martes, 20 de diciembre de 2022

Las Cofradías de Colotlán durante más de 200 años

Por: José Alonso Serrano Campos
Las Cofradías en la Nueva España datan del siglo XVI al XIX, en Europa desde el siglo III, eran organizaciones que gozaron los pueblos, constituían agrupaciones de personas cuyo número era indeterminado, procedentes generalmente de un grupo étnico o racial dedicado “al alivio de los indios y a la precisa asistencia y manutención de los ministros de su doctrina” y eran regidas canónicamente.

En ellas los miembros encontraban seguridad espiritual y beneficencia social, de ahí quizá el origen etimológico de la palabra cofradía que se deriva del latín “cum” con y “frater” hermano, es decir: “con el hermano”.  Se ayudaba a los enfermos pobres, cuidaban a los ancianos necesitados, atendían a los niños huérfanos, hospedaban peregrinos y financiaban la sepultura cuando un compañero moría.

Los agremiados elegían a un santo como patrono de su devoción y erigían una cofradía. La labor de cristianización estaba a cargo de los religiosos franciscanos, dominicos y agustinos, para evangelizar y fomentar la práctica del culto cristiano.

El incremento de las cofradías en México (Nueva España) se dio después del año 1600, había adquirido un poder económico muy fuerte, como una verdadera institución de crédito, pues prestaba dinero, hipotecaba casas, fincas y tierras, era dueña de grandes extensiones de tierras y ganado.

La cofradía solo recibía como socios a personas de una determinada ocupación y excluía a las de otra; es decir, solo podían pertenecer a ella miembros de un mismo grupo artesanal, estamentos étnicos o de pureza de sangre: españoles, criollos, castas, negros e indios.

El indio a través de la cofradía, sería más partícipe de algunos ritos cristianos, como las procesiones y los festejos que se realizaban en honor al santo titular, a simple vista las cofradías se formaban con tres objetivos: veneración a un santo, ayuda a los cofrades y auxilio a otras personas.


Los cofrades, junto al cura, constituían los derechos y obligaciones entre los miembros, por votación se designaba a un rector, un mayordomo o hermano mayor y tres o más diputados. El rector era el cura, inspirando respeto y obediencia; el mayordomo recogía limosnas, mensualidades y llevaba el control administrativo de gastos e ingresos. Los diputados eran los dedicados al culto divino, como los adornos del altar o de la capilla, eran cambiados anualmente, aunque podían ser reelectos.

Contaban con un arca donde se guardarían las limosnas y libros de asentamiento, constitución y administración de la cofradía y que dicha arca debía tener tres llaves, una del rector, otra del mayordomo y la tercera por uno de los diputados, lo que los hacía responsables del control administrativo.

Una de las obligaciones era la “limosna” de ingreso, una anual y otras mensuales o semanales, eran en realidad cuotas que los cofrades pagaban, su monto variaba y dependía del estatus económico de sus miembros, en aquellos tiempos iban desde medio hasta dos reales.

Hasta el siglo XIX la cofradía se mantenía fiel a su tradición de ayudar a la práctica religiosa y a proporcionar auxilio material no solo a sus agremiados sino a la comunidad, el inventario del libro de las Cofradías contenía todos los bienes que acreditaban, fincas rústicas, huertas, ganado, yuntas, dinero, productos agrícolas y se asentaban los gastos para dejar claro los réditos, las deudas y en algunos casos el desfalco, robo o pérdidas.

En 1794 según el censo del arzobispado de México se encontraban cientos de cofradías, al principio eran sostenidas por cuotas de sus socios, luego por el producto de la tierra, legaron bienes, casas y más propiedades; en términos legales la iglesia no aparecía como dueña.

La revolución de Independencia no destruyó en lo absoluto la estructura, fue hasta con la Ley Lerdo de 1856 que la estructura de la cofradía se modificó, pues los liberales querían que cada ciudadano se convirtiera en pequeño propietario con iniciativa individual.

Fue hasta con las reformas de Benito Juárez promulgadas como Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos del 12 de julio de 1859 que se les quitó el papel comunal y solo persistió su aspecto sacramental, muchas cofradías desaparecieron con todo y mayordomo… y sus bienes.

Cofradías en Colotlán


Dicha organización cumplió múltiples funciones al interior de la sociedad colotlense durante por lo menos doscientos años. organizó las fiestas religiosas, el trabajo comunitario, el crédito y una buena parte de la producción y distribución agrícola.

La drástica disminución de la natalidad entre los indios se acentuó con el ascenso demográfico de los españoles y criollos, lo cual propició que la “cura de almas” dejara de estar al cuidado de los franciscanos, y que se hiciera cargo de ella el clero diocesano o secular desde 1754. dos años después, San Francisco de Huejucar fue elevada al rango de vicaría fija o ayuda de parroquia, título que poseería luego Santa María de los Ángeles en 1758.

El número de cofradías en la Parroquia de Colotlán, era de once. Cuatro de ellas en la cabecera: la del Santísimo Sacramento, la Santísima Trinidad, la Purísima Concepción y Nuestra Señora de los Dolores; dos en Huejúcar, la del Santísimo Sacramento y la Purísima Concepción; en Santa María de los Ángeles tres: Santísimo Sacramento, de las Benditas Ánimas y de la Purísima Concepción. En Tlalcosahua, la de San Diego, y en Santiago Tlatelolco una, de la Purísima Concepción. El patrimonio de siete de las cofradías estaba compuesto de cabezas de ganado; dos combinaban la agricultura y la ganadería; una era de ganado y aportaciones de maíz en especie y otra más de capital, impuesto a rédito entre los terratenientes y pequeños propietarios.

Del 18 al 23 de abril de 1776 estuvo en Colotlán Fray Antonio Alcalde y del 10 al 12 de marzo de 1799 Juan Ruiz de Cabañas, ambos distinguidos personajes de los jaliscienses estuvieron en este lugar del Curato de la Parroquia de San Luis de Colotlán en tiempos del señor cura Victoriano Palafox Lozano, quien rindió su primer informe con corte al año de 1777, en la rendición de cuentas ante la distinguida presencia del sumo representante de la iglesia en la Nueva España, así mismo le tocó la segunda rendición en 1799 con el obispo sucesor.

Auxiliaban al párroco dos jóvenes ministros oriundos de la zona: el señor presbítero don Tadeo Suárez Escobedo, de Villanueva, donde nació en 1771 y ordenado desde 1794, de apenas veintiocho años de edad y cinco de ministerio; el otro, era el señor presbítero don José Norberto Pérez Borrallo de Santa María de Mecatabasco, nacido en 1769 y ordenado en 1792. De acuerdo con los datos del censo parroquial, los habitantes de Colotlán y su comarca, incluyendo Santa María de los Ángeles y Huejúcar, haciendas, pueblos y ranchos, sumaban ocho mil doscientas nueve almas.

Los resultados que encontró el obispo Cabañas a la luz de la escritura de fundación de la cofradía y la última visita realizada por el obispo Fray Antonio alcalde el 19 de abril de 1776 fueron los siguientes:

Las cofradías en la cabecera parroquial.

La de la Santísima Trinidad, que en sus orígenes había sido la más acaudalada, en la visita anterior reportó 878 reses de fierro y 206 bestias caballares y mulares, pero el día de la visita solo contaba con 544 reses y 68 caballares y mulares.

La del Santísimo Sacramento, fue la segunda en importancia. De sus actividades religiosas sabemos que la función que se le hacía a San Luís el primero de agosto en la tarde. El ganado de esta cofradía había sido en la visita anterior de 741 reses de fierro arriba y 281 bestias caballares y mulares. El día de la última visita contaba con 320 vacas y toros de cinco a siete años, 16 bueyes y 121 caballares y mulares, un descenso notable sin aparente justificación.

La de la Purísima Concepción, era la cofradía del barrio de Tlaxcala. En la visita anterior reportó 127 reses de fierro arriba, 71 bestias caballares y mulares y 41 cabezas de ganado menor. Al día de la última visita tenía 74 reses de fierro arriba, 16 bueyes y dos yeguas rejegas.

La de Nuestra Señora de los Dolores, fue la única compuesta por españoles y criollos, administraba dinero en efectivo y funcionó como banco de crédito para los agricultores de origen hispano que comenzaron la explotación de las ricas tierras de labranza y horticultura en la zona de Tlaltenango y en las fecundas labores de las huertas, vergeles que surtirían de frutas y legumbres la zona durante muchos años.

El capital inicial de esta cofradía era de 2,759.50 pesos. Desde su fundación sus gastos habían sido mínimos, consumiendo solo 174.75 pesos, sin embargo, al día de la última visita la existencia en caja era de apenas 250.75 pesos, el saldo de 2,584. 25 se encontraba prestado a las siguientes personas:

Sobre tierras de las huertas a Francisco y Benito de León, doscientos pesos cada uno; Gregorio Ortega, Rita de León y Antonio Gutiérrez 100 pesos cada uno.

Pedro Espinosa 80.

Bernardo Antonio Meléndez 75.

Manuel Enríquez 70.

Bartolomé y José Ignacio de León, Eligio Vela y Domingo Espinoza 50 c/u.

Martín Villareal 30.

Vicente Mijares, Pedro José de León, María Trinidad Madera 25 c/u.

Anselmo de Ortega y Hermenegildo de Nava. 20 c/u.

Don Miguel del Real en los ranchos de las Tapias y de la Torre tenía prestados 825 y 414 respectivamente.

Antonio Rojas en el ojo de agua debía 300 pesos.

En el puesto del Sauz, Luis Márquez debía 200 pesos.

En San José, diego Flores 200.

Gregorio Saldaña en el Carrizal 100 y Gregorio Córdoba 20.

En las tierras de Villalobos en la feligresía de Tlaltenango, Patricio López 300 pesos. 

Sumaba el total de los principales 3,604 pesos de aquella época.

Dentro de los gastos realizados por estas cofradías se señalan el aceite, cera y ornamentos de la parroquia, se agregó un registro detallado de las personas que reconocen el adeudo a la cofradía por 3,604 pesos, antes mencionados, acompañado de vales depositados en la administración. 

Las Cofradías eran el sostén de las parroquias y capillas, así como de obras caritativas hasta 1865, en las parroquias de la diócesis habría a partir de entonces nada más sus tesorerías internas.

Fuente: Periódico Mi Pueblo.

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