sábado, 5 de agosto de 2023

Registro de colecciones arqueológicas en Monte Escobedo, Zacatecas

Por: Óscar R. Basante Gutiérrez y Juan Sebastián Gómez Llano.

Revista Arqueología mayo-agosto 2008

Cerro del Venado Monte Escobedo.
Foto: José Pinedo (Facebook)
Como parte de las actividades de registro realizadas por el INAH en 2006, se catalogaron y clasificaron cuatro colecciones particulares de piezas arqueológicas encontradas en Monte Escobedo, Zacatecas. Para contextualizar estas piezas, así como la información obtenida, se realizó una visita a tres sitios con vestigios materiales asociados con la cultura Bolaños, a fin de obtener asociaciones tipológicas. Entre otros resultados, se obtuvieron datos arqueológicos no conocidos para esta región, además de haberse localizado un asentamiento con estructuras, una cueva y un abrigo rocoso con pinturas rupestres. El asentamiento podría estar relacionado con las regiones de Bolaños y Teuchitlán, donde también se encontraron evidencias de pinturas rupestres. Además de mostrar evidencias de representaciones pictográficas, este trabajo aborda el problema en torno al fechamiento y correlación cultural; también se discuten tres estilos pictóricos que se comparan con evidencias localizadas en otras partes del territorio mexicano y con los estilos decorativos en la cerámica de Bolaños.

Entre las colecciones particulares catalogadas por Registro Arqueológico del INAH en 2006, destacaron cuatro colecciones del suroeste ubicadas en el municipio de Monte Escobedo, Zacatecas, cuya importancia se debe al hecho de que las piezas que las conforman son originarias de la localidad, donde hasta el momento no se habían efectuado investigaciones arqueológicas.

Las piezas de estas colecciones presentan características y atributos muy particulares, que permiten descartar la posibilidad de asociación con otras regiones mesoamericanas. Consecuentemente, ante la necesidad de identificar las piezas se recurrió a referentes de investigación de regiones cercanas a este municipio, como la cuenca del río Bolaños. Esta última, al igual que el municipio de Monte Escobedo, pertenecen a la provincia fisiográfica de la Sierra Madre Occidental y subprovincia Mesetas y Cañones del Sur, o provincia del interior. A esta provincia también se le conoce como noroeste de México e incluye el Norte y Oeste de Zacatecas, noroeste de Jalisco y los estados de Durango y Sinaloa; además se le considera dentro de los límites de Mesoamérica Septentrional, como la nombra Braniff. En esta zona se ubica la subzona cultural Juchipila-Bolaños, que comprende el área atravesada por los ríos y barrancas de Juchipila, Teul, Tlaltenango y Bolaños. Esta región fue llamada zona caxcana para el Posclásico por Isabel Kelly en 1948, localizada en una sección de las barrancas de Juchipila.

Esta región fue habitada por distintos grupos y a lo largo del tiempo muestran ciertas diferencias, por lo que se le ha dividido culturalmente. Al respecto, Leonardo López Luján señala que las sociedades de Mesoamérica septentrional tendieron a homogeneizarse; los grupos que se asentaron en la cuenca del río Bolaños-Mezquitic, aunque su origen ha sido referido al noreste de Jalisco y Sur de Zacatecas, en la región presentan el mayor contraste con las culturas Loma San Gabriel, Chalchihuites y Malpaso —nombres dados por Kelly.

Una de las colecciones cuenta con objetos de riolita en forma de conos truncados, con huellas de uso que formaron concavidades cónicas, de disco y lisas, algunos presentan canaletas y restos de un tinte rojo. Fueron encontrados en el sitio Cerro Colotlán, enterrados en unidades habitacionales de los que se ignora su función, aunque posiblemente fueron utilizados como morteros.

También se encontraron otros objetos en forma de herradura y manufacturados en riolita; éstos fueron encontrados en estructuras del sitio Banco de las Casas situado en el cañón de Bolaños, al Sur de Mezquitic. Gracias a las evidencias arqueológicas sabemos que fueron utilizados como goznes o bisagras para fijar las puertas al quicio. Otras esculturas talladas en piedra representan siluetas humanas, con piernas apenas marcadas y un desgaste pronunciado en los costados para formar la cabeza de la figura. En una de ellas se tallaron acanaladuras que parecen formar brazos cruzados; estas representaciones son del tipo Chinal descritas por Cabrero, corresponden al segundo periodo y fueron encontradas en unidades habitacionales. Este periodo va de 500 a 1120 d.C. y se caracteriza por un cambio cultural provocado por la intrusión de un grupo humano distinto, lo cual se refleja en el sistema constructivo, prácticas funerarias y estilos decorativos. También en este periodo decayó la ruta comercial que provocó un desequilibrio y abandono paulatino de los centros de control, hasta desocupar los asentamientos por completo hacia 1260 d.C.

Las principales materias primas encontradas en las colecciones, reiteramos, son pedernal, obsidiana, riolita, turquesa, piedra azul-verde y cobre. Respecto a la obsidiana, se cuenta con evidencias de yacimientos en la cuenca del río Magdalena, en Jalisco, que eran explotados y la materia extraída comercializada a grandes distancias. También se han localizado talleres donde se trabajaba esta materia prima en sitios tanto de Jalisco como de Bolaños.

El segundo sitio fue ubicado en el municipio de Monte Escobedo, 7 km al noreste de la cabecera municipal, en el paraje conocido como Las Mesitas. Este sitio, llamado abrigo rocoso Las Mesitas, es un abrigo rocoso en la base de la mesa formada por una cañada del arroyo Las Mesitas, cuya profundidad es de 50 m y donde actualmente se encuentra la presa La Cañada; el abrigo tiene una altura de 10 m, una superficie pintada de 2.56 m de ancho y cerca de tres m de alto, en cuyo rente y pie se localiza una serie de pinturas rupestres esquemáticas en color rojo.

La mayor parte del frente presenta manchones de pintura y restos decorativos muy deteriorados debido a los escurrimientos, lo cual impide su identificación. En superficie se encontraron tres fragmentos líticos de pedernal y cuatro fragmentos cerámicos: uno de burda pasta naranja, otro de pasta café con engobe rojo, y un tepalcate de los llamados texturizados a base de rayado o del tipo café alisado rayado; éste se encuentra en todo el periodo de ocupación, más parece que fue utilizado con mayor frecuencia durante el último periodo.

Las limitaciones para fechar las pinturas se deben a la carencia de análisis químicos y contextos arqueológicos relacionados con ellas, puesto que fue una mera visita y no un trabajo de arqueología. Sin embargo, los dos estilos observados, presentan diferencias temporales, el esquemático monocromo y el estilizado policromo. Suponemos que el primero es anterior al segundo y presenta al menos dos tradiciones, de las cuales no existe reporte alguno para la región. Cabe señalar que los informantes mencionaron varios lugares con este tipo de evidencias.

Lo más cercano a esta área es el trabajo de Brigitte Faugère-Kalfon, quien investigó petrograbados y pinturas rupestres en el centro-norte del estado de Michoacán; propone que estas evidencias fueron realizadas por grupos que vivían tradicionalmente en lugares escarpados relacionados con culturas septentrionales a partir del Posclásico, periodo que marca la transición hacia los grafismos figurativos. Tal aserto apoya la hipótesis de la presencia de grupos poco sedentarizados en la frontera Norte mesoamericana.

Por ello no es posible, con los datos hasta ahora disponibles, otorgar una filiación cultural, dada la diversidad de grupos asentados en la región de Bolaños en distintos periodos. Por los datos etnográficos sabemos que fue habitada por tecuales diseminados entre los coras meridionales, tepecanos y mexicaneros, que eran grupos principalmente tlaxcaltecas; varios grupos caxcanes que abandonaron sus territorios de los valles de Juchipila y Tlaltenango, después de la derrota en la conocida guerra del Mixtón entre 1540 y 1542, para asentarse entre los nayaritas de oriente, además de coras y huicholes —llamados durante la Colonia nayaritas de oriente—, quienes actualmente habitan en gran parte del territorio occidental. Otro dato relevante es el hecho de que en ocasiones los guachichiles invadían territorios nayaritas.

Por último, se localizó el sitio El Corralito, situado en el extremo noreste de Las Mesitas y a sólo 500 m del abrigo rocoso ya descrito. Al Norte de esta zona se ubican los tres sitios localizados por Amanda Ramírez y Salvador Llamas, que posiblemente comparten las mismas características. Se componen de plataformas de piedras careadas y lajas de riolita en forma cuadrangular, rectangular y circular, así como banquetas en algunas estructuras.

El Corralito consta de siete estructuras de un metro de altura, constituidas por alineamientos de piedras careadas que forman rectángulos, y establecen un semicírculo en torno a una plaza o patio con un patrón de distribución nucleado, con una de las estructuras en el centro del semicírculo. El área ocupada es de 15 000 m2. Este patrón arquitectónico de distribución circular se comporta de la misma manera que los sitios reportados por Weigand en las tierras altas de Jalisco, y por ello propone una relación con las zonas de Valparaíso y el río Bolaños.

Al Sur de El Corralito se encuentran dos muros que delimitan el único acceso al sitio, pues al Norte y Este lo corta tanto la cañada del arroyo Las Mesitas como la actual presa La Cañada. En toda la extensión del sitio se encontró material cerámico y lítico expuesto en superficie. El asentamiento presenta destrucción por el saqueo ocasional, y nuestro informante dijo que hace varios años observó cómo sacaban entierros de las estructuras. El saqueo ha sido un grave problema en esta región del país, ya Carl Lumholtz narró la compra de puntas de lanza y flechas de obsidiana en Monte Escobedo durante su viaje realizado por el Norte de México en 1902, lo cual demuestra que dicha práctica se ejercía desde inicios del siglo XX.

Al parecer este sitio pertenece a lo que Weigand llama tradición Teuchitlán y corresponde a los asentamientos de la cultura Bolaños trabajados por Cabrero. La observación en superficie del arreglo semicircular de siete estructuras sugiere que este sitio puede ubicarse dentro de las fases El Arenal (200 a.C. a 200 d.C.), cuando se desarrolla la arquitectura que define a esta tradición, caracterizada por círculos de plataformas en torno a pequeñas pirámides circulares, relacionadas con las tumbas de tiro clásicas; o con la fase Ahualulco (200 a 400 d.C.), donde el patrón arquitectónico circular está desarrollado por completo y casi todos los círculos tienen ocho plataformas. En la cronología propuesta por Cabrero para esta región, el sitio podría ubicarse tanto en la fase Tumbas de tiro (80 a 500 d.C.) como en la fase El Piñón que va de 500-900 a 1000 d.C., cuando se sustituyen los entierros de tumbas de tiro por entierros directos. No se puede afirmar que corresponda a la fase Teuchitlán I (400 d.C. a 700 d.C.), que se caracteriza por conjuntos monumentales llamados guachimontones; sin embargo, este sitio posiblemente pueda concordar con conjuntos menores de esta misma fase.


Consideraciones generales

Las piezas estudiadas permitieron realizar las primeras aportaciones a la región de Monte Escobedo, siendo el presente artículo un claro ejemplo de la importancia que reviste ampliar la información que proporciona este tipo de colecciones, y esperamos que esta primera aportación arqueológica abra la posibilidad de llevar a cabo estudios más profundos.

Las comparaciones tipológicas efectuadas permitieron, por una parte, la identificación de piezas características de la región, lo cual confirma su filiación con la cultura Bolaños; por otro lado, en ciertos casos fue posible asignar una periodización. Muestra de esta categorización cultural y cronológica son las puntas de proyectil incluidas en las familias tipológicas de Cabrero, así como los tipos de esculturas Chinal (500-1120 d.C.), Pocho (1-500 d.C.), Zache y Bola.

Por otra parte, se tiene abundante presencia de objetos en forma de conos truncados, al parecer artefactos, por lo que dar seguimiento a tales investigaciones sería significativo, ya que al presentar tal cantidad nos habla de una utilización común; hasta donde sabemos, el único reporte sobre estos objetos son las excavaciones de Cabrero en el sitio Cerro Colotlán.

La distribución espacial de las estructuras en superficie en el sitio El Corralito, caracterizado por el arreglo arquitectónico de conjuntos circulares, se apega a las particularidades regionales de Bolaños y Teuchitlán, demostrando la concordancia con la cultura Bolaños. El patrón de asentamiento de la región de Bolaños se distingue por una distribución arquitectónica circular en los sitios de la parte norte de la región, y una combinación o sustitución en la parte sur; otra característica es la carencia de monumentalidad y su ubicación mayoritaria sobre mesetas con amplia visibilidad al río como es el caso de este sitio localizado en Monte Escobedo. Tal relación de los sitios y la similitud entre las piezas que integran las colecciones y las evidencias materiales encontradas en las excavaciones realizadas por Cabrero nos lleva a inferir que dichas piezas, si no son específicamente del sitio El Corralito, corresponden a sitios semejantes.

El registro de pinturas rupestres arrojó datos sobre la presencia de este tipo de evidencias en la región. Las aproximaciones obtenidas con este estudio son la existencia de dos tradiciones pictográficas de periodos prehispánicos y una de época colonial. Las pinturas del sitio Cueva Cerro del Tigre presentan motivos comparables con diseños presentes en la decoración cerámica de la cultura Bolaños, como la vasija encontrada en una tumba de tiro en el sitio El Piñón, cuya semejanza consiste en la estilización y postura de la figura humana, la policromía y el delineamiento de sus contornos.

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