lunes, 8 de febrero de 2021

RECORRIDO POR LA ZONA WIXARIKA (HUICHOL)

Por: José Alonso Serrano

15 de agosto de 2003 – Actualizado en febrero de 2021.

Los preparativos comienzan a primeras horas del día, justo a las 6:00 de la mañana, mi padre y un servidor salimos de Colotlán con destino a San Miguel Huaixtita, una de las comunidades más alejadas de la zona norte del estado de Jalisco, en camioneta de su trabajo en la Secretaría de Salud, el objetivo era darle mantenimiento a algunas unidades médicas, él para no irse solo pues  yo me fui "de pegoste".

Para llegar a ese lugar, se hace el recorrido por la carretera federal #23 a Huejúcar, luego hay que pasar por la carretera compartida por los Estados de Jalisco y Zacatecas que nos conducen hacia Monte Escobedo, Mezquitic y finalmente Huejuquilla el Alto, de ahí se toma un camino de terracería (en aquel entonces así era) que nos conduce a nuestro destino final, luego de pasar casi 10 horas de difícil andar y 320 kilómetros recorridos.

Al llegar a Huejuquilla no hay mucho problema, pero al continuar el camino por terracería comienza a sufrir el vehículo con tanto “brinco”, existe un lugar cercano a la carretera donde convergen cuatro estados de la república: Zacatecas, Durango, Nayarit y Jalisco. El paso continúa entre el mal estado de la carretera y pasamos por el territorio de los Coras, un grupo étnico de Zacatecas y Durango.

A esa altura, ya hace mucho frío y el paisaje pasa a ser boscoso, por ahí hace tiempo existían fuertes enfrentamientos por los problemas de tierras que aún prevalecen sin resolver del todo.

Luego pasamos la comunidad de Canoas, perteneciente a Durango, y siguiendo el trayecto comienzan las grandes montañas y la belleza geográfica de lo accidentado del terreno, enclavado en la Sierra Madre Occidental.

Poco antes de llegar, se encuentran algunos aserraderos, donde personas trabajan la madera que se extrae de las zonas más boscosas de la sierra. 

Luego de subir y subir por entre los cerros, observé postes de la Comisión Federal de Electricidad que estaban tirados a la orilla de la carretera, algo curioso al pensar que en esos alejados parajes llegará la electricidad, al poco caminar encontramos a trabajadores de la CFE, precisamente ellos estaban colocando el posterío para el servicio.

Ahí se encontraba el Supervisor de Construcción de la CFE, el Ing. Francisco Javier González, quien me dijo que se pondrían aproximadamente 200 kilómetros de cable y postes, colocados para brindar el servicio a ocho comunidades de la zona huichol. Las comunidades beneficiadas son: Amoles, San Sebastián, Pueblo Nuevo, San Andrés Cohamiata, San Miguel Ahuaixtita, Jesús María y Mesa del Nayar.

Recuerdo que en una visita del presidente Vicente Fox a Mezquitic, prometió que al final de su administración, las zonas indígenas tendrían electricidad. Tal vez a raíz de eso las obras se empezaron desde el 2002 con la planeación y permisos para el cambio de uso de suelo del bosque y en abril comenzaron los trabajos del tendido de la red, colocación de postes y cableado.

El 23 de agosto de 2003 terminó la obra, a partir de entonces se comenzaron a conectar las comunidades, fuerte desafío para sostener el servicio, pues si bien se podía conectar, pocos lo podrían pagar, siendo una de las zonas más marginadas del país.

Años después, el ingeniero González me contactó por correo electrónico para pedir la nota publicada en aquella que lo entrevisté en la sierra para Voz del Norte, pues le di mi tarjeta de presentación, me contaba que le valió un fuerte regaño de sus jefes por haber “soltado” algo que debía haber sido reservado hasta el mega anuncio de la autoridad, como así lo hicieron pero nosotros nos “adelantamos”.


Recuerdo que enseguida de entrevistarlo nos dieron las tres de la tarde, en un punto alto desde donde mi celular tuvo señal y pude hacer mi reporte a Radio Alegria 1100 am, desde lo más recóndito de Mezquitic yo colaboraba en su noticiero CNZ Noticias, de eso hablaré luego.

Siguiendo el recorrido, existe un crucero que va a San Andrés Cohamiata, nos dirigimos a ese lugar para dejar unos materiales que hacían falta en la casa de salud de la comunidad, ahí la encargada nos recibió, yo aproveché para tomar algunas fotografías, casi de inmediato regresamos al crucero, para tomar el camino a San Miguel.

Hasta ese punto, luego de haber salido a las 6:00 de la mañana, y tomado nuestro tiempo para comer en San Andrés, ya eran cerca de las 7:00 de la tarde y faltaba poco más de una hora para llegar a nuestro destino.


Por fin llegamos a San Miguel antes de que acabara la luz del sol, un lugar en lo alto de las montañas, por un lado y por otro se aprecian algunos llanos en las faldas de los cerros, encontramos a muchos huicholes tomando bebidas alcohólicas en una especie de terraza, el motivo era que se inscribieron en las listas de beneficiarios del programa gubernamental PROCAMPO, motivo era de sobra.

Luego de las aventuras para poder ubicar un sitio y dormir dentro de la casa de salud, (nos quedamos en la casa de salud, no había nadie esa noche) por la mañana todo era un silencio, muchos habitantes pasaban montados en burro hacia el sembradío de maíz que muchos hombres tienen en el fondo de las montañas, para subir y bajar lo hacen en animales a través de la barranca.

Existen varias tienditas con productos como huevo, verduras refresco y botanas, en una me compré unas galletas Gamesa, aunque ninguna tiene mucho surtido, es difícil creer que llegan a surtir proveedores hasta ese lugar, lo que hacen los tenderos es ir por su cuenta a surtir productos hasta Huejuquilla.

Una señora Wixárika que es Técnico Auxiliar en la Casa de Salud de San Miguel me platica sobre la falta de una ambulancia, decía que unas personas de Estados Unidos les habían donado una y que próximamente se las entregarían, por lo que ella y varias mujeres estaban organizadas y haciendo el trabajo de construir el espacio cerca de la Casa de Salud para meter ahí la ambulancia. Me platica que ellas y sus amigas hicieron los cimientos y que pagaron a los hombres para que hicieran las bardas, pero no estaban haciendo nada porque se iban todos a la siembra y tenía preocupación de lograr su cometido.


Así terminó la visita de un día por la casa de salud de San Miguel, no se que tanto hizo mi papá mientras pero espero haberlo ayudado, nos fuimos al siguiente destino, conocí enseguida la comunidad de Popotita, un lugar cerca de San Miguel que traslada la mente a otro mundo por la forma de sus casas y el aspecto de su gente, un lugar poco imaginable en el “mundo moderno” de las ciudades y pueblos concurridos del país.

Ese mismo día, mientras nos disponíamos a regresar a Colotlán, se escuchó el vuelo de una avioneta que aterrizó en una pista cerca del pueblo, esa pista es utilizada como medio de comunicación para trasladar doctores y enfermos cuando se requieren traslados urgentes y también para uno que otro turista.

Precisamente fue el caso, llegó una familia en la nave para conocer el lugar, al igual que yo estaban fascinados con la belleza del sitio, era una familia turista de mexicanos radicados en Estados Unidos, habían salido de Puerto Vallarta, fueron solamente a conocer la comunidad, permanecieron un rato y se fueron por los aires que los trajeron, a lo mucho en una hora de vuelo, nosotros habíamos recorrido más de 10 horas por tierra.

Luego de una breve estancia de dos días en el lugar más alejado de la zona norte de Jalisco, donde cabe aclarar que se llega en camioneta, pues hay lugares mucho más alejados donde solo se podía ingresar a pie o en animales; esta experiencia deja al menos dos enseñanzas: Una es que es muy difícil llegar hasta estas comunidades, el nivel de vida y sobre todo la riqueza cultural prevalece gracias a su lejanía con el mundo moderno y otra es que es un lugar donde rara vez se ven mestizos, por lo que su riqueza cultural sigue siendo desconocida y poco valorada.


 

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