sábado, 8 de julio de 2023

El Gentilicio de Colotlán

Por: José Alonso Serrano Campos

Decir de dónde eres se hace con un gentilicio, una palabra que se convierte en carta de presentación, que identifica el origen de una persona y que también remite a la comunidad cultural de la que es parte. Es un adjetivo y sustantivo que define la pertenencia de la persona al lugar y se utiliza desde hace siglos, aunque en su origen tenía otro sentido.
La toponimia es una disciplina que se dedica al estudio sobre el origen y significado de los nombres de lugar o topónimos. Junto con la antroponimia constituye una disciplina más general que en la actualidad conocemos con el nombre de onomástica u onomatología. También a la toponimia se la conoce con el nombre de toponomástica.
La palabra topónimo es un neologismo formado por dos voces griegas: topos "lugar" y ónoma "nombre", lingüísticamente, o si se prefiere gramaticalmente, el topónimo es un sustantivo propio.

Factores para crear nombres de lugar
Uno de los rasgos más esenciales del género humano es su capacidad para expresar sus pensamientos, ideas, emociones, por medio de signos orales; es decir, mediante el lenguaje articulado. El hombre da nombre a las cosas.
Los topónimos, como ya dijimos, son términos descriptivos ya que en todos ellos hay información sobre los aspectos o acontecimientos que los originan. Así, entre los factores extra lingüísticos se encuentran primero aquellos que tienen que ver con la realidad geográfica y ambiental del lugar; configuración y propiedades del terreno, características ambientales de tipo climático, zoológico, botánico, orográfico o hidrológico.
Otras de carácter diferente que pueden ser de denominación de divinidades, la llegada de extranjeros, personajes históricos, suceso acontecido, elemento arquitectónico, el reemplazo del anterior por el otro y los nombres de lugar en los que los pueblos imprimen determinados aspectos de su pensamiento filosófico, religioso y hasta político.
Esto “denota relación con un lugar geográfico”,​ como un barrio, pueblo, ciudad, provincia, región, país, continente, o cualquier otro lugar o entidad política. En español el gentilicio es un adjetivo que se puede sustantivar, es decir, se puede referir a una persona mencionándola únicamente por su gentilicio y así se puede decir correctamente “el coreano” (en lugar de decir: el individuo de corea), la alemana, etc.
Los gentilicios ordinarios del idioma español se forman con una variedad de sufijos: -a, -aco, -aíno, -án, -ano, -ar, -arra, -ario, -asco, -ato, -e, -eco, -ego, -enco, -eno, -ense, -eño, -eo, -ero, -és, -esco, -í, -iego, -ín, -ino, -isco, -ita, -o, -ol, -ón, -ota, -tarra, -ú, -uco, -ujo, -uso y -uz —más sus correspondientes variantes femeninas—. Asimismo, el español reconoce un gran número de gentilicios particulares puesto que, además de los fundamentos lingüísticos, son igualmente válidos para determinar un gentilicio aquellos relacionados con la cultura, la historia, la tradición y el uso.
Cuando queremos hacer referencia a un lugar geográfico (ya sea una población, país, región…) y a los habitantes que viven allí solemos usar algún término relacionado con ese sitio (que en ocasiones poco se parece al nombre local) y lo conocemos como ‘gentilicio’ (por ejemplo ‘colotlense’ es el gentilicio de Colotlán) e incluso hay lugares que son nombrados por otro gentilicio (en el caso de Guadalajara sería: tapatío).
 
Aquí unos ejemplos del nombre a la gente de Colotlán (y los más reconocidos subrayados):
Colotlanense
Colotlaneco
Colotlanino
Colotlense
Colotlenco
Colotlasco
Colotlesco
Colotlisco
Colotleño
Colotleco
Colotlaco
Colotlano
Colotluco
Colotlón
Colotlo

Etimológicamente el término ‘gentilicio’ proviene del latín ‘gentilicius’ y este de ‘gentillicium’ el cual hacía referencia en tiempos de la Antigua Roma al linaje o tribu a la que pertenecía un individuo y que solía ir acompañando al nombre (a modo de apellido, por decirlo de una forma entendible).
Por tanto, originalmente el gentilicio no era una referencia al sitio donde habitaba alguien (o de dónde provenía) sino al linaje o familia a la que pertenecía ya que se solía vivir en clanes y/o comunidades. Con el tiempo derivó a que fuese usado para referirse no solo a la comunidad de personas sino al lugar en sí.
A lo largo y ancho del planeta podemos encontrar que existen numerosos gentilicios que son muy curiosos, los topónimos son esos nombres propios que designan un lugar determinado, ya sea un país, una ciudad, una montaña o un río.
Tanto topónimos como gentilicios forman un área bien acotada dentro de los nombres propios, porque tienen sus propias reglas de formación y de escritura y, sobre todo, porque reflejan la historia de la sociedad donde ocurren.
Muchas veces las personas preguntan cómo ha de escribirse un topónimo (y su correspondiente gentilicio). La respuesta es simple y compleja a la vez: no hay un modo absoluto de escribirlos. En muchos casos existe solo una costumbre que es aceptada; la regla de oro es la siguiente: la manera adecuada de escribir un topónimo es aquella que los habitantes del lugar prefieren.

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