viernes, 22 de diciembre de 2023

"La vida cotidiana en el mundo rural de la Nueva Galicia (1776-1810)" Parte 3 de 3

La fundación de Colotlán estuvo a cargo del Capitán Miguel Caldera...

quien [...] en unión del escribano público, D. Miguel Acuña dio las tierras para su fundación a nombre del rey de España Felipe II, intimó la posesión el padre guardián Fray Ignacio Cárdenas, dándole el nombre a la villa de Nueva Tlaxcala de Quiahuistlán, siendo el primer gobernador D. Antonio Gandi Español y justicias Jacinto Uribe y Modesto Saldaña, Tlaxcaltecas quien con parecer de ellos se dividieron los barrios para separar en ellos a las tres clases de gente que había.

El nuevo poblado se dividió en tres barrios: Tlaxcala, Soyatitán y Tochopa. En el de Tlaxcala vivían los tlaxcaltecas y los españoles; en el de Soyatitán, los indios chichimecas y en Tochopa los avecindados.

Y para el año de 1602, los pobladores determinaron que era necesario nombrar el Santo Patrón del lugar: [...] para tener ante Dios un abogado que intercediera en las necesidades del pueblo; y luego pensaron nombrar otro santo que sirviera de patrón para cada barrio, pero se hallaban con la dificultad, que unos querían un santo, otros otro, se resolvió elegirse por medio de una rifa la que aplazaron para el 1° de marzo de 1602, cuando hicieron una enramada a media plaza y un sábado, debajo de un mezquite, se rifó el Santo Patrón del lugar ante una numerosa concurrencia, ante el gobernador, padres del convento, y salió ser San Luis Obispo de Tolosa, a continuación, se rifó el patrón de Tlaxcala, y salió ser la Purísima, no se rifo el patrón del barrio de Sollatitan por haber elegido con anterioridad a San Nicolás Tolentino [...], Se continuó con sacar al patrón del barrio de Tochopa y salió ser San Lorenzo Mártir, hecho esto cada barrio tenía su capilla donde colocar su Santo Patrón.

Lo anteriormente expuesto nos permite afirmar que con la asignación de esta serie de santos patronos comenzó la evangelización ordenada y metódica en dicha región fronteriza. Y que, a decir de Habermas, las imágenes religiosas desempeñan funciones ideológicas y son las que legitiman la dominación.

En ese sentido, y con base en la propuesta de Andrés Fábregas y Pedro Tomé de que las fronteras y las regiones son parte de las interrelaciones sociales o, si se prefiere, resultado de las mismas, podemos definir el territorio de Colotlán como un espacio específico delimitado por fronteras, compuesto interculturalmente por españoles, indígenas, mestizos y otras castas, cuya identidad se relacionaba con su situación de fronterizos.

Por ello, Robert Shadow afirma que institucionalmente, el Gobierno de las Fronteras de Colotlán, fue producto de una política fronteriza de avanzada, creada por el gobierno español en plena expansión que buscaba establecer su doble política de control centralista y separación jurídica de indígenas y españoles con la finalidad de limitar el poder tanto a los colonos, como a las autoridades de la región.

Antes de continuar, consideramos pertinente hacer una serie de reflexiones en torno al proceso de aculturación que se produjo en la región a partir de la interacción constante entre españoles, indios tlaxcaltecas y chichimecas. Para esto conviene destacar que, el hecho de que poblaciones indígenas vivieran junto con la sociedad civil española ocasionó que de manera progresiva fueran asimiladas por ésta en forma de una construcción cultural donde el modo peninsular era dominante, porque, mientras mantenía el poder jurídico e institucional, al mismo tiempo introducía tecnologías más avanzadas y producía las razones ideológicas y de la organización social y política maestras del sistema cultural.

Al respecto, se pueden identificar dos tipos de aculturación que este teórico ha denominado macroestructural y microestructural. La primera correspondería a los conquistadores y funcionarios y que afectó a la organización política, religiosa y socioeconómica tlaxcalteca; la segunda, sobre todo a las organizaciones socioculturales de base de las comunidades indígenas tlaxcaltecas y chichimecas, principalmente los contenidos y valoraciones de los roles y estatus.

En ese sentido, el papel que jugaron los franciscanos en el proceso de aculturación fue fundamental, pues debido a la convivencia cotidiana con los indígenas lograron enseñarles la religión y la lengua castellana. Pero, también a labrar la tierra con el arado, pintar, esculpir y labrar la piedra para construir las iglesias donde los adoctrinarían.

Además, los hijos de San Francisco, con la intención de continuar con el proceso de catequizar a los colonos tlaxcaltecas, debieron de aprender su lengua: el náhuatl. Lo que significó un gran paso para la conservación de dicha lengua, pues a partir de la configuración de un alfabeto, los religiosos en primer lugar y después los indios alfabetizados realizaron numerosos escritos sobre asuntos de la iglesia, de justicia y de problemas agrarios, entre otros. Es decir, que al hacer uso de la cultura española no renunciaban del todo a la suya propia: empleaban de manera indistinta ambas y asumían la recombinación permanente de sus elementos.

No obstante, los indios tlaxcaltecas que poblaron la frontera norte de Nueva Galicia, con el paso del tiempo perdieron su lengua original y quedó como vestigio del náhuatl la toponimia de la mayoría de los pueblos del actual norte de Jalisco (Colotlán, Santiago Tlatelolco, Tlacosahua, entre otros.). Pero, además, se conservó un conjunto de vocablos de origen náhuatl que perviven en el habla cotidiana del norte de México. De esta manera, y contrario a lo que parece, el náhuatl no desapareció, sino alimentó el universo del español: se integró y trasmutó.

Por otro lado, es conveniente aclarar que la aculturación no se dio en un solo sentido, pues los españoles también fueron objeto del mismo proceso por parte de los indios norteños, básicamente en lo que se refiere al consumo de bienes alimentarios y la adaptación que debieron realizar cuando se establecían lazos de dependencias económicas y sociales de carácter permanente. En este contexto se puede decir que el proceso histórico de la aculturación fue bastante paralelo al mestizaje, aunque como señala Fabregat, en un inicio fue más fácil mestizar que aculturar.

En ese sentido, David Brading señala que los indios que optaron por incorporarse permanentemente a la economía española -en las haciendas, las ciudades o las minas- poco a poco se hispanizaron en el vestido, las costumbres y el idioma. Sus hijas se acostaban o se casaban con los trabajadores mestizos o mulatos, con los negros esclavos y con los capataces españoles. Sus descendientes comenzaron a integrar el grupo de los mestizos.

En el trayecto de Tlaxcala hacia el norte, las familias llevaron consigo árboles frutales, elaboradas técnicas de obraje y producción de textiles. En la agricultura implementaron sistemas de riego como acequias, canales y represas, cuyas huellas las podemos localizar en la región norteña hoy día.

En lo referente a la aculturación por vía de la alimentación se puede decir, los españoles muy pronto adoptaron el maíz y otros animales de caza menor que las familias tlaxcaltecas e indios chichimecas pacificados consumían; sin embargo, nunca dejaron de buscar el tener alimentos de Castilla, así lo informaba un español de nombre Juan Huidobro al rey en el año de 1576:

[...] en esta comarca, (Zacatecas), aunque es tierra fría y seca, se dan bien cualesquier géneros de árboles de Castilla, en especial durazno, membrillos, perales y manzanos y las parras, las cuales dan muy buenas uvas [...] Cógese mucho trigo y maíz de regadio; danse muy bien cualquier género de hortalizas y legumbres. Todo género de ganado se cría muy bien, como ganado mayor, y ovejas y cabras y caballos, por ser abundantísima tierra de pastos, y muy estendidos campos y llanos.

En opinión de Linton todo grupo inmigrante se empeña en reproducir las condiciones del lugar que ha dejado, con sólo aquellos cambios impuestos por el nuevo medio ambiente natural. Fue así que, de manera convergente y sin conflicto, los indios y los españoles mezclaron sus recursos culturales y humanos.

Geográficamente, el territorio del Gobierno de las Fronteras de Colotlán se localizaba en el norte de la Nueva Galicia y

[...] lindaba con la de Durango al norte y se extendía hacia el sureste unos 190 Km en un punto de intercesión del río Bolaños. Sobre su eje este-oeste, el distrito se extendía hasta alcanzar un máximo de 105 km de ancho, y dentro de sus dominios integraba partes de tres estados mexicanos actuales. El suroeste de Zacatecas, el sur de Durango y el norte de Jalisco.

La sede del funcionario español que estaba al frente del territorio se localizaba en el poblado de Colotlán; era un militar y, en teoría, poseía poderes casi absolutos en materia política, administrativa, militar y también judicial sobre los colotlecos, que ponía en práctica auxiliándose de varios tenientes.

El Capitán Protector tenía entre sus obligaciones velar por la defensa de la frontera y sus habitantes -incluidos españoles, indios tlaxcaltecas y avecindados-, para cumplir con esta obligación, organizaba a la población masculina de cada pueblo colotleco y, en el caso de Colotlán, los hombres de cada uno de los barrios indígenas del pueblo en una milicia de indios flecheros.

Por lo tanto, el término colotleco no se refiere a una identidad étnica común ni tampoco a la ocupación de un territorio en común, sino a este estatus sociopolítico que les otorgaba a los indios fronterizos para su servicio militar en pro de la Corona. Es decir, colotleco es una categoría de la situación fronteriza con el potencial de llegar a ser un término étnico que no se fijó en el uso común. La organización de los varones indios en una milicia, sin duda, afectó la división social del trabajo y se manifestó en la organización social, pues les confirió cierto prestigio y los libró de ser tributarios ante la Corona por sus servicios en la frontera.

El estatus de colotleco lo ostentaban tanto los tlaxcaltecas que habían fundado Colotlán como los indios chichimecas que habían sido pacificados y que se sentían orgullosos de pertenecer a la milicia, puesto que dicho servicio les permitió mejorar su condición social. Lo señalado, hace suponer que nombrarse o asumirse colotleco daba a los indios norteños cierta identidad cultural.

En un principio, los colotlecos de las fronteras eran en su totalidad indios tlaxcaltecas, pero con el tiempo fueron llegando mestizos y mulatos que buscaban su incorporación para gozar de privilegios. Estos grupos eran generalmente individuos que buscaban asilo en las fronteras por haber delinquido o por querer dejar de ser tributarios de los españoles. Situación que al parecer no molestaba a los colotlecos quienes aceptaron incorporarlos a sus comunidades, pero que ocasionó serios conflictos entre las autoridades del centro del Virreinato y las de la Nueva Galicia durante el XVI, siguiendo a John Parry; ya que unas y otras se atribuían el derecho a ejercer control sobre los habitantes de dicho territorio por las ventajas que esto le representaba: acceso a mano de obra indígena para el trabajo de las haciendas y las minas, tierras fértiles, recursos naturales y minerales como metales preciosos, de acuerdo con José Rojas. Además, el fuero militar y el prestigio, entre otras, -confirma María del Carmen Velázquez-.

Esta clase de sucesos influyeron, de modo especial, para ocasionar cambios socioculturales en un espacio y en un tiempo determinado; sin embargo, las fuentes dan cuenta del devenir de una serie de reformas en las fronteras de Colotlán a finales del XVIII, las cuales tenían como objetivo hacer más eficiente la región. Por lo tanto, el Rey Carlos IV determinó extinguir el gobierno político y militar de las provincias de Colotlán, el primero de diciembre de 1806. Dicha medida da cuenta de que para el Estado español la alianza con los tlaxcaltecas ya había perdido vigencia, y por tanto ya no era conveniente continuar manteniendo la serie de privilegios otorgados a las familias tlaxcaltecas por su apoyo en la pacificación y poblamiento de la zona chichimeca a finales del XVI, pues el objetivo se había logrado: acceder y explotar los ricos yacimientos argentíferos localizados en la región norte de la Nueva Galicia.

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