sábado, 11 de mayo de 2024

Frases populares del pueblo

Por: José Alonso Serrano Campos

SERÁ EL SERENO

Aunque la expresión tuvo origen en las calles del México del siglo XIX, la historia empieza siglos atrás en otro continente.

El Sereno era el encargado nocturno de vigilar las calles, regular el alumbrado público y en determinados barrios de abrir las puertas. En algunas épocas y países, también solían anunciar la hora y las variaciones atmosféricas. Era habitual que estuvieran armados con una garrota o chuzo, y usaban un silbato para dar la alarma en caso necesario. Este oficio existió en España y en algunos países de Sudamérica desde el siglo VXIII.

Estos vigilantes nocturnos se acompañaban de una linterna para cuidar el sueño de los vecinos, también fueron llamados serenos porque en sus rondas gritaban "las doooce y toodo sereno", anunciando la hora y la tranquilidad nocturna. El sereno, se asocia así a un ambiente apacible, a un lugar que de la sensación de bienestar.

El sereno era la figura de autoridad en el ambiente nocturno, así que cuando un trasnochado percibía algo a la distancia, escuchaba pasos o ruidos extraños en su caminata, dudoso y con nerviosismo, al ver acercarse a una figura desvanecida por la oscuridad, decían: "Será el sereno, pero no se ve su linterna?" Esta idea alude a un momento de incertidumbre sobre qué o quién es lo que mueve las emociones, pero también las causas de aquello que nos sucede. Será el sereno? pero puede ser cualquier otra cosa.


SEPA LA BOLA

Cuando la Revolución Mexicana se encontraba activa existían levantamientos armados por grupos conformados por hombres y mujeres, a los que se les conocía como ‘la bola’, en referencia a la bola de gente que se congregaba.

De acuerdo con la Comisión de Consultas de la Academia Mexicana de la Lengua, el probable origen de la expresión ‘sepa la bola’ es una analogía a Dios, en particular a ‘¡sepa Dios!’, frase que a mediados del siglo XIX se empleaba en México con el valor de ‘muchedumbre’, ‘reunión desordenada’ o ‘grupo bullicioso’.

La expresión supone que ese grupo reunido tomaba decisiones y si alguien no sabía lo que ocurría, tendría que congregarse a la reunión para estar en sintonía.


LE CAYÓ EL 20

significa darse cuenta de algo, si no entendíamos algo que nos estaban diciendo o que estaba pasando podemos decir “no me caía el 20”. O cuando no sabemos si alguien ya comprendió algo se puede decir “¿ya te cayó el 20?”, también puede sustituir a frases como “captar la idea”, “darse cuenta”, o alcanzar la comprensión, como por ejemplo al madurar y cambiar una conducta, alguién puede decir, por ejemplo, “ya me cayó el 20, por eso dejé la bebida”.

Y es que la frase originalmente alude a elementos que ya no forman parte de la vida cotidiana de la mayoría de los mexicanos: Las monedas de 20 centavos y los teléfonos públicos de monedas. Se decía que “ya cayó el 20” cuando la moneda caía desde la ranura donde la insertabas y podías empezar a hablar por teléfono, ya que antaño, los teléfonos públicos usaban solamente monedas de esa denominación.


LEER LA CARTILLA

Es sinónimo de reconvenir, reprender o echar la bronca a alguien si no cumple como corresponde. Procede de los tiempos de la fundación en 1844 de la Guardia Civil por Francisco Javier Girón, duque de Ahumada, quien se encargó de elaborar un reglamento militar que inculcase a los futuros guardias los valores del cuerpo. Así nació la cartilla, un manual que recogía todas las normas disciplinarias, incluidas la obligación de afeitarse tres veces a la semana, limpiarse las uñas, mantener correctamente la higiene, no perder ningún botón ni corchete del uniforme o no usar palabras malsonantes o palabrotas. Periódicamente, los mandos leían la cartilla en público a los guardias y comprobaban que cumplían el reglamento. No hacerlo era motivo de sanción o hasta de expulsión del cuerpo.

Desde entonces, la expresión leer la cartilla fue empleada en la vida diaria cuando hay que recordarle a alguien sus obligaciones o regañarle si se las ha saltado.


A CARTA CABAL

Se trata de una locución proverbial, dándole como significado: ‘Con plenitud, o de manera absoluta’. Otras obras enciclopédicas nos ofrecen acepciones como ‘Con firmeza, seriedad y honradez’ o ‘Se dice de las personas intachables e íntegras’.

Es algo complicado encontrar el origen de la locución y es más que probable que esta surgiera del cruce de dos distintas y que venían a significar cosas muy similares, como  ‘Carta de crédito’ y ‘Crédito cabal’, tal como señala el artículo titulado ‘UNA EXPRESIÓN RESTRINGIDA QUE INDICA GRADO SUMO «A CARTA CABAL. (UN HOMBRE DE BIEN/HONRADO A CARTA CABAL)»‘, de Rosa María Espinosa Elorza y publicado en 2008.

En el citado artículo nos explica que una ‘Carta de crédito’ (también llamada ‘Carta de creencia’) hacía referencia a un salvoconducto que se expedía antiguamente (por monarcas, gobernantes y personas poderosas) a un individuo por el cual se daba fe de la honradez e integridad del mismo y que vendría a ser una especie de pasaporte que le permitía ser recibido por autoridades o desplazarse entre distintos lugares y reinos con total libertad.


YA SACÓ EL COBRE

Esta expresión nos remite a la actividad minera durante la época Colonial, según se cuenta, cuando los mineros comenzaban a cavar y encontraban cobre en lugar de plata se creía que era una mala señal pues hacía referencia a que el ansiado metal se estaba agotando.

Por otro lado, se dice que dicha frase data de cuando comenzaron a usarse las monedas de oro. La razón es que, desde ese entonces, había quienes falsificaban estos objetos y bañaban con oro monedas de cobre (asegurando que eran de oro puro). Debido a esto, la gente comenzó a morder las monedas que recibían: si se dañaban quería decir que eran de otro material.


CHUPÓ FAROS

Por lo general cuando utilizamos la frase “ya chupaste faros” es para referirnos a alguien que fracasó en el intento de algo, que terminó con algo o que su ciclo ha concluido.

Sobre este término se tiene registro a partir de la Revolución Mexicana, el sitio es.wiktionary.org señala que a los condenados a muerte se les permitía fumar un cigarro, como si se tratara de su último deseo y las leyendas urbanas suponen que se trató de uno de la marca “Faros” porque ha sido una de las más populares.

Aunque podría tratarse de un mito que ha pasado por generaciones y se ha magnificado porque la empresa Tabacalera Nacional, la que comenzó a producirlos, lo hizo hasta 1918, cuando los enfrentamientos para derrocar al porfiriato estaban casi a su término, y estos cigarros comenzaban a tomar su vuelo de popularidad, consagrándose como cuatro años después.


CHINGÓN 

Sobre el origen de esta palabra hay una versión más popularmente aceptada, apunta a la época de la Revolución Mexicana, a inicios del Siglo XX, que habla sobre que surge entre las filas del Ejército Villista, al mando de Doroteo Arango o mejor conocido como Pancho Villa.

Soldados especializados solían hacer trincheras y colocar ametralladoras para frenar el avance de los enemigos. Las ametralladoras eran adquiridas en los Estados Unidos y tenían inscrita la palabra 'Browming Machine Gun Co.', por lo que las personas que operaron estas armas fueron apodadas como 'machingon' y con el paso del tiempo quedó como 'chingón'. 


LA CHAMBA

“Chamba” es una palabra que se refiere a “trabajo” o “empleo” y su origen se remonta a la migración de braceros nacionales hacia Estados Unidos en la década de 1940; cuando sus contratos concluían, debían acudir a la oficina del “Chamber of Commerce” (Cámara de Comercio) para renovar sus permisos de trabajo. En la Chamber, con el paso del tiempo se fue degenerando y coloquialmente se dice: “Voy a la ‘chamba’” o “voy a ‘chambear’”. 


SE LO BOTÓ LA CANICA

Generalmente la usamos para decir que alguien se volvió loco o perdió la cordura, esto viene de que antes de que se inventaran las corcholatas, a los refrescos los tapaban con una canica y a esta la aseguraban con una brea especial, pero era muy común que, al transportar los refrescos, estos se agitaban demasiado y el gas botaba la canica, haciendo que estos se “alocaran” y se derramaran todos.


AGUANTE VARA Y AGUANTAR BÁSCULA

Proviene de los azotes recibidos, ya sea como niño o tal vez también como esclavo en tiempos pasados (leer el libro "México bárbaro" de John Kenneth Turner).

Y se usa para alentar a alguien para seguir adelante, como diciendo "solo un poco más", "resiste", "espera por ahora, no digas nada", "soporta un poco más, ya se arreglará este problema".

También, si uno ha cometido un error puede significar "no te quejes, tuviste una equivocación y ahora debes aceptar las consecuencias".

A veces puede usarse de forma ligera para decir "espérame un poco", "ahora te atiendo", "dame un minuto".

En la minería, los trabajadores eran pesados antes y despues de su jornada laborar para comprobar que no llevaban minerales extraidos en su cuerpo asi se daban cuenta si se habían robado algo, el castigo era estar colgados de las manos por dos o tres días.


A OJO DE BUEN CUBERO

Según diversas fuentes, el origen de la expresión estaría relacionado con el antiguo oficio de cubero (persona que, de forma artesanal, fabricaba las cubas -una especie de bidones o tinajas- en las que se almacenaba el vino).

La cuba era, además de un recipiente, una medida de capacidad; y ya que no existía o no se utilizaba en el oficio del que hablamos ningún tipo de artilugio para la medición, la exactitud de la capacidad de la cuba dependía, por tanto, de la pericia del fabricante (en este caso el cubero).

De ahí que primero, en el ámbito rural y luego a nivel general, se comenzase a utilizar la expresión «a ojo de buen cubero» cada vez que alguien se refería al hecho de medir algo valiéndose únicamente de la percepción y de la vista.


QUEDAR DE A 6

Los orígenes de la expresión se desarrolló en el entorno militar, en esa época (siglo XIX) la principal arma de guerra era el cañón, los más comunes de cuatro y seis pulgadas, medida utilizada según el sistema métrico de donde eran elaborados, principalmente el Reino Unido.

Cuando la bala de cañón era disparada era garantía que ocasionaría importantes daños, sobre todo las de seis pulgadas, fue así que “quedarse de a seis” comenzó a utilizarse para referirse a un asombro de grandes magnitudes.


A MEDIOS CHILES

Una frase coloquial que significa “medio hacer” o “medio borracho”. se debe a un dicho popular originado en el mercado de La Merced en la Ciudad de México, donde los trabajadores cortaban chiles poblanos a la mitad para utilizarlos a manera de cono para servir aguardiente, caña, tequila o mezcal.

Los trabajadores se tomaban varios “medios chiles” mientras descansaban antes de volver al trabajo, por lo que se hizo popular esta frase para referirse a alguien que ha tomado algunas copas de alcohol, pero sin alcanzar el total estado de ebriedad.


A LO QUE TE TRUJE CHENCHA 

En primer lugar “truje”, que en este caso es una pronunciación antigua que refiere a “traje”, pasado del verbo “traer”, por su parte, “Chencha” es el hipocorístico (diminutivo) del nombre Inocencia o Crecencia.

Es una historia de la época del Porfiriato de un matrimonio en el que la esposa se llamaba Crecencia, en una ocasión, el matrimonio salió a las labores del campo y Crecencia se distrajo por un momento, a lo que el hombre llamó su atención diciéndole: “¡a lo que te truje, Chencha!”, entonces podría decirse que la frase se traduce a: “a lo que te traje, Crecencia”.


A TAMBOR BATIENTE 

Cuando algo se anuncia a "tambor batiente" (figuradamente batiendo el tambor y haciendo mucho ruido) es que se hace triunfalmente y dando mucha difusión a la noticia.


EL DEDO GROSERO  

El gesto del dedo grosero tiene un origen que es poco conocido y remonta a la Guerra de los Cien Años (1337-1453) entre franceses y británicos. El rey Felipe VI de Francia dio la orden de amputar el dedo medio de cualquier inglés capturado tras la batalla. Su objetivo era que estos no pudieran volver a manejar un arco.

No obstante, tras la batalla, los ingleses resultaron victoriosos y mostraron con orgullo su dedo medio intacto a los cautivos franceses, como un símbolo de su triunfo. Por lo tanto, el significado de este gesto no es lo que muchos asumen.


¿Quiénes fueron fulano, mengano, zutano y perengano que son tan nombrados?

Realmente fulano, mengano, zutano y perengano no existieron o al menos no hay hecho histórico alguno para que algunos personajes llevasen estos nombres.

Se trata de cuatro formas gramaticales que se utilizan para aludir a alguien del que no se sabe su nombre o no se quiere decir por cualquier motivo.

• La palabra fulano proviene del árabe fulān (فلان) que quiere decir “persona cualquiera” y es el más utilizado de los cuatro, siendo el más socorrido a la hora de echar mano de algún ejemplo: “Ha venido un fulano preguntando por ti” o “Le pondrán una placa conmemorativa que dirá ‘aquí descansa fulano de tal’”. Del árabe llegó al español y de allí se extendió a toda Hispanoamérica.

• Mengano también proviene del árabe: man kān, cuyo significado es ‘quien sea’ y suele utilizarse (en la mayoría de ocasiones) en segundo lugar y acompañado de fulano y/o zutano. Además pueden llevar otros determinantes: “A ese fulano y a ese mengano no los quiero ver por aquí”.

• Zutano proviene de citano y este, muy posiblemente, de la palabra latina scitānus, que significa “sabido”. No se sabe bien el porqué se añadió a la coletilla, pero en algunas ocasiones también se coloca en segunda posición, tras fulano.

• Perengano es una palabra más reciente y la de menos uso de todas ellas. No se han encontrado raíces en otras palabras antiguas y/o de otros idiomas, lo que hace pensar que puede ser una combinación que se realizó del apellido Pérez con la palabra mengano.

Los cuatro pueden ir en diminutivo (Fulanito, Menganita…) y con apellido (De Tal, De Cual…), por aquello de hacerlos más solemnes.

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