domingo, 10 de julio de 2022

“Arete” el Caballo Colotlense Que Ganó Oro

Por: José Alonso Serrano Campos

Escribir sobre un rocín, no tendría nada de extraordinario, a no ser que se trate de uno colotlense que ganó la primera medalla de oro para la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos de Londes 1948, la investigación resultó de gran interés porque se trata de un precioso caballo alazán tostado que nació en 1938 en Colotlán, Jalisco, en el rancho “Las Trancas”; un potrillo de fina estampa y de ilustres padres desconocidos, a quien bautizaron con el nombre de “Arete”, debido a que tenía una hendidura en la oreja izquierda.

Aquí cabe hacer una puntual aclaración, pues en pocas fuentes consultadas se menciona el preciso origen del caballo, lo refieren como de Los Altos de Jalisco, como si se tratara de la misma región del Norte de Jalisco, quizá ahí la confusión y que por mucho tiempo no se supiera nada de la historia del equino colotlense.

El animal desde pequeño tuvo mala racha pues progresivamente fue perdiendo la visión y lo castraron. Quedando así bastante relegado, sin embargo, el destino le tenía preparado una sorpresa cuando fue descubierto por el teniente coronel y jinete Humberto Mariles Cortés. Con esta buena dupla, vendría un camino lleno de éxitos para ellos.

Virginia Mariles, hija del general, explicó que el caballo debe su nombre a que se desgarró una oreja en una alambrada del regimiento y le quedó como un arete. Hacia 1940 el coronel Jesús Rocha Garibay, comandante del XXX Regimiento Destacado en los Altos de Jalisco, lo compró en 400 pesos a sus propietarios en el rancho Las Tranchas, municipio de Colotlán, Jalisco. Meses después lo regaló al Gral. Enríquez Guzmán, comandante de la XV Zona Militar, donde fue incorporado al equipo ecuestre de Salto.

Posteriormente lo entrenarían para participar en las competencias en las que participaban los oficiales del regimiento local (ejército).  Entre 1940 y 1945, “Arete” empezó a adquirir popularidad ya que empezó a ganar varias competiciones.

El capitán Salvador Villalobos se dedicó a entrenarlo, y en 1945 el binomio Villalobos-Arete participó en el Campeonato Nacional de Potencia, ganando la medalla de oro con un salto de 1.85 m. Cuentan que su estilo consistía en entrar a la pista a paso lento, lo que contrastaba con el talante que mostraba al empezar, al aproximarse al obstáculo. Contra toda lógica, Arete se frenaba un poco antes de la valla, para después elevarse.

En 1947, cuando el binomio regresó a Guadalajara, se desintegró el equipo de Salto de la XV Zona Militar y Arete fue vendido al señor Juan Barragán por ocho mil pesos. Los integrantes del Hípico Francés se encontraron con dicho caballo, les gustó y negociaron su adquisición. El comprador fue Casimiro Jean, socio del Hípico Francés, quien pagó diez mil pesos por él.

“Arete” perdió la vista del ojo izquierdo por lo que no se esperaba ya mucho más de él y fue quedando en el olvido hasta que en enero de 1948, siete meses antes de la justa olímpica, el militar Mariles fue de visita al Club Hípico Francés y por casualidad vio al “cuaco” sintiendo una fuerte atracción hacia él, tanto que no tardó en montarlo, con tal conexión que fue el inicio de una gran historia entre Mariles y Arete.  En una entrevista, el mayor Víctor Manuel Saucedo, miembro del equipo ecuestre mexicano, comentó en 1996, al diario Reforma, que fue Mariles el que le dio un fuetazo accidental que acabó por nublarle la vista en uno de sus ojos.

A principios de 1948, el caballo estelar era Resorte, muy rápido, pero no era seguro en los saltos; Arete no era tan veloz, pero sí potente y confiado en los saltos. Mariles se llevó a Arete para poder competir con él ya que era un caballo que aun cuando no era muy rápido tenía mucha potencia y mucha habilidad para saltar.

Mariles sintió su potencia y centró su empeño en conseguirlo. Cuenta Virginia Mariles que su padre habló con el presidente Ávila Camacho, con quien tenía una relación cercana, para que le ayudara a conseguir el equino. El mandatario intercedió y convenció a Casimiro Jean.

Arete estaba ciego de un ojo, y sobre ello, en el libro Sed de triunfo, de Armando Félix Contreras, Joaquin d’Harcourt contó que “(…) ya no había remedio. El único problema era que la enfermedad no le pasara al otro ojo para que no se quedara ciego”.

No sería fácil montar a un caballo tuerto. Pero Mariles lo reeducó y le enseñó a saltar y a medir obstáculos con un ojo. Y hacía algo que atentaba contra la base de su escuela de equitación: el equilibrio del jinete con su caballo.

“Cuando un caballo va a dar vuelta hacia la izquierda, unos metros antes de la curva, hay que ayudarlo con la pierna derecha más atrás para que curve un poquito la espina y hay que voltearle la cabeza para que vea hacia el lado al que va”, explica Virginia. Pero Mariles hacía todo lo contrario con Arete: del lado que no veía, le volteaba la cabeza para que viera. Con eso logró que aprendiera, con un único ojo, a medir las distancias y saltos.

Su primer triunfo internacional ocurrió durante la gira olímpica en Montecattini, Italia, el 16 de mayo de 1948, cuando los binomios Mariles-Arete, Campero-Jarocho y Rubén Uriza-Hatuey hicieron el 1-2-3.


Humberto Mariles Cortés

Humberto Mariles Cortés nació el 13 de junio de 1913 en Parral, Chihuahua. A los 11 años perdió a su madre, y más tarde su padre decidió inscribirlo en el Heroico Colegio Militar, donde descubrió su vocación: la actividad ecuestre. Ingresó a los 15 años a la Escuela de Caballería y después continuó en la Escuela Militar de Aplicación, donde coincidió con José María Incháustegui, Joaquín Solano Chagoya y Ramiro Rodríguez Palafox.

En 1935 quedó en sexto lugar en el torneo de Salto de los Juegos Centroamericanos en El Salvador, y en 1936 montó, como observador, en los Juegos Olímpicos de Berlín, que fueron el punto de inicio de una larga preparación en la que participó en la formación de jinetes y compitió en torneos internacionales, además de que fundó la Asociación Nacional Ecuestre.

En 1940 logró la jefatura del equipo ecuestre militar. En ese entonces el grupo había pasado por un periodo de renovación, integrándose nuevas caras: Rubén Uriza Castro, Víctor Manuel Saucedo y Raúl Campero Núñez. Mariles planificó el trabajo del equipo y obtuvo buenos resultados en los torneos del Circuito Harrisburg en Washington, Nueva York y Toronto.

En 1946 compitió con su agrupación en Canadá y Estados Unidos; se alzaron con el primer lugar. En 1948, previo a los Olímpicos de Londres, realizó una gira por Europa en competencias en Roma, Francia, Holanda y Bélgica.

Mariles fue uno de los deportistas hípicos más destacados ya que obtuvo dos medallas de oro y un bronce que le costaron mucho. Se acercaba la época de las Olimpiadas y Mariles quería ir, por lo que apretó hasta donde pudo su nivel de competición ganando 5 de 6 pruebas en Italia y Suiza durante su recorrido Pre Olímpico que tuvo sede en Nueva York, Toronto, Italia, Suiza y Londres.


La competencia Olímpica

Despreciado por todos, incluso por el entonces presidente de la república, Miguel Alemán, Arete tenía prohibido participar en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, a causa de su condición, ya se creía que sólo pondría en vergüenza a México.

Humberto Mariles, tenía la firme convicción de participar con su caballo en las competencias de equitación, aun cuando el animal padecía una latente discapacidad, su propietario opinaba que Arete tendría todo lo necesario para triunfar.

Virginia Mariles dice que un grupo de generales opositores a su padre le dijeron al presidente Miguel Alemán que el equipo olímpico no tenía posibilidades en la justa olímpica de Londres, a pesar de que el mandatario mismo había abanderado al equipo. Por esa razón, el presidente Alemán ordenó el regreso del equipo a México.

De este modo, Mariles tomó la decisión de desobedecer al entonces presidente de México, Miguel Alemán, metiendo a Arete de manera clandestina en la cuadrilla de equinos saltadores que participarían en un torneo llevado a cabo en Roma.

Para sorpresa de todos, Arete dio un espectáculo tal, que incluso el papa Pío XII se convirtió en admirador del caballo mexicano, ante la demostración de sus virtudes. De este modo, Humbero Mariles fue abordado por el embajador mexicano Antonio Armendáriz, quien de modo tajante le ordenó regresar a México, ya que el presidente estaba muy disgustado con él.

El enojo de Miguel Alemán llegó a tal nivel, que se decía que había emitido una orden de arresto contra Mariles; no obstante, el teniente hizo caso omiso de estas amenazas y tomó rumbo para Londres, sitio donde se llevaban a cabo los Juegos Olímpicos.

El embajador de México en Roma, Luis de Ochimal, le informó a Humberto Mariles que tenía instrucciones para que se regresara. Mariles decidió no acatar la orden presidencial y emprendió el viaje, contra la voluntad del presidente.

Entonces, cuenta Virginia, Mariles vendió a los caballos que no competirían para continuar con el viaje. Así es como llegó a Londres para el Concurso Completo y la Copa de Naciones. Al llegar a Inglaterra, aun teniendo triunfos previos, el equipo era desconocido.

Su majestad, el rey Jorge VI de Inglaterra inauguró el 29 de julio de 1948 los XIV Juegos Olímpicos, donde participaron 59 países. La primera victoria del equipo hípico mexicano ocurrió el 8 de agosto, cuando Mariles, Campero y Joaquín Solano Chagoya conquistaron por equipos la medalla de Bronce en la prueba de los Tres Días.

En tierras londinenses, jinete y caballo demostraron su valía en el estadio Wembley, un 14 de agosto de 1948, donde ambos ganaron la medalla de oro en salto individual, para luego, sumar otra presea dorada en la categoría de salto por equipos, se trataba de las primeras dos medallas de oro en la historia de México, ganadas por el parralense y su caballo colotlense.

El estadio Wembley se revestía en un silencio sepulcral. “Arete” con ritmo cadencioso, saltaba limpiamente dirigiéndose a la ría que mató las esperanzas de sus contrincantes; pero no la de él ni de su jinete, porque a pesar de caer en el primer salto, remontaron para que “Arete” volara sobre aquel muro.

Se lograron las primeras preceas, la primera medalla de oro individual y por equipos; además la de plata de Rubén Uriza, seguidos en el medallero por España y el anfitrión. Se alistaba un homenaje tumultuoso para el equipo hípico a su regreso a México.

Con el triunfo en el bolsillo y la gloria alcanzada a nivel mundial, al presidente Miguel Alemán se le olvidó rápido el enojo. Todos creían que Arete tendría un futuro lleno de éxitos asegurados; no obstante, no lo fue del todo.

En una carta fechada el 9 de julio de 1948 en Vichy, Francia, Mariles le escribió a Casimiro Jean, tío abuelo de Emilio Azcárraga Jean: “Hermano, creo que debes estar contento por tu caballo y por haber prestado un gran servicio a la equitación mexicana y en lo personal a mí, por haberme dado la oportunidad de montarlo. Creo que Arete es el mejor caballo que he montado y creo también, sin duda alguna, que es el mejor de todos los que he visto por acá”.

Portada del periódico tapatio El Informador - 15 de Agosto de 1948.

El 14 de agosto de 1948, en los Juegos Olímpicos de Londres, el binomio ganó el primer lugar individual y la medalla de oro, y en compañía de Rubén Uriza (Hatuey), y Alberto Valdés (Chihuahua), lograron la presea por equipos para México. Como si fuese el guion de una película, la carrera pasó por momentos dramáticos, en los que todo parecía perdido.

Bob Concidini, de la international News Service, lo narró así: “De pronto, un alarido de desencanto se escuchó a varias leguas de distancia, cuando Mariles y Arete no consiguieron salvar la traicionera ría y cayeron al agua justo en medio del foso de 4.5 metros de longitud. Pero Mariles no se inmutó, siguió adelante y, materialmente, Arete voló sobre aquel muro… Al cruzarlo y correr hacia la recta final, otro grito de júbilo afloró de los pechos de esa muchedumbre. La manifestación de alegría que presenció Wembley jamás ha tenido paralelo”.

Su mejor desempeño sin duda alguna fue en las competencias individuales donde esta dupla mexicana alcanzo la medalla de oro. Los éxitos en el medallero fueron impresionantes. Esta dupla dejó muy en alto la bandera de México en los máximos juegos de la época. Como dato curioso: en las Olimpiadas de 1952, Pierre Jonqueres d´Óriola se alzó con la medalla de oro en Salto individual, pero cuando intentó replicar lo que hizo Mariles y competir en grupos… terminó hospitalizado.


Lo últimos días de Arete

Todos creían que Arete tenía una brillante carrera por delante, luego de los triunfos logrados en los juegos olímpicos de Londres este equino obtuvo otros logros en los Estados Unidos; sin embargo, el destino le tenía preparada una mala jugada, un día de febrero de 1952 Arete estaba suelto en un picadero de la Asociación Nacional Ecuestre, ahí el alazán fue pateado por El Cordobés, un caballo argentino con el que estaba jugando, aunque no se trató de un golpe con saña, la herida que le fracturó la clavícula derecha fue el comienzo de una larga serie de operaciones y tratamientos médicos que, a pesar de los esfuerzos, no devolverían la salud al animal. 

Finalmente, los veterinarios que lo atendían, tomaron la decisión de sacrificarlo. Murió el 2 de abril de 1952. Sus restos fueron depositados en uno de los jardines del Centro Deportivo Olímpico Mexicano.

“Para el general fue un golpe tremendo. Resintió su pérdida como se resiente la pérdida de un familiar cercano. Si alguien me lo preguntase, diría que Humberto nunca pudo sobreponerse a ella, simplemente porque jamás encontró a otro caballo como Arete” comentó Alicia Valdés, quien fuera esposa del general Humberto Mariles Cortés.

Su entierro fue emotivo. Todos los caballos desfilaron con camisas negras. Los binomios salieron desde las caballerizas que ocupaba Arete y se dirigieron hasta las instalaciones de la Escuela Militar de Equitación. Además de los alumnos de la escuela militar se encontraban Joaquín d’Harcourt, Víctor y Manuel Saucedo, además de los equinos: Resortes, Jarocha, Hatuey, Petróleo y el Veracruz. Sus restos fueron depositados en uno de los jardines principales de dicho centro deportivo.

El propio Mariles cavó la tumba. Cuenta la leyenda que con la construcción de las instalaciones deportivas, un cabo encontró los restos del alazán tostado y le dieron la orden de tirarlos como cascajo. Fiel el Gral. Mariles (quien estaba bajo proceso por homicidio), le consultó y se llevó la osamenta a un terreno en las faldas del Ajusco. Después volvería a su panteón, en donde le han puesto una estatua de acero en tamaño natural creada por el escultor Rubén Rodríguez Monterde. Pesa 750 kilogramos. Esta escoltada por dos cipreses. Frente al muro olímpico. Está elevándose sobre un obstáculo de ciento ochenta centímetros. Lo va montando el dragón de oro y ambos han librado ese salto de la muerte.

Es así como en el año 2009, el Comité Olímpico Mexicano decidió rendirle distinción y honores a la dupla hípica. Este cometido se logró con la develación de la escultura del jinete Humberto Mariles Cortés con su amado caballo Arete.

La amistad de un animal y un humano no se pueden describir con palabras, esta es una experiencia única. Precisamente esto fue lo que ocurrió con la dupla olímpica, un lazo que va más allá de la muerte. Dos almas que se encontraron en otras vidas para seguir disfrutando del arte de la equitación.

Esta dupla mágica marcó la historia contemporánea de México para siempre, el jinete falleció en París, Francia el 7 de diciembre de1972, lejos de su país donde perdió la vida en extrañas circunstancias.  Por lo pronto solo queda resaltar el bonito legado que dejó a su país, sorprendiendo a mexicanos y extranjeros. Humberto Mariles fue un gran jinete y Arete un gran caballo. Como pareja son las dos primeras medallas de oro para México en los Juegos Olímpicos.


Fuentes: 

https://www.abouthorses.es/historias/arete-el-caballo-tuerto-ganador-olimpico.html

https://www.elheraldodechihuahua.com.mx/local/parral/orgullo-de-parral-arete-el-caballo-tuerto-que-dio-el-oro-a-mexico-en-las-olimpiadas-8273234.html

https://elcafetindelas5.wordpress.com/2012/07/30/mariles-y-su-caballo-arete-dos-medallas-de-oro-mexicanas/


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