sábado, 8 de julio de 2023

CERRO COLOTLÁN

Ma. Teresa Cabrero G. y Leopolodo Valiñas Coalla

Instituto de Investigaciones Antropológicas-UNAM

INTRODUCCIÓN

El sitio arqueológico reconocido como “Cerro Colotlán” se ubica aproximadamente a 5 km al norte de la ranchería de Azqueltán situada al fondo del cañón en la orilla del río Bolaños en la región norte de Jalisco. Abarca la ladera este con un centro ceremonial situado sobre la mesa superior y se extiende, hacia el oeste, en una elevación contigua por la ladera sureste hasta la mesa superior.

En el extremo oeste de la mesa del cerro se construyó un conjunto circular compuesto por una plataforma rectangular de dos metros de altura, situada en la orilla oeste, justo donde el cerro presenta un acantilado inaccesible para ascender. Frente a la plataforma existe un montículo con dos accesos laterales. En ambos lados de la plataforma se construyó una estructura que se prolonga hasta los accesos laterales del montículo y dentro de este círculo se encuentra un patio en cuyo centro se distinguen los restos de una posible plataforma baja sin llegar a conocer su forma original. Fuera de este conjunto circular, sobre el lado este del cerro, se encuentran varias terrazas delimitadas por muros de contención en las que se distinguen restos habitacionales muy destruidos; las terrazas se extienden hasta que la pendiente natural lo permite y terminan en otro acantilado que formó el cauce del río.

En la base del cerro se presenta un segundo conjunto circular cerrado; se conforma de una plataforma alta hecha con piedra colocada hacia el noroeste del conjunto; un montículo circular de 3 m de altura, aproximadamente, situado hacia el norte; otro similar colocado hacia el este y cierra el conjunto una estructura continua que une la plataforma y ambos montículos. En la parte central del patio hundido se construyó un montículo de planta circular de menor tamaño y altura que los anteriores.

La ladera suroeste de la elevación contigua a la de Cerro Colotlán fue terraceada hasta la mesa superior y ocupada por decenas de casas habitación. En la mesa superior se construyó un tercer conjunto circular que ahora se encuentra muy destruido; sin embargo, se logró identificar la plataforma rectangular hecha con piedras, orientada hacia el norte; varias habitaciones que formaban el círculo y una habitación en la parte central del patio. Fuera de este conjunto existen estructuras de un cuarto distribuidas en la mesa.

Cerro Colotlán mostró dos épocas de ocupación; la más antigua se fechó entre 990 dC y 1275, la ocupación tardía no se logró fechar por estar expuesta en superficie. La ocupación antigua presentó un sistema constructivo de cuidadosa elaboración, cimientos hechos con piedra perfectamente labrada; mientras que el sistema constructivo de la tardía fue de piedras sin el menor trabajo y distinto tipo de habitación. Las fechas demostraron que la ocupación tardía fue posterior a 1275 dC y, por lo tanto, la penetración de los tepecanos sería alrededor de 1300 dC.

La ocupación antigua parece haber sido contemporánea a la última etapa de ocupación descubierta en la parte central del cañón (1260 dC); sin embargo, el sistema constructivo y el patrón de asentamiento de sitio son diferentes. Bajo estas circunstancias suponemos que los creadores de este asentamiento fueron de distinta filiación cultural (aunque desconocemos su origen) que penetraron en el cañón, posiblemente hacia principios del siglo X (puesto que no existe ninguna similitud con sus contemporáneos ni con los antecesores en la región), se asentaron en ese lugar pero, a principio del siglo XIV, fueron expulsados y sus construcciones destruidas por grupos de filiación tepehuane del sur que más tarde se convirtieron en tepecanos.

Por otra parte, el cuidadoso sistema constructivo de la ocupación antigua revela sus antecedentes sedentarios; mientras que la ocupación posterior denota una tendencia hacia la semisedentarización característica de los grupos de filiación tepimana como fueron los tepehuanes (Mason, 1948).

Desde esa perspectiva, los asentamientos descubiertos en Cerro Colotlán permanecen aislados tanto de la región de Bolaños por no compartir rasgos culturales con ésta, como de las áreas circunvecinas por no afiliarse con los sitios mesoamericanizados de la cultura Chalchihuites de Zacatecas y Durango. Habrá que aclarar que se desconocen las características arquitectónicas y el patrón de asentamiento de los sitios tepehuanes ya que hasta la fecha carecen de estudios arqueológicos; debido a ello no hay manera de compararlos con el asentamiento tepecano de Cerro Colotlán. Ambos factores convierten a este último sitio en una isla cultural poco conocida de la cual se conservan muchas incógnitas que serán despejadas hasta llevarse a cabo otros estudios arqueológicos en el cañón de Bolaños y en Durango.

ANTECEDENTES

El sitio fue reportado y descrito por primera vez por Ales Hrdlicka sin que haya realizado exploraciones arqueológicas. Tanto Hdrlicka en 1898 como Mason en 1911 dieron mayor importancia al grupo indígena que vivía en Azqueltán describiendo sus costumbres y forma de vida. Ambos mencionan que los tepecanos llevaban a cabo varias ceremonias religiosas al año en la mesa superior del sitio donde había “ruinas antiguas”.

Ales Hrdlicka visitó el lugar por primera vez durante su recorrido por el cañón de Bolaños a finales del siglo XIX y publicó su descripción en 1903.

Cerro Colotlán. Las ruinas conocidas como el Cerro Colotlán se encuentran a sólo cuatro millas al norte-noreste de Azqueltán. Aunque no es muy grande para pertenecer al grupo de las ruinas de Totoate y realizar una exploración arqueológica. La parte principal de la ruina está situada sobre una pequeña mesa, accesible sólo por la derecha del banco del río de Bolaños, que en esa parte hace una curva. En la base de la mesa hay varios montículos de piedra, particularmente uno de ellos, está dispuesto como aquellos de Totoate.

Las ruinas sobre la mesa superior del cerro deben haber servido para algún importante propósito religioso. En el extremo noroeste de la colina hay un gran patio cuadrado de 50 pies de diámetro rodeado por una pared de piedra (de 3 a 11 pies de altura); más allá hubo probablemente cuartos que ahora están rellenados o cubiertos por construcciones de piedra. Hacia el sur de este gran patio hay otro más pequeño formado por un muro de contención de piedra de dos pies de altura con tres escalones de piedra que ascienden a la terraza. A corta distancia hacia el este de esto hay un montículo cuadrangular grande, bajo y aplanado. Una o dos partes separadas de la ruina se ven hacia el este de este montículo. Por todas partes se encuentran estructuras de piedra y cimientos similares a aquellos del Banco de Las Casas y en otras ruinas del grupo de Totoate. En la parte central del gran patio se encontraba en el piso una laja de piedra decorada (que el autor consideró fue careada por los tepecanos en tiempos recientes). Cerca de esa laja hay otra con petroglifos, dos ídolos de piedra muy dañados y varios fragmentos de otras figuras; este conjunto de piezas no parece haber sido usado recientemente y a juzgar por el deterioro causado por la intemperie pueden ser de origen antiguo. En los petroglifos se distinguen figuras enrolladas. Los dos ídolos miden un pie y medio de altura; fueron hechos de una sola piedra, consisten en un pedestal con un gato montés arriba que muestra sus dientes, desgraciadamente las esculturas están muy dañadas. Es interesante notar que, en el cerro de la Leona, situado frente a Cerro Colotlán hacia el sur de Azqueltán, los tepecanos veneran todavía esas figuras, sin embargo, no me dejaron verlas. En lo más alto de la pared de este del gran patio, en una depresión circular pequeña los tepecanos colocan sus chimales o palos rezadores (Hrdlicka, 1903).

Más adelante se refiere a los tepecanos mencionando que en las Relaciones Franciscanas recopilada por Orozco y Berra en 1864:

“Los franciscanos nos aseguran en sus narraciones que los monasterios que fundaron en Colotlán, Nostic y Chimaltitlán se situaban en las regiones de la familia de Teules-chichimecos que usaban un lenguaje especial llamado tepecano” (Orozco y Berra, 1864: 279).

Cuando Hrdlicka describe el asentamiento tepecano actual de Azqueltán señala:

Las viviendas de los indios que no han sido modificadas por la costumbre española consisten de uno o dos estructuras bajas construidas de forma irregular con piedras sin trabajar con o sin mortero. Ocasionalmente hay un cobertizo abierto construido con varas. El techo de las casas es de dos aguas [...] Las casas consisten en un esqueleto hecho con troncos de otate cubierto con zacate. Un grupo pequeño de estructuras es común- mente rodeado por un recinto de piedra. Esas viviendas son generalmente cuadrangulares y las ruinas de ellos son bastante indistinguibles de las ruinas antiguas en esa región (Hrdlicka, 1903: 404).

Añade que los tepecanos se llaman a sí mismos como Hu-ma-kam o Hu-mat-kam que significa “la gente”. La descripción de Hrdlicka coincide con los hallazgos arqueológicos de la ocupación tardía por lo que pensamos pertenece a los tepecanos.

Mason (1912) visitó Azqueltán a principios del siglo señalando que los tepecanos se autodenominan tepehuanes; estaba de acuerdo con Hrdlicka y Nicolás León en que los tepecanos de Azqueltán representan una rama aislada del grupo tepehuane. Este autor describe algunas de sus creencias religiosas, entre ellas las ceremonias llevadas a cabo en un sitio arqueológico situado en las colinas de los alrededores de Azqueltán; se refiere únicamente al conjunto circular de Cerro Colotlán.

“En el centro de un patio circular disponen un fogón de piedra y una hilera de piedras para sentarse, en un lugar fuera del círculo danzan y hacia el este colocan un altar que se decora con objetos simbólicos ceremoniales similares a los de los huicholes: flechas ceremoniales, chimales, pequeños fetiches, bastones y jícaras”.

Detalla cada uno de los objetos empleados en dichas ceremonias asociándolos con sus funciones sagradas o religiosas y afirma que la religión tepehuane se relaciona estrechamente con la huichol y la cora, y que la lengua tepehuane pertenece claramente a la familia pima (Mason, 1912).

Estos dos investigadores fueron los únicos que conocieron el sitio arqueológico cuando las ceremonias todavía se realizaban sobre el conjunto ceremonial principal.


EXCAVACIONES

El sitio arqueológico no había sido explorado hasta que en los primeros meses del año 2000 realizamos algunas excavaciones extensivas en la ladera oeste, la mesa superior de la elevación situada frente al conjunto ceremonial reconocido por Hrdlicka y Mason como Cerro Colotlán y en el conjunto circular ubicado en la base del mismo cerro. El conjunto circular situado sobre la mesa del cerro donde se efectuaban las ceremonias religiosas hasta principios del siglo XX no fue explorado por dos razones: primera, por el difícil ascenso diariamente con las herramientas de trabajo y segundo, derivado del anterior, porque los lugareños temían pasar la noche en el sitio como vigilantes de la herramienta ya que “salen los duendes y nos roban la vida”.

En 1999, previo al trabajo de excavación, se llevó a cabo un levantamiento topográfico dividido en tres sectores, las excavaciones del complejo circular comprendieron una cala de aproximación a partir del montículo central hasta el montículo situado hacia el norte con el propósito de identificar el desplante, la base y el sistema de construcción de ambos montículos; una segunda cala de aproximación que partió de la estructura sur al montículo central, atravesando el patio con similar intención que la anterior; por último se exploró la estructura sur que cierra el complejo arquitectónico con la finalidad de conocer su forma y sistema constructivo.

Las excavaciones proporcionaron los siguientes datos:

Este complejo mostró una sola ocupación tardía con montículos de forma circular, una plataforma rectangular hecha exclusivamente con piedras y una estructura continua que cierra el complejo hecho con la misma técnica que los montículos y la plataforma.

El sistema constructivo consistió en piedras apiladas que dejaban huecos en los cuales se introdujo tierra; las piedras se recogieron y se amontonaron sin darles ningún trabajo de nivelación o fachada. Lo anterior supone que los edificios se levantaron hasta una cierta altura; en la parte superior remataban con un plano horizontal y, posiblemente, el terminado exterior consistió en cubrir el edificio con una capa de lodo.

El complejo circular se cerró completamente mediante un muro que circundaba el patio interior; únicamente hacia el lado sur se construyeron dos cuartos colocados en la parte trasera y externa del muro. Así, el complejo tenía hacia el oeste una plataforma rectangular; hacia el norte un edificio circular de mayor altura que el edificio situado hacia el este de forma similar; y hacia el sur dos cuartos. La destrucción avanzada que presentaba, además del deficiente sistema constructivo empleado y el saqueo en todas las estructuras impidió conocer el acceso y la altura real de los edificios. Es notable la técnica constructiva deficiente y poco durable, además el conjunto mostró grandes agujeros de saqueo.

El sitio se extiende por la ladera oeste de la elevación contigua mediante terrazas artificiales delimitadas con muros de contención de los cuales toda- vía se conservan varias hiladas de piedra. Se lograron identificar seis terrazas de este tipo con restos de cuartos en todas ellas así como, por lo menos, 30 casas habitación. Las terrazas terminan en la mesa superior de esa elevación donde se identificó un segundo complejo circular muy destruido y varias estructuras habitacionales de un cuarto; describiremos este conjunto, denominado sector C, más adelante.

El sector B se extiende en la parte media de la ladera suroeste de la elevación contigua a Cerro Colotlán; ahí se observaron restos de construcción que ascendían a un nivel superior; la terraza delimitada por un muro de contención presentaba en el extremo sur varios restos de cuartos situados frente a una estrecha plaza rectangular cerrada hacia el oeste por una estructura con cimientos anchos de una piedra horizontal. Para su excavación se seleccionaron: una plataforma rectangular; cuatro habitaciones situadas en el extremo sur de la terraza y seis habitaciones situadas al este de la plataforma.


CONSIDERACIONES FINALES

Considerando los datos arqueológicos recuperados a través de la excavación y el estudio lingüístico, señalamos que:

La ocupación tardía fue más extensa que la antigua, corresponde a una fecha posterior a 1275 dC y de acuerdo con la diferencia de rasgos constructivos que presentó pensamos que perteneció a un grupo distinto al de la ocupación antigua.

El grupo correspondiente a esta ocupación tardía debió traer un bagaje cultural diferente por lo cual construyeron edificios con sistema constructivo distinto al de la ocupación antigua; esto incluye el situado en la mesa superior de Cerro Colotlán, el conjunto arquitectónico al pie del cerro y las casas situadas sobre las terrazas artificiales del lado este del cerro; todas presentan similar planeación y forma constructiva; por lo tanto, debieron ser contemporáneas a la ocupación tardía.

El uso por los tepecanos del complejo circular de Cerro Colotlán hasta principios del siglo XX sugiere que este grupo étnico fue el que ocupó el lugar modificando el asentamiento anterior como lo demostró la excavación. Sin embargo, se desconoce si los antiguos moradores todavía ocupaban el lugar o al llegar los tepecanos estaba abandonado. Nos inclinamos a creer lo último. El sistema constructivo del asentamiento antiguo en Cerro Colotlán es muy diferente a los asentamientos explorados a lo largo del cañón, únicamente se compara con el que se presenta en el Banco de las Casas situado también dentro del cañón aproximadamente a 15 km al norte del cerro Colotlán. Este sitio observa varias ocupaciones subsecuentes; la más antigua muestra el patrón arquitectónico circular semejante a la mayoría de los sitios ubicados en el sector norte del cañón y a Pochotitán situado en el sector central; una segunda ocupación presenta un patrón constructivo similar al de la ocupación antigua de Cerro Colotlán. De acuerdo con las fechas obtenidas por C14 en los sitios de El Piñón y Pochotitán, el primer patrón arquitectónico pertenecería a fechas a partir del inicio de la era cristiana hasta alrededor de 500 dC. El segundo sería contemporáneo al asentamiento antiguo de Cerro Colotlán, entre 990 y 1260 dC. Cabe mencionar que en El Piñón y en Pochotitán el sistema constructivo de la última ocupación (1120 dC) es distinto, consiste en cimientos de una piedra clavada con otra inclinada a manera de zoclo. Lo anterior sugiere que, durante este periodo, los grupos asentados en Cerro Colotlán y el Banco de las Casas probablemente fueron de distinta filiación étnica a la tepecana y sus asentamientos no se extendieron hacia la parte central del cañón.

Habrá que hacer notar que los conjuntos circulares descubiertos en Cerro Colotlán no se parecen a los que se encuentran a lo largo del cañón; las estructuras rectangulares hechas con piedra sin trabajar y la presencia de montículos circulares de gran altura utilizando como sistema constructivo el amontonamiento de piedras y como fachada el lodo aplanado, únicamente se encuentran en Cerro Colotlán y en el Banco de las Casas. Como ya se mencionó, en este último sitio se presentan ambos tipos de conjuntos arquitectónicos circulares: el común para el cañón y el conjunto circular semejante al de Cerro Colotlán; lo anterior sugiere que el Banco de las Casas sostuvo una larga ocupación en la que los habitantes antiguos compartieron la tradición cultural del cañón; en un segundo momento se asentarían los grupos cuyo sistema constructivo se reflejó en Cerro Colotlán en el trabajo de piedra careada que se usó en la construcción. Desconocemos si en el Banco de las Casas también se asentaron grupos de tradición tepecana. Pues hasta el momento no se ha excavado por lo que se ignora su secuencia ocupacional y sólo se mencionan observaciones hechas en la superficie.

Estas diferencias en el patrón arquitectónico demuestran que los habitantes de la ocupación antigua de Cerro Colotlán pertenecieron, posiblemente, a un grupo distinto y más tardío que llegó al cañón de Bolaños cuando cesó la ruta de intercambio comercial que unió a esta región y es probable que el asentamiento en superficie correspondiera al grupo tepecano.

La comparación que hizo Hrdilcka en relación con las viviendas antiguas y actuales de los tepecanos es importante para entender el burdo sistema constructivo que mostró la última ocupación de Cerro Colotlán y nos sugiere que ambos representan asentamientos de origen tepecano. Lo anterior demostraría que, para 1300 dC, aproximadamente, los tepehuanes habían emigrado del norte y se habían asentado en el cañón de Bolaños, no sólo en Cerro Colotlán sino también en el Banco de las Casas. También pensamos que este tipo de sistema constructivo tuvo su origen en la mesoamericanización tardía.

Pero ¿quiénes fueron los creadores de la ocupación antigua en Cerro Colotlán? ¿Compartieron la dinámica cultural que unió a la región de Bolaños? Se conoce únicamente el último momento de la ocupación, pero se desconoce cuándo llegaron a ese lugar para asentarse. Entre los escasos tiestos decorados asociados con esa ocupación se encontraron algunas semejanzas con los sitios de la parte central del cañón, por lo que consideramos que ese grupo participaría con los otros grupos asentados en la zona durante el último momento antes de decaer la ruta comercial planteada para la región; sin embargo, desconocemos la forma e intensidad de su participación.

Consideramos también la posibilidad de una oleada tardía de filiación étnica distinta (que penetró en esa parte del cañón ocupando Cerro Colotlán y tal vez el Banco de las Casas) a la descubierta en los sitios de la parte central del cañón de Bolaños los cuales comparten una misma tradición cultural como se ha constatado a través de 15 años de investigación arqueológica por toda la región.

Una segunda explicación plausible sería que este grupo llegó a asentarse en la ladera del Cerro Colotlán alrededor de 800 o 900 dC después de haber cesado la ruta de intercambio comercial que funcionó en el Cañón de Bolaños; periodo posterior a los cambios drásticos sucedidos en Mesoamérica nuclear que repercutirían en la frontera del norte de México (Cabrero, 1989; Cabrero y López, 2002).

La carencia de áreas de actividad en el interior de las habitaciones es muy significativa; únicamente se encontraron dos metates (huilanches) y dos hachas de piedra en el exterior de la estructura 10 correspondiente a la ocupación antigua. La ausencia de fogones en el interior de las casas, la presencia de metates y del basurero en el exterior de la habitación sugieren que las actividades cotidianas relacionadas con la alimentación, la caza y la pesca, en ambos grupos, se llevaban a cabo en el exterior y la habitación se reservaba únicamente para dormir y descansar.

La escasez de tiestos cerámicos es otra característica de estos grupos; se recobró una mínima cantidad y la mayoría de tipo doméstico (monocromos). Lo anterior significa que ambas ocupaciones emplearon poca cerámica sustituyéndola con otro tipo de recipientes como los guajes (Lagenaria sp.) de origen vegetal, tan abundantes en la región. Este rasgo no es exclusivo de estos grupos ya que en los otros sitios excavados del cañón se presenta una situación similar. Los entierros asociados con las estructuras son escasos. Se encontraron sólo tres infantiles, un posible adolescente y un adulto asociados con las estructuras 1 y 2; a excepción del adulto asociado con la ocupación antigua, los demás pertenecen a la última ocupación.

La carencia de entierros sugiere que ambos grupos acostumbraban ente- rrar a sus muertos en lugares específicos o bien los cremaban. También cabe la posibilidad de que al destruir la ocupación antigua se hayan extraído los entierros despareciendo la evidencia.

Considerando lo que por ahora se tiene en investigación lingüística y las semejanzas que se manifiestan en algunos niveles de la lengua (fonología, morfología y léxico), se puede decir que el tepecano y las otras variantes del tepehuano sureño se separaron después de que el tepehuano del norte lo hizo, con respecto a las sureñas. Es decir, y sin precisar tiempos –aunque se pueden sugerir– primero se dio la separación entre el tepehuano del norte y el del sur y éste último a su vez se fragmentó posteriormente en distintos grupos.

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