Por: José Alonso Serrano Campos
Los primeros meses de ese fatídico año transcurrieron con aparente normalidad, registraban un promedio de seis muertos por mes hasta la mitad del período de 1833, no podrían imaginarse en esa época lo que les depararían los próximos meses a los pobladores de Colotlán y comunidades aledañas, era la pandemia que más muertes causó en el siglo XIX en prácticamente todo México.
La enfermedad “colera morbus” llegaba a México desde Canadá, Estados Unidos y se infiltró por los estados norteños de Coahuila y Zacatecas hasta llegar a Jalisco, enfermedad provocada quizá por las malas condiciones de higiene de la época, las heces fecales en el agua y condiciones poco salubres que ocasionaban copiosas diarreas, vómitos y por ende severa deshidratación que detonaba en pocas horas la muerte de los enfermos.
En el recuento que hizo el historiador de Colotlán Antonio García Rivera (1814-1902) narra que en el año de 1833 "Ymbade por primera vez el Colera Morbo a este lugar sus estragos fueron terribles, esta enfermedad causaba la muerte en dos o tres horas, consistía en ataques de calambres que daban por todo el cuerpo, evacuaciones y bascas y eran tantos los muertos que no bastaban las sepulturas sino que abrían vallados, y hubo casos que venían muertos de los ranchos y los que venían cargando heran seputados juntamente con el cadaver que habían cargado. De esta enfermedad murió el mejor hijo de Colotlan que sacrifico su ínteres y bien estar por la libertad de su pueblo gobernándolo con iquidad y justicia, el guerrero D. Marcos Marcelo Escobedo”.
La tragedia llegaba a Colotlán a finales de julio de aquel 1833, en una ardua investigación se descubrió cómo quedó documentada en el libro de Actas de Entierros de la parroquia de San Luis de Colotlán, al que se le colocó en la página 19 la leyenda “COLERA” que registraba a partir de ese momento a todos los muertos, fueron en total 339 defunciones registradas por la misma causa, para una población de apenas cientos de habitantes significó una merma importante del grueso de los que entonces vivían en Colotlán.
Durante los siguientes meses de agosto a noviembre fueron registrados los cuerpos que iban siendo depositados en los cementerios de la capilla del Señor San Lorenzo y en el de Santiago, principalmente, unos cuantos privilegiados eran sepultados en el camposanto, frente al atrio de San Luis. Aún el cementerio de la Cruz (hoy secundaria foránea) no se cunstruía, fue hasta mediados de siglo, menos el de Guadalupe que fue hasta finales de los 1800.
El entierro de la primera víctima de la enfermedad, depositada en Santiago fue la señora María Josefa Rosales, adulta que fue casada con José Rivera, indígena que recibió los sacramentos de la confesión y extremaunción, no testó por pobre y murió de la epidemia del Cólera Mórbus y para que conste lo firmó como párroco Don Tadeo Suarez. En el mismo día se sepultó en el cementerio de San Lorenzo al cadáver de Eleuteria Escamilla, hija de Lauriano Escamilla y Josefa Pacheco, el presbítero Don Rafael Cornejo fue quien dio fe.
El día 1 de agosto se sepultaron a cinco personas, los siguientes días fueron incrementando drásticamente; el día 2 fueron once personas, el día 3 ocho, el día 4 once y el día 5, considerado el mas terrible por el número de defunciones, fue de 22 personas.
El día 6 agosto se enterraron en San Lorenzo 12 cuerpos, uno de los presbíteros era Fausto Antonio Veliz, junto con el señor cura párroco Don Tadeo Suarez no se daban abasto, dieron cristiana sepultura a Don Martín Corona, indio del barrio de “Sollatitán” (así escrito en el acta), casado que fue con doña Camila Covarrubias.
Al día siguiente hubo 19 muertos de la epidemia del cólera mórbus, se enterraban juntos a los esposos, incluso hay un matrimonio de la Mesa Colorada donde también el hijo de los mismos fue depositados sus restos en el mismo lugar y registrado con la misma firma del señor cura, habiendo para entonces pocos lugares en los camposantos de San Lorenzo y en el de Santiago.
Para el día 8 de agosto prevalecía el caos, el miedo y los enfermos, fueron dieciséis los muertos ese día, diecisiete el día 9 y drásticamente 29 el 10 de agosto, en un respiro solo se registraron tres el día 11.
Los siguientes días así se registraron las muertes: día 12 de agosto: 5, día 13: a 13, 14 de agosto: 18 difuntos, día 15: 14, día16: 10, día 17: 19, día 18: 14, día 19: 16, día 20: 8, día 21: 4, día 22: 6, día 23: 2, día 24: 4 y día 25 a 2 mas.
Historiadores de Jalisco recuerdan que el martes 13 de agosto de 1833 la muerte asoló las calles de Guadalajara, como en otras epidemias; en el transcurso de ese día fueron 238 personas muertas a causa del cólera en aquella ciudad.
El 26 de agosto fue el primer día de tregua de la enfermedad en Colotlán, no hubo defunciones registradas. Los días 27 y 28 fueron tres en cada día. El día 29 se registraron dos muertes, pero solo una fue del cólera, la otra especificó otra causa distinta.
Los días siguientes del mes variaba de uno a tres difuntos, varios días no había víctimas, en total lo que restó del mes fueron 18 fallecimientos.
Octubre vio casi el final de la pandemia, entre el 3 y el 27 de octubre fueron 5 muertes por esa causa. Fue hasta el día 9 de noviembre que se reportó un fallecido de cólera en la Hacienda de Víboras. Afortunadamente todo terminó el día 29 de noviembre, fue el último registro, del cuerpo de María Gertrudis Arellano, vecina de esta población de Colotlán, de cuyos restos quedaron en el camposanto del pueblo.
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