecnólogo en la secundaria foránea 13 de Colotlán, del cual desconozco si se concretó, tenía idea que se quería hacer un libro, seguramente se hizo pero nunca lo vi, considero que es un aporte importante y no se debe perder, esta familia Campos que se menciona es la misma raiz de los Campos que llevo por apellido materno, Lupe era prima hermana de mi bisabuelo Valeriano Campos Muro. También se mencionan a muchos destacados colotlenses que seguramente les serán de interés.
La señora María Guadalupe Campos Ortega fue para nosotros, sus sobrinos,
como una abuelita que nos entregó su tiempo, sus cuidados y, sobre todo, su
cariño. Era hermana de Hermelinda Campos Ortega, mamá de Clementina Sánchez
Campos, mi madre.
Lupe Campos nació en
Colotlán, Jalisco el día 2 de noviembre de 1889. Sus padres fueron Juan Campos
Cornejo y Porfiria (Porfirita) Ortega Valenzuela originaria de las Huertas, del Municipio
de Huejucar, Jal. Juan Campos tuvo sus orígenes en Los Vela del municipio de
Momax, Zac.; él era nieto de Juan Manuel Freyre, español que desertó siendo
Coronel del Ejército Realista y se vino de Durango, ciudad donde operaba. Llegó
al rancho de Los Vela cambiando su apellido Freyre por el de Campos. Juan
Manuel Campos se adhirió al Ejército Insurgente y reunió hombres de su región
para ponerse a las órdenes de Don Marcos Escobedo y a su vez a las órdenes de
Don Miguel Hidalgo en el Puente de Calderón.
Don Juan Manuel Campos fue persona
muy importante según cuenta la historia de Momax, Zac. Se casó tres veces y
tuvo muchos hijos llenando los pueblos y las rancherías de personas de apellido
Campos. Mi tía Lupe Campos era biznieta de ese Señor por eso tenía las
características de los españoles: su tez muy blanca y de facciones finas. Era
una persona muy jocosa desde niña y adolescente. Como los Ortega eran una
familia muy numerosa y seguido se reunían; las hermanas Hermelinda y Lupe
Campos, que eran de los primos mayores, capitaneaban a todos los niños
organizando los juegos.
Josefa
Valenzuela de Ortega, abuela de Lupe
Campos
Nos contaban Doña Rosita y Chole Ortega Mayorga que a veces jugaban al circo y mi abuelita y Lupe corrían paradas sobre un caballo sin montura y que otro de los primos tenía que correr colgado del pescuezo del caballo. Mi número, decía la tía Rosita, consistía en dar un brinco desde la barda. Contaban ellas también que en una ocasión vino por Chole y Maurita Ortega, niñas todavía, su primo Segundo Ortega enviado por su papá Pancho para que las llevara al rancho EI Refugio de los Ortega, donde estaba parte de su familia, y mi abuelita Hermelinda /y su hermana Lupe las convencieron de que debían ir muy arregladas; buscaron vestidos de Concha la hermana mayor de Chole que les arrastraban, pero subidas en los burros parecía que llevaban ropón, una prenda con la que antiguamente montaban las señoras pero que ya estaba en desuso: también les adornaron los sombreros con flores de papel. En cuanto estuvieron montadas en los burros, Segundo empezó a arriarlos a toda prisa; seguramente quería sacar pronto del pueblo a sus "amazonas" que le parecían un tanto extravagantes; cuando habían caminado una cuadra voltearon a su casa y vieron a sus primas Hermelinda y Lupe doblándose de risa.
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Rafael
Campos hermano de Lupe sentado a la derecha, de pie sus primos Francisco (Kiko)
Ortega Mayorga, Alejandro Campos Serrano e Ignacio Ortega Mayorga. Sentados
Salvador Ortega Mayorga y Salvador Campos Serrano. |
Platicaba mi mamá CIemen que ella
invitaba a sus amigas para que fueran a jugar en el corral de la casa de su tía
Lupe y como a ella no le gustaba que asustaran a sus gallinas, un día se
disfrazó de diablo y se les apareció entre la leña; inmediatamente corrieron
las amigas de mi mamá para su casa y nunca más fueron a la de mi tía Lupe
Campos.
Uno de sus hermanos llamado Lauro estaba
enfermo de ataques y le gustaba mucho sentarse en el brocal del pozo; la
familia temía que le diera un ataque estando en ese lugar, pues podría caerse
al pozo, entonces a Lupe se le ocurrió asustarlo apareciéndose detrás del pozo
disfrazada como ella sabía hacerlo, pero estando Lupe polveándose con harina,
pintándose y colocándose dientes de maíz pipitilla ayudada por su prima María
Chávez, llegó su sobrino Herminio de seis años y entró al cuarto; bando gritos
y espantado salió diciendo: "La Guadalupe se está pintando y la María le
está ayudando. ¡yo no vuelvo nunca a esta casa... más que uno que otro
día...!"
La tía Lupe era algo especial, por
eso la catalogaron como una de las cuatro Ases de la familia Ortega, los otros
tres ases eran don Fernando Ortega Huízar, Chole Ortega Mayorga y Sara de León
Ortega.
Lupe era antirrevolucionaria y
añoraba la paz porfiriana. Se acordaba que en tiempos de la Revolución, unos
hombres entraron a caballo a su casa, que se asustó mucho y lo único que se le
ocurrió hacer fue echarse a la boca un puño de bicarbonato; a uno de esos
hombres le decían el Pasojo y él al verla tan espantada le dijo: "No se
asuste Lupe, soy fulano de tal" y ella le contestó: ¡Ah! ¿Cómo le va, Don
Pasojo? Aventando bocanadas del polvo blanco.
Cuando volvió la tranquilidad al
país nuestra tía Lupe trabajó activamente en la Acción Católica y en otras
devociones, ella era muy piadosa.
Lupe Campos Ortega se casó con J.
Buenaventura González quien venía de Villanueva, Zac., a trabajar como dependiente
en los grandes almacenes que había aquí en ese tiempo y que tenían clientela
hasta de la ciudad de Zacatecas porque ofrecían artículos de calidad,
importados. Una de esas tiendas donde el tío Ventura trabajó era "El
Banco" que estaba donde después fue la tienda de Don Alberto Macías frente
a la plaza principal ya un costado de la tienda de Don Rafael Haro.
Acompañaba a mi tío Ventura su
hermana Pachita, modista de alta costura que por un buen tiempo confeccionó los
vestidos de las novias y otros trajes de etiqueta en este lugar (Colotlán).
Ella fue la primera esposa del famoso carpintero José Flores
"Cachifón".
De mi tío Ventura es la frase que
se hizo célebre en Colotlán: " Es muy trabajoso ser rico" porque él y
mi tía) su esposa, decidieron comprar una vaca para ordenar su propia leche;
pero le pareció muy cansado tener que llevar la vaca a pastar al potrero y en
la tarde ir a traerla de vuelta a la casa y entonces dijo a sus amigos:
"es muy trabajoso ser rico".
Cuando las buenas tiendas se cerraron por la Revolución y por el incendio de Pánfilo Natera a Colotlán, sobrevino la inminente emigración de los grandes comerciantes hacia las ciudades de México y Guadalajara; también mi tía Lupe y su esposo se fueron a vivir a Aguascalientes y después a Guadalajara para buscar trabajo en esas ciudades. Lupe sabía venir a ver a sus papás, hermanos y sobrinos, de los que ya empezaba a encariñarse.
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Personal
que laboraba en el almacén Las Fábricas de Francia en la ciudad de
Aguascalientes. Al centro el señor Agustín Olivier, dueño de la tienda, sentado
a la derecha Ventura González. De pie el primero de la izquierda José Merced
Flores, también de Colotlán. |
En Guadalajara mi tía aprendió a bordar en máquina, cosa que aquí en Colotlán no se conocía y un día le pidió a su esposo que se vinieran a Colotlán para impartir ella aquí clases del bordado que había aprendido y él le contestó: "lo que tú quieres es irte para estar cerca de tus sobrinos", creo que no se equivocaba porque mi tía Lupe quiso mucho a los hijos de su hermana Hermelinda ya los de las siguientes generaciones, nada más que tenía preferencias muy notorias pero a todos nos dio mucho cariño; mi tío Antonio Sánchez Campos fue su primer consentido. De los sobrinos nietos mi hermana Elvia Hermelinda de León Sánchez a quien mi tía Lupe le acomodó el diminutivo de "Melín".
Era muy agradable llegar a la casa de mi tía y de mamá Chita al regreso de la escuela y saber que una palomita nos había dejado algo, que buscáramos en las macetas y encontrábamos gorditas o dulcecitos envueltos en papel de estraza porque las servilletas de papel todavía aquí no se acostumbraban.
A mi tía Lupe le gustaba fotografiarnos disfrazadas o en fachas y así hay fotos de las dos generaciones de sus sobrinos, vestidos de limosneros, de charros, de huicholes, etc. Tenía mucha habilidad para las manualidades, así ella hacía los disfraces, bordaba las capas para las Reinas de las Fiestas Patrias. Confeccionaba sombreros para ceremonias religiosas, coronas para los difuntos por cierto muy bonitas, me acuerdo que doraba las bolitas que da el cedro y algunas hojitas de laurel, en fin hacía todo cuanto era necesario y que aquí era difícil conseguir.
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De
pie Ana María de León, Elvia Ermelinda de León, Guillermina Bobadilla y Gustavo
Aldana Madera. Sentados Esaul Aldana Madera y Clementina de León Sánchez. A la
Izquierda el Yul. |
Lupe Campos de González enseñó el bordado en máquina a muchas señoras y muchachas de quienes se volvía su amiga y confidente; los días 12 de diciembre recibía regalos y tarjetas de felicitación de sus alumnas y exalumnas.
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Amigas
de Lupe. Izquierda María Aparicio y sus hermanas. |
iCómo disfrutamos una estancia de dos meses en el Rancho Las Atarjeas, con ella y mi mamá Porfirita (mamá Chita), Lupe nos acompañaba a los "Robles" y aprovechaba para platicarnos del momento en que mi abuelo Herminio se despidió de su esposa (mi abuela Hermelinda) porque él se lanzaba a la lucha armada de la Cristiada. Ella le preguntaba qué hacer con esto o lo otro a lo que él respondía ya todo lo tenía previsto para cuando regresara. Nos platicaba también señalándonos los troncos de los árboles en los que se recargaba sentada y como expresaba el temor que la acompañaba de que su Herminio no regresara vivo. Nos llevaba también a las peñas para que ahí jugáramos con las muñecas de trapo que yo misma hacía allá en el rancho, pues Lupe se había llevado su máquina de bordar y yo la aprovechaba para armar los vestidos de las monas mientras Lupe y mi mamá Chita por las mañanas se ocupaban en ordeñar las vacas. Mucho de la historia que conozco de mis abuelos(as) y bisabuelos(as) así como de otros familiares es porque ella nos lo platicó cuando nos llevaba a la cumbre ya la Atarjea.
A mi tía Lupe Campos nunca la llamábamos tía ni le hablábamos de usted, quizá porque mi mamá y mis tíos tampoco lo hicieron pero siento que fue más bien por la gran confianza que nos inspiró: no recuerdo que se molestara por nada de lo que hacíamos y cuando a veces ocurría, no nos infundía ni temor, ni miedo, ni resentimiento, todo seguía igual. Pasábamos dos o tres días en su casa, allá dormíamos y no extrañábamos la nuestra.
Cuando murió mi tío Toño en 1950, se fueron Lupe y mi mamá Chita, a vivir cerca de nuestro domicilio, en ese tiempo pasé las más gratas vacaciones de verano, todos los días me iba a su casa, medio aprendí a bordar en máquina, pero lo que me atraía a pasar los días con ellas, era su cariño, su calidez, su afabilidad. Disfrutaba acostarme en el suelo del patio bajo la sombra de un limón; se conjugaba la frescura del lugar con la calidez que ellas me brindaban.
El Yul, la Mizuqui y el Lalo fueron perritos que tuvimos: el Yul cuando éramos niñas, la Mizuqui ya adolescentes y el Lalo a los veinte años. Los tres ella los adquirió pero ahora pienso que con la intención de que pasaran a integrarse a nuestra familia porque eso sucedió con los tres; los quisimos mucho y completaron nuestra felicidad durante esas tres épocas.
Cuando mi tío Toño se quedó solo en su casa porque sus dos hermanas se habían casado y su hermano Herminio estaba estudiando en México en el Colegio Militar, mi tía Lupe, su mamá y su esposo se fueron a vivir con él para atenderlo y acompañarlo hasta que murió en 1950. Había que ver con cuanta paciencia y dedicación lo cuidaba mientras lo alternaba con su trabajo en la máquina de coser. Así siguió ella apoyándonos en todo lo que podía hasta su muerte en 1970, de tristeza, creo yo, porque su sobrino el Coronel Herminio Sánchez Campos y un hijo de él, Luis Antonio, habían muerto repentinamente.
Siempre la recordaremos y le diremos: Gracias Tía Lupe Campos, Seguirás viviendo en nuestro corazón. Después de 43 años aún lloramos tu ausencia…
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