Por: José Alonso Serrano Campos
El documento, presentado como suyo, es original de José Antonio García, colotlense que de su puño escribió, letra por letra, como de imprenta, en una sola hoja de papel especial que mide ciento dos por ochenta centímetros.
Se cuenta que, en 1928, por órdenes del presidente municipal Agustín Rivera, se desarmaron algunas tumbas del atrio de San Nicolas Tolentino. El motivo de tal acción era aprovechar la hermosa cantera labrada para usarla en el nuevo edificio de la presidencia municipal que por esas fechas se realizaba.
Hoy sólo quedan dos tumbas que son evidencia del arte en cantera y la sensibilidad artística local de la época. En su momento no se advirtió que dicha destrucción atentaba contra el patrimonio arquitectónico, sin embargo, por suerte un hallazgo en el interior de una de ellas dejó como legado interesante el pergamino del que hoy se tiene conocimiento y aquí se cuenta parte de su historia.
El documento de gran valor histórico era original y quizá estaba como ofrenda en la tumba del presbítero Basilio Terán Martínez, hoy se desconoce el punto exacto donde fue depositado el cuerpo del sacerdote, solo se tiene como referencia en el registro de defunciones que fue colocado en el templo de San Nicolás, pero el autor del pergamino fue depositado en otro sitio años después que el padre Terán, por lo que bien pudo solo depositarlo como ofrenda a él o a alguien más enterrado en el mismo sitio.
Una versión señala que en 1942 fue copiado el pergamino por los profesores Francisco Huízar Robles, J. Gertrudis Ramos Estrada, Adrián Huízar Curiel y Carlos Bustos Álvarez; empieza a ser difundido, al principio entre una selecta parte de la población, hoy es casi de dominio público. De hecho, los estudios recientes tienen a este documento como una fuente de notable valor histórico. Una versión más señala que el documento original está en poder de la familia del Sr. Julián Sánchez, que fue obsequiado a don Julián en esta su tierra natal hacia 1950, por su maestra de primaria, la señorita M. Guadalupe Díaz Rodríguez. Lo mejor de tal hallazgo es que hoy conocemos el contenido del mismo.
El autor, quien se le ha considerado como el segundo cronista de Colotlán, después de Fray Francisco Frejes, dejó en su texto diversos datos que incluyen una cronología del siglo XIX con interesantes datos que vinieron a enriquecer el conocimiento histórico de nuestra ciudad, los datos abarcan un período de 1801 hasta 1899. Menciona antes del prólogo, tener como fuente un documento del citado fraile, que es a su vez cronista del Colegio de Guadalupe, Zacatecas; trataremos de indagar sobre ese texto particular en posteriores escritos.
Meyer comenta en su intervención que no se tenían noticias precisas del autor, pero hoy se pueden contar con peculiar exactitud, gracias a los registros consultados tanto de la iglesia como del Registro Civil de Colotlán, se identifica a dicho autor como José Tomás Antonio García Rivera, su nombre completo consta en la fe de bautizo del 22 de diciembre de 1836 en la parroquia de Colotlán:
“En la iglesia parroquial de Colotlán a veintidós de diciembre de mil ochocientos treinta y seis, el señor cura Don José Tadeo Suarez, bautizó solemnemente a un niño de dos días nacido en esta ciudad, a quien se puso por nombre José Tomás Antonio, hijo legítimo de Rosalío García y Francisca Rivera, A. P. (abuelos paternos) Manuel Cayetano García y Mari Manuela Torres A. M. (abuelos maternos) Juan José Rivera y Tomasa Márquez. Fueron padrinos D. Rafael Rodríguez y Da. Aniceta de Casas, a quienes advirtió su obligación y parentesco espiritual. Y para que conste lo firmo como Párroco. José Tadeo Suarez”
Aún falta encontrar en los archivos parroquiales su registro matrimonial, pero por las actas de defunción de él y de su esposa consultadas en el Registro Civil de las partidas de defunción de Colotlán, se saben mas detalles de él y son los siguientes:
El 24 de julio de 1888 cuando murió su esposa Luisa Ramírez Portillo, se señala en el acta que fue filarmónico, ella era hija de los señores Rafael Ramírez y Mónica Portillo; él mismo compareció y dijo "que ayer a las 12 de la noche en esta misma ciudad, falleció su esposa a los 34 años de edad, de inflamación de intestinos", sus restos fueron depositados en el Cementerio de la Cruz, donde hoy es la Secundaria Foránea.
Luego, al morir Don Antonio García a la edad de 88 años de marasmo senil y sin asistencia médica, a las tres de la tarde del día cinco de julio de 1902, siendo viudo, fue registrado como Pintor de Colotlán, hijo de Rosalio García y de la señora Francisca Rivera, en el registro se agrega algo lamentable para tan importante artista: "inhumado gratuitamente en fosa común en el panteón de Guadalupe de este lugar, en virtud de haber sido probada la insolvencia del interesado”.
Antonio García Rivera, que, por lo visto, dedicó al texto consignado en esa hoja la misma atención y paciencia que a un cuadro, había ensayado su redacción en forma un tanto distinta, a juzgar por varias citas hechas por el investigador totatichense Alfredo Vázquez de Mercado antes de 1974.
El documento íntegro aquí citado lo compartiremos en una próxima entrega.
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