Las tiendas de abarrotes en México tienen origen en la época colonial, el concepto de la palabra “abarrotes” comenzó a utilizarse donde los establecimientos de venta quedaban “abarrotados” de víveres y otros productos tras la llegada de un buque al puerto de Veracruz procedente de España o de otras colonias.
Además, se dice que la palabra es de origen gallego, durante el Virreinato se daba ese nombre a los bultos con mercancía que transportaban las embarcaciones comerciales. Después de esto, las mercancías se conocieron como abarrotes, en lugar de los envoltorios.
A lo largo de la historia de este tipo de establecimientos, los abarrotes se han convertido en productos de primera necesidad que son surtidos precisamente en este tipo de negocios.
Las tiendas de abarrotes han adquirido notable importancia en cualquier rincón del país, pues tienen una significativa participación en lo económico, conformando un sólido esquema dentro del comercio mexicano (el comercio detallista), que marcó la pauta para que en México los tenderos se transformaran en abarroteros, y sus negocios en las tiendas de abarrotes.
No se tiene aún el dato exacto de la apertura de la Gota de Agua, ni de sus primeros propietarios, pero se tiene memoria de al menos siete dueños y muchos más arrendatarios en los últimos años, en los cuales miles de clientes han visitado el lugar.
El dueño más antiguo que se tiene memoria es el señor Francisco R. Mayorga León Ruíz y su esposa María Carmen Dávila, ellos tuvieron la tienda y vivieron un tiempo en ese lugar, luego fue inconfundible su casa a media cuadra al norte de la calle Nicolás Bravo, Don Francisco Mayorga murió el 30 de junio de 1945 en su casa de la calle Nicolás Bravo, en el número 30, él de raza blanca, perdió la vida a las 5 horas con 30 minutos a consecuencia de las heridas por arma de fuego que le fueron inferidas. Era de oficio agricultor y le dejó a su familia la tienda, en manos de su hijo Rubén Mayorga Dávila quien nació el 19 de julio de 1924 en Nicolás Bravo 49, domicilio actual de la tienda de abarrotes “La Gota de Agua”, al tiempo la vendió.
Se presume que también fueron propietarios Carlos Betancourt O, Bernardo Alejo Garay, Bonifacio Cornejo Campos, Adiel Ávila Pinedo, Bonifacio Cornejo Estrada, Ángel Campos Gálvez y los actuales propietarios José Serrano Mayorga y Leticia Campos Gálvez.
Un vecino muy recordado que tuvo la tienda a su cargo fue el señor Luis Gálvez Romero, nada más y nada menos que el papá de los hermanos dueños del hotel Hacienda de los Gálvez, ellos vivían por la Nicolás Bravo a dos casas de la esquina, esto por allá a mediados del siglo pasado.
Otro recordado tendero fue Don Bonifacio Cornejo Campos era original de Tlaltenango, Zacatecas, cuentan que la adquirió por el empeño de unas lámparas al anterior dueño, tenía un adeudo y tuvo que venderla.
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Oliva Muro Pacheco viuda del señor Adiel Ávila Pinedo, contó que la compraron en aquel lejano diciembre de 1973 a Don Bonifacio y la trabajaron durante 8 años, al final la vendió por ser pesado para trabajar, su esposo trabajaba en la Conasupo, había deudas y se la vendió de regreso a la familia de Don Bonifacio.
Desde aquellos años, era de las pocas tiendas en Colotlán, se vendían víveres, las casas de los lados (de Doña Trinidad Gutiérrez Robles y del señor Manuel Márquez) eran parte de la finca y servían de bodega para almacenar granos, refrescos y piloncillo, se llegaban a juntar cuartos repletos de maíz para su venta posterior.
Bonifacio Cornejo Estrada, hijo del señor Bonifacio Cornejo Campos, la tuvo muchos años, le hizo varias modificaciones en su interior, pero no sustanciales, mantuvo la misma fisonomía, estructura y fachada de la tiendita.
Sin la idea clara de qué hacer con la famosa tienda, un día mi padre se encontraba arreglando algunos detalles del interior de la tienda, yo estaba entre viendo y ayudando cuando en eso se asomó el repartidor de Sabritas, le preguntó a mi padre si quería surtir el exhibidor, no lo pensó mucho, dijo que sí y enseguida abrieron las puertas, en poco tiempo fueron llegando más surtidores, la tiendita estaba abierta mientras los nuevos dueños continuábamos remodelando, al cabo de pocas semanas la esquina volvía a lucir con vida, exhibidores pocos pero surtidos y la gente nuevamente podía consumir sus productos de primera necesidad.
Con los años se han puesto más tienditas de abarrotes en todo el pueblo, incluso se han abierto enfrente o en contra esquina de La Gota de Agua, duran poco, Dios da para todos y lejos de afectar, han permitido que se mantenga el espíritu de servicio que siempre ha caracterizado a la tradicional tienda de abarrotes y este entrañable barrio, cuyo nombre sirve de referencia para ubicar a todos los vecinos alrededor.
Diario se cosechan historias en esa tienda, los vecinos y propietarios recuerdan anécdotas de diversos tipos, así que esta reseña se continuará complementando con más aventuras, quizá el dato más interesante y poco conocido sea: ¿por qué se llama la Gota de Agua? aquí algunas importantes razones:
El amigo Librado Flores nos cuenta en 2021: Mira, La Gota de Agua cuando yo tenía unos siete años era de abarrotes, me acuerdo, tocaban canciones en una grafonola de unos discos grandes, que cuando escucho esas canciones, me acuerdo de ese lugar, nosotros vivíamos a tres puertas por la Nicolás Bravo. La atendía Don Luis Gálvez, el papá de los señores del hotel los Gálvez, se le llama la Gota de Agua por esta razón: Había un tapanco donde tenían maíz y siempre estaba húmedo y decía el señor Gálvez que era la gota. En la contra esquina estaba la cantina de Amadito de León.
Así mismo Marco Alberto Solano Gándara nos narra su experiencia: Cuando yo andaba de novio no salía de allí, era del papá de los Monos o los Cornejos o los Espejos (con todo respeto, así los conocíamos) en una ocasión llegó una persona muy mayor y nos platicó que se le quedó la Gota de Agua porque antes tenía un tapanco donde almacenaban granos y demás, siempre estaba mojado todo, claro que con el tiempo y decían que era una Gota de Agua y que nunca supieron de donde caía, el caso es que llegaron a mirar la gota pero nunca supieron de dónde venía, esa es mi anécdota, también en una de mis canciones escrita allá por el 86-87 yo menciono tan emblemática esquina, punto de referencia.
Una tercera referencia se escuchó en la reseña que Radio Universidad publicó por 2019, donde daba comienzo con la frase: "La gota de agua rompe la roca no por su fuerza sino por su constancia" (Ovidio), en referencia a la perseverancia que implica mantener una tienda al servicio de la gente por tantos años y la huella que ha dejado en las personas.
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Vamos con algunas historias que han marcado un antes y un después en la tienda, la primera es “el poste de luz” que está en la mera esquina, el poste que sostiene los cables de luz y una lámpara que ilumina por las noches, antes era de madera, grueso y cubierto de aceite quemado, lleno de puntillas que a modo de travesura le ponían los que herraban caballos, hará unos 15 años un borracho en camioneta lo tiró y los que por ahí se escondían para ver a la novia lo vieron cambiar por un poste nuevo de cemento. En esos días los que daban vuelta en coche casi se metían a la tienda al no calcular bien la banqueta. Ese poste es testigo de encuentros y despedidas, de personas que pasan a pie o en coche y ahí coinciden, como punto de referencia es común alcanzar a escuchar a quienes hablan: “te espero en la Gota de Agua”.
El cruce de las calles Juárez y Nicolás Bravo fue patio de juego de los niños que crecieron en el barrio, antes de tanto vehículo, enfrente la fragua de Don Avelino y los trabajadores que tenía, quizás la última fragua que queda en Colotlán, las calles empedradas, por cierto, y la gente pasando a sus mandados, las parejas echando “novio” y las serenatas de aquellos tiempos.
En la tienda no podían faltar las herraduras y el pan, en especial el de chiquihuite, tradicional de Colotlán, Alfonso Lozano cuenta que cuando iba a cambiarles “los zapatos” a los caballos con Don Lupe Hernández, era visita obligada la tienda de la Gota de Agua para “echarte un refresco o una cervecita” mientras te herraban tu cuaco... ahí en la esquina, generalmente recargado en el poste, asistía el ilustre “Perlitas” (se llamaba Salvador pero casi nadie lo sabía) siempre atento a lo que acontecía, “en una ocasión coincidimos el profesor Toño García y yo calzando nuestros respectivos cuacos y al ingresar a la tienda, en los diálogos del profe y míos, nos preguntamos qué quería tomar uno al otro y “Perlitas” al alcanzar a escuchar desde afuera nos grita: “yo lo que gusten”.
A muchos niños los han visto crecer tomando como medida el mostrador, muchas generaciones que desde pequeños han ido a comprar y en poco tiempo lo dejan abajo (es que los niños crecen muy rápido), muchos niños que ya son grandes y ahora van acompañados de sus hijos pequeños lo recuerdan: “ni alcanzaba el mostrador”.
Con cariño la tienda ha sido punto de venta del periódico Voz del Norte, de la Revista Cultural Conoce, del periódico Eco Regional Jerez (antes Eco del Cañón) y la revista El Colotlense.
2023 |
Finalmente, una anécdota curiosa, fue un día que “cerró la tienda”, bueno, solamente un ratito, porque a alguien de algún modo se le tiró un refresco y en pocos minutos la tienda se llenó de moscos, mientras se hacían las tareas de limpieza fue la sorpresa de algunos, dejó de ser Sucursal de la “Sierra Madre”, negocios que no cierran por ningún motivo, pues ¡cierran… madre!... suena mejor cuando lo platican. A manera de broma se cuenta eso porque La Gota de Agua siempre está abierta.
Excelente nota. Ojalá sigan más historias como esta.
ResponderBorrarDios lo quiera. Fuerte abrazo.
BorrarMuy buena nota, el lugar es toda una historia en Colotlán, mis abuelos vivían a media cuadra, por la Nicolas Bravo, muchos recuerdos del barrio de la Gota de Agua. Saludos y felicidades.
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