domingo, 4 de septiembre de 2022

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN HISTORIA Y SEMBLANZA DE COLOTLÁN

 RENATO HARO ORTEGA

1987

Cuando se tuvo noticia en Colotlán del levantamiento del padre Hidalgo, era Gobernador de Colotlán don Gregorio Pérez. Este reunió de inmediato a las Compañías denominadas de Frontera y a tal efecto concurrió de Jerez don Tomás Martín Balesteros, de Monte Escobedo vino don José María Ontiveros, de Tlaltenango don Vicente Nales, de Huejuquilla don Ignacio Murguí, de Coculitén y Agua Gorda vinieron don Manuel Campos, Miguel Huizar y Mariano Osorio.

Vino a Colotlán el cura Calvillo, muy conocido en la región por haber sido hacia poco tiempo Vicario de la parroquia de Colotlán. Por tal motivo guardaba amistad con los jefes de las Compañías de Frontera, así como los indios de los barrios, y en especial con don Marcos M. Escobedo, que era muy respetado entre ellos, y era gobernador del Barrio de Tlaxcala, el principal de Colotlán.

"A fines de septiembre de ese memorable año 1810, el cura Calvillo organizó un baile en su casa, habiendo antes dado instrucciones secretas a sus seguidores, que se presentaron ya armados con palos, hondas, garrotes, flechas, machetes, etc., y como a media noche salieron llevando en el sombrero la imagen de Guadalupe y gritando "Viva la Virgen de Guadalupe, Viva la Independencia y mueran los gachupines". De la casa del cura Calvillo se dirigieron a las Casas Reales, ubicadas en el centro de la población, lugar donde estaba afortinado el gobernador Gregorio Pérez y numerosos españoles que ahí se habían refugiado al ver la situación de rebeldía que privaba entre los habitantes de Colotlán, y principalmente en los barrios.

Los jefes de las compañías apostados en las Casas Reales no opusieron resistencia alguna a la gente del padre Calvillo. Los españoles fueron hechos prisioneros, la tropa se retiró a sus cuarteles, y al día siguiente el gobernador Gregorio Pérez reunió a las milicias en la plaza principal y les ordenó hacer fuego sobre los indios que los tenían bajo custodia, pero aquéllas se negaron a obedecer, por lo que sus jefes ordenaron dispersarse.

Tres días después, el padre Calvillo salió para Zacatecas custodiando a los españoles presos, con un grupo de aproximadamente 400 indios de Colotlán, Santiago, Santa María, Tlalcosahua, y Huejúcar, capitaneados por don Marcos Escobedo y Victoriano Córdova, llevando como auxiliares a Pedro Escobedo, Antonio Modesto, Eulogio Ordaz, Juan Félix Torres, Diego Alcalá, Vicente Vázquez, Albino Torres y Florentino Pacheco. Se tuvo noticia aquí que los españoles fueron degollados en Zacatecas o San Luis.- Los indios regresaron con sus jefes, a excepción del padre Calvillo que permaneció en aquellos lugares.

Las tropas siguieron reuniéndose y preparándose cada mes al mando de sus jefes. A principios del año, salieron para reunirse con el cura don Miguel Hidalgo, y estuvieron en la batalla de Puente de Calderón el 17 de enero de 1811. Como es de todos conocido, la batalla la perdió Hidalgo y los indios flecheros de Colotlán pudieron salvarse gracias a una cortina de humo originada por el incendio de unos carros de parque estacionados cerca del lugar donde se encontraban los indios. Estos pudieron huir y regresar a Colotlán, por diversos lugares, y reuniéndose bajo la dirección de sus jefes.

El 27 de marzo de 1811, llegó a las inmediaciones de Colotlán el Cura de Matehuala, José Francisco Álvarez, que militaba en el bando realista, con tropa numerosa. Don Marcos Escobedo se había preparado para el ataque poniendo en estado de alerta a las Compañías de Colotlán, Santiago, Huejúcar y Tlalcosahua. Santa María no acudió a este llamado de don Marcos Escobedo. Los insurgentes estaban armados rústicamente, con palos, hondas, flechas, trancas y machetes, y solo disponían de dos escopetas. El Cura de Matehuala llegó a Colotlán por el Plan de Canoas, y se trabó el combate al llegar al Cerrito de la Cruz, Después de un fiero combate los realistas del cura Álvarez fueron obligados a huir. Se retiraron hacia Santa María, y ahí los lugareños los hostilizaron al paso, pero la tropa del cura Álvarez los derrotó haciendo prisioneros a 27, de los que fusiló 12 en Jerez, y a los demás los envió a Santa María para que dieran la noticia de la prisión del cura don Miguel Hidalgo.

Al año siguiente (1812], el general don José de la Cruz, quien ostentaba el cargo de intendente Gobernador de Guadalajara, envió a Colotlán al general Pedro Celestino Negrete para pacificar la región. Don Marcos Escobedo preparó la defensa del pueblo, entrenando a su gente y fabricando un cañón con madera de mezquite atado con cueros, que por supuesto no sirvió de nada en el combate.

El domingo 7 de abril de 1812 llegó a Colotlán el general Negrete, aproximándose por el Arroyo de la Tierra Blanca. Los insurgentes de Colotlán se hallaban afortinados en la Loma del mismo Arroyo de la Tierra Blanca, extendiéndose por el lado oriente hasta el entonces llamado Cerrito de la Cruz. Por el lado sur ocupaban las alturas de las lomas que se encuentran frente a la Escuela Normal. Alrededor de las diez de la mañana se trabó la lucha, entre las bien entrenadas y disciplinadas tropas del general Negrete y las numerosas pero improvisadas gentes de don Marcos Marcelo Escobedo. La superioridad militar de los españoles pronto hizo desbandarse a las filas insurgentes, y el general Negrete entró a Colotlán iniciándose un saqueo de la población y como el corneta había tocado a degüello, muchos de los defensores de la población fueron muertos, quedando las calles cubiertas de cadáveres. Numerosas gentes optaron por huir a los cerros vecinos, donde permanecieron varios días, durmiendo a la intemperie y matando reses para alimentarse. Don Marcos Escobedo pudo esconderse en un pozo de lazo, donde permaneció varios días y así pudo salvar su vida.

El general Negrete estuvo tres días en Colotlán. Luego se retiró con su tropa hacia Tlaltenango. A los pocos días el cura Álvarez entró a Colotlán, aprovechando la victoria realista, y durante varios días saqueó, fusiló, y quemó cadáveres, hasta que, informado el general Negrete, ordenó a su tropa regresar a Colotlán, pero el Cura se retiró a tiempo. Pedro Celestino Negrete permaneció durante diez días en esta población, y regresó a Guadalajara, instando a los naturales para que ya no se levantaran contra el gobierno constituido.

Durante varios días reinó la anarquía en Colotlán, ya que ninguna persona quería ponerse al frente del gobierno. Finalmente aceptó gobernar el Sr. José Joaquín Veliz, vecino muy respetable, pero poco tiempo después fue sacado de su casa y asesinado por un antiguo sirviente suyo, que era jefe insurgente, llamado José Pineda; quien posteriormente fue perseguido por un militar realista llamado Ochoa, el cual lo alcanzó huyendo hacia las barrancas de Azqueltán, lo hizo prisionero y lo fusiló.

A principios del año 1813 fue comisionado para gobernar la frontera el general Mariano Urrea. Estuvo en Colotlán durante algún tiempo, designó teniente suyo a don Isidro Díaz de León y organizó una milicia que tuviera como propósito garantizar la tranquilidad de los vecinos. Al frente de la milicia quedaron los hermanos Javier, Antonio, Miguel y Nepomuceno Gallegos.

En mayo de ese año, la población fue nuevamente asaltada por un grupo insurgente al mando de Rafael Oropesa, que entró con su gente por el oriente gritando "Viva la Virgen de Guadalupe y muera el gobierno español"', El teniente Díaz de León salió huyendo hacia el rancho de la Trinidad, pero fue alcanzado y muerto en el acto. Los hermanos Gallegos se afortinaron en las Casas Reales en unión de otros jefes. Los insurgentes sitiaron el lugar, arrimaron tercios de tlazole y le prendieron fuego. Los hermanos Gallegos y sus acompañantes se rindieron, habiendo sido sacrificados todos, con excepción de uno de ellos, Vicente Gándara, que salvó la vida gracias a las súplicas del Sr. Cura don Tadeo Suárez. Las casas reales duraron ardiendo durante más de un mes, habiéndose destruido el edificio que era muy grande, y quemándose los archivos y el mobiliario.

Algunos otros datos de la historia regional, durante estos terribles y agitados años, son los siguientes: después de la derrota de Puente de Calderón, y aprovechando el desánimo de los insurgentes, se establece un gobierno adicto a la Corona de España, formado por los Sres. Francisco del Real, Sebastián Gallegos y Juan Lozano, pero fueron eliminados del gobierno a fines de febrero de ese mismo año de 1811.

Algunos historiadores de renombre, en lugar de mencionar como jefe de los insurgentes de Colotlán a don Marcos Escobedo, señalan al cura Calvillo, por algunos llamado José María, pero al parecer su nombre correcto era don José Pablo Calvillo. Tal sucede en los combates antes descritos, con el cura Álvarez, llamado el "Chicharronero", por su costumbre de quemar cadáveres, y la batalla contra el general Negrete. Es probable que el cura Calvillo haya intervenido en dichas batallas, auxiliado por don Marcos Escobedo. Por eso los relatores de la región lo mencionan como Jefe. La vida en Colotlán durante los años siguientes, hasta la consumación de la Independencia fueron tristes y angustiosos para los habitantes de la región. La inseguridad y la zozobra fueron la característica de estos amargos tiempos.

Durante el año de 1814 hubo una epidemia de fluos [sic) de sangre, y al año siguiente, una de viruela, que asolaron a la región. Durante los años de 1816 a 1818 reapareció don Marcos Escobedo, y con la colaboración de indígenas de los alrededores reedificó la parte baja de las Casas Reales y la cárcel, así como también la parroquia.

En 1817, don Marcos Escobedo entra en acción nuevamente a favor de la Independencia. Se levantan en armas los pueblos de Huejuquilla el Alto, Nostic y Chalchihuites. A mediados de ese año se apodera de Colotlán, sin resistencia alguna por las autoridades de la ya agonizante Colonia. A finales de 1819 celebra una alianza con fuerzas insurgentes de Jerez y Tlaltenango. A principios de 1820 se apodera de la Hacienda del Jaral, en el hoy municipio de Villanueva, Zacatecas. Después marcha hacia Bolaños donde hace prisioneros a muchos españoles.

Entre tanto, en el ámbito nacional, Agustín de Iturbide había proclamado el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821. En Guadalajara fue aceptado por el clero y el ejército. El 13 de junio de ese año, el general Pedro Celestino Negrete y otros altos oficiales del ejército, en San Pedro Tlaquepaque, juraron el Plan de Iguala, declarando la independencia del antiguo Reino de la Nueva Galicia.

El gobernador mariscal don José de la Cruz abandonó su cargo y se embarcó hacia España. En Guadalajara se hizo cargo del Gobierno el señor Antonio Basilio Gutiérrez de Ulloa, quien tomó el título de Intendente y Jefe Político Superior interino. Al día siguiente por la tarde hizo su entrada a Guadalajara, el general Negrete al frente de su ejército y el día siguiente fue nombrado Jefe Superior Político y Comandante del Ejército de Reserva. Los miembros de la Audiencia, del Ayuntamiento, y las más distinguidas corporaciones civiles y eclesiásticas juraron fidelidad a los principios del Plan de Iguala. Negrete salió en persecución de José de la Cruz, y dejó gobernando en Guadalajara a don José Antonio Ugarte y Baldomar, quien el 22 de septiembre instaló la Junta Patriótica de Nueva Galicia, formada por más de cien personas distinguidas por su ilustración y cultura.

Con fecha 26 de octubre de 1821 se proclamó solemnemente en Guadalajara el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. En Colotlán, don Marcos Escobedo organizó grandes festejos para celebrar la Independencia de México y la entrada del Ejército Trigarante a la capital, el 27 de septiembre de 1821. 

Durante el Imperio de Iturbide, Jalisco fue Provincia de la Nueva Galicia, a cuyo frente quedó el Mariscal de Campo don Luis Quintanar. Caído el Imperio, la Nueva Galicia expidió una Acta en la que declaraba… "que es llegado el caso de hacerse el pronunciamiento tan deseado, de erigirse esta Provincia en Estado Soberano Federado, con los demás de la grande Nación Mexicana, con nombre de Estado Libre de Jalisco".

Al proclamarse la primera Constitución del Estado, Colotlán surge como Capital del Octavo Cantón de Jalisco.


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