Por: José Alonso Serrano Campos
* Preparan video con todos los detalles, cuya presentación será en el Encuentro de Especialistas de CUNORTE este año.
Estas evidencias han servido para dar inicio a procesos de investigación que podrían dar más claridad al origen de esta basta región occidental entre los estados de Jalisco y Zacatecas. Por medio de la paleontología se tiene como objetivo estudiar el registro fósil de estas piezas descubiertas para reconstruir la historia de la vida y podría dar mayor información sobre el pasado de estas tierras.
Se considera que los fragmentos encontrados pertenecieron a animales de unos 13 mil años, dando prueban de la riqueza paleontológica del norte de Jalisco, una zona accidentada, con perfil agrícola donde a menudo los restos están en manos de pobladores y sin conservación.
Colotlán hace miles de años era un lago donde todos estos animales quedaban varados, algunas osamentas de mastodontes recientemente encontradas fueron dejadas por los cazadores antiguos que vivían en las cuevas de los cerros de Santiago, San Nicolás y algunas otras aledañas; tenían su comida y agua asegurada en las partes bajas de la zona donde se podrían concentrar muchos de estos animales.
Los primeros asentamientos humanos se deben a la presencia de dichos mastodontes, el valle de Colotlán sería un vaso lacustre formado por el escurrimiento de los cerros con altas probabilidades de supervivencia para aquellos primeros pobladores.
Este tipo de vestigios existen en la región dispersos por una zona limítrofe que abarca la cabecera municipal, al tiempo se han descubierto animales más completos en las márgenes del rio y uno más encontrado cerca de la gasolinera por la salida a zacatecas.
Además, se han encontrado vértebras de vacunos petrificadas como las de un bisonte que podría llegar a pesar entre 3 y 5 toneladas y un colmillo plano que podría pertenecer a un animal conocido como “dientes de sable”. Por el dibujo y la anatomía comparada se podría determinar que se trata de uno de ellos, pero falta la demostración científica mediante pruebas de laboratorio por parte del INAH.
Varias personas le habían mostrado evidencias de huesos petrificados al maestro Urista, de al menos 20 sitios y objetos similares, por lo que se dio a la tarea de documentarlo y recuperar algunas piezas para investigar y motivar acerca del tema a más pobladores.
En su recuento, hace referencia a los descubrimientos que hicieron varios vecinos como Ignacio Iturriaga en 1978, encontró en una huerta frente al río una mandíbula y fragmentos de una osamenta de enormes dimensiones; Rubén Márquez en la mezquitera, encontró huesos que incluso en tiempos del alcalde Fabio Ruiz Ortega fueron notificados al INAH; otra osamenta con colmillos de más de dos metros de largo, quedaron registrados en un periódico local del tiempo de Alberto Soria que hacía su impreso en Colotlán, un trozo de ese fósil formó parte de aquel museo escolar de la escuela “Niños Héroes” en que Ricardo Urista participó.
En tortugas, rumbo a San Nicolás, Catarino Núñez Flores en 1984 encontró dos colmillos de un mastodonte, al año siguiente también descubrió huesos en el cerro de Las Golondrinas, camino al Saucillo se encontró un sitio de distintos fragmentos grandes aún por examinar.
En años recientes Ramiro Vega Cárdenas mostró una piedra que encontró en Canoas rumbo a la Montosa, tiene una adherencia de un colmillo; para el 2003 Raúl Serrano Arenas encontró vértebras en el lugar conocido como Tortugas, así como un colmillo de mamut; en 2005 Catarino Núñez Flores, en el rio entre Santiago y Colotlán también vio vestigios, frente a la Preparatoria hubo otro hallazgo, quedando en resguardo de la misma prepa.
En los Veliz, Casallanta, El Pastor, Golondrinas, hacia el rumbo de la Normal, hay una serie de revelaciones que dan muestra del contexto de un tipo de fauna que pudo sobrevivir en la zona, los huesos de enormes y sorprendentes animales: Los gonfoterios, especie tropical o subtropical de los mamuts.
Estos enormes animales habitaron en Norteamérica durante los periodos terciario y cuaternario. Se estima que podían pesar hasta cuatro toneladas. Sus dos defensas superiores –rectas y sin banda de esmalte– erróneamente se perciben como colmillos; se presentan en el maxilar y a veces en la mandíbula.
Otro Hueso petrificado hallado podría tratarse del Capibara, un gran roedor con patas cortas, con un tamaño aproximado a los 80 cm. En Jalisco ha sido hallado también en Zacoalco, Chapala, Atotonilco el Bajo y Tecolotlán.
La intención de difundir estos hallazgos es motivar a denunciar los sitios donde se han encontrado restos fósiles y quizá en un futuro no muy lejano hacer un museo, recomendando a la población dejar los huesos en el sitio y no destruirlos.
Falta confirmar mediante pruebas científicas que estos restos pertenecen a parte de la gran fauna que vivió en esta región hace entre 13 mil y 30 mil años, varios han quedado al descubierto por la erosión con las lluvias, por eso es importante dar aviso a los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia para que le den seguimiento.
De acuerdo con la legislación mexicana, cualquier persona puede ser custodio del patrimonio arqueológico que encuentre en su casa, su jardín o cualquier espacio de su propiedad, previa autorización del INAH. No obstante, esta opción "no es lo recomendable" pues los restos tienden a deteriorarse o dañarse sin las estrategias de conservación adecuadas. Recuperar y mantener estas piezas es una manera de abonar al conocimiento de la historia y la geografía regional.
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