José Rojas Galván
HiSTOReLo REVISTA DE HISTORIA REGIONAL Y LOCAL
Vol 4, No. 8 / julio - diciembre de 2012
Las rebeliones de indios que se presentaron en la Nueva España de manera general, y en la Nueva Galicia en particular, a lo largo del período colonial, son muestra palpable de la inconformidad de los indígenas, de su devenir histórico plagado de resentimientos y movilizaciones, de un constante proceso de explotación (Soriano 1994, 20) y despojo de sus tierras, principalmente.
En lo que respecta a las rebeliones indígenas que se suscitaron en la Nueva Galicia, la mayoría tuvieron el carácter de sublevaciones contra autoridades o contra las medidas de gobierno (Caso et al 1991, 149); sin embargo, hubo una que tuvo el rasgo de insurrección contra la dominación española: la rebelión del Mixtón de 1541 1542. Dicha rebelión puso en entredicho la misma permanencia de los españoles en el occidente de la Nueva España. Los factores principales que permitieron estructurar y aglutinar a grupos indígenas tan diferentes en dicha rebelión fueron: la severidad del colonialismo y la imposición de una concepción del tiempo, del pasado y del mundo (Olveda 1994, 72), muy diferente de la que tenían.
La historia de todo régimen dominante y la historia de la conspiración son dos líneas paralelas que se remiten de manera mutua. Donde se encuentra el poder secreto se localiza casi como su producto natural el contrapoder, igualmente secreto, en forma de conjuraciones, complots, o bien de sediciones, revueltas o rebeliones, preparadas en territorios impracticables o inaccesibles (Villamil 1996,121).
En ese sentido, el territorio del Gobierno de Colotlán reunía dichas condiciones geográficas suficientes para el surgimiento de dichas sublevaciones. Ello obligó a las autoridades coloniales a reforzar los mecanismos de apoyo para contener el hostigamiento de los indios sublevados del norte. A los indios ya pacificados que tenían sus asentamientos dentro de la jurisdicción de Colotlán, se les concedieron prerrogativas como: portar armas, montar a caballo y vestir como “hidalgos”, a cambio de su cooperación como soldados del rey a la hora de combatir a los indios seminómadas. Por tal razón, el capitán protector del gobierno de Colotlán organizaba la población masculina en una milicia.
La sede del funcionario español que estaba al frente del gobierno se localizaba en Colotlán; era un militar y, en teoría, poseía poderes casi absolutos en materia política, administrativa, militar y también judicial, sobre los colotecos —en su mayoría indígenas—, que ponía en práctica auxiliándose de varios tenientes. En ese sentido, Shadow (1991, 64-65) aclara que el factor principal al definir la jurisdicción del gobierno de Colotlán era de carácter étnico en lugar de territorial. Es decir, el Gobierno de las Fronteras de Colotlán era una institución étnicamente exclusiva.
Lo anteriormente señalado, hace suponer que nombrarse o asumirse “coloteco” daba a los indios norteños cierto prestigio social y cierta identidad cultural, lo cual fue una herramienta utilizada en el siglo XVIII, para defender sus privilegios e intereses de los ataques de la élite que ambicionaba sus tierras fértiles.
Tal como sucedió a partir del despegue del auge minero de Bolaños en la séptima década del siglo XVIII, cuando la interrelación social de los grupos de poder y contrapoder del Gobierno de Colotlán cayó en crisis por la disputa de las tierras cultivables de los indígenas, los indios norteños, ante la posible pérdida de sus tierras, buscaron la manera de hacer valer sus privilegios de soldados fronterizos como principal arma de defensa en contra de la codicia de los españoles.
Las fuentes dan cuenta de que la Corona española, en la mayoría de los litigios, dio su apoyo a los indios como una manera de evitar que se sublevasen y colocaran en riesgo la estabilidad de la frontera y, por tanto, de la producción de plata en Bolaños. Sin embargo, cuando decayó la producción argentífera, a partir
de 1790, el gobierno de los borbones decidió hacer una serie de reformas para hacer productivo, nuevamente, el territorio de Colotlán. Una de tales innovaciones, por ejemplo, fue el repartimiento de tierras indias a españoles, el objetivo se logró al finalizar la Colonia.
Por otro lado, en el año de 1780, el grupo de élite de Bolaños, encabezado por Antonio Vivanco, se vio enfrentado al Presidente de Guadalajara, Eusebio Sánchez Pareja, por lograr obtener el control militar de la región de Colotlán. Pero también, y en perjuicio de Sánchez, el Alcalde Mayor de Sayula, Manuel Bahamonde, buscó y obtuvo por parte del Virrey Martín de Mayorga el control de las milicias del Puerto de La Navidad y de Guadalajara en ese mismo año.
Lo anterior permite destacar lo necesario que es imbricar al proceso de conformación histórica y desarrollo de la región neogallega, las relaciones político sociales que se dieron entre los grupos de oligárquicos, cuya cohesión interna —basada en el matrimonio, el compadrazgo y el clientelismo—, les permitió controlar los principales recursos socio-ambientales del territorio.
El proceso de conquista del occidente de México y su situación estratégica a lo largo del período colonial, permitió el desarrollo de mecanismos de acceso y consolidación de grupos de élite en los principales centros urbanos, mineros y portuarios de la región neogallega. De igual forma, se demostró cómo diversos grupos dominantes supieron aprovechar el auge de centros portuarios, mineros, poblacionales y rurales en su beneficio. Ello trajo como resultado la creación de una oligarquía poderosa en dichos espacios. En contra parte, los grupos indígenas fueron los más afectados, pues en el caso de los indios del territorio de Colotlán una buena parte de sus tierras les fueron arrebatadas —no sin oposición— para producir y abastecer de granos y ganado a las minas de Bolaños, principal real minero de la Nueva Galicia. Sin embargo, al bajar la producción de plata en 1785, los mineros emigraron y sus haciendas pasaron a manos de otros españoles o criollos con vocación ganadera, actividad que desde entonces caracteriza a las regiones del norte y Los Altos del actual Estado de Jalisco.
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