Por: José Alonso Serrano Campos
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La promoción de la llamada “educación socialista" encontró una fuerte oposición entre algunas partes de la sociedad, en Colotlán la gente no quería mandar a sus hijos a la escuela porque les enseñarían “el marxismo”.
Muchos cristeros se levantaron en armas nuevamente, seguidos de otros católicos, pero durante este periodo maestros desarmados se encontraron entre los principales blancos de las atrocidades cometidas por los cristeros durante este periodo.
Los maestros rurales no participaron en el conflicto armado, pero algunos no aceptaron dejar sus escuelas y comunidades, y a muchos se les cortaron las orejas o les arrebataron la vida como resultado.
En los peores casos, los maestros fueron torturados y asesinados por los cristeros. Se ha calculado que al menos 300 maestros en todo el país fueron asesinados entre los años 1935 y 1939, incluyendo el caso de Lucía Curiel en Canoas; Asimismo puede citarse el caso de la maestra María Rodríguez Murillo, quien fuera ultrajada y muerta por un grupo de cristeros en Tabasco, Zac.
Ataques de los cristeros en contra de los maestros rurales
Casada fue con el joven Pablo Huizar Ramos, también originario de San Nicolás el 5 de abril de 1911 en la Parroquia de San Luis Obispo de Colotlán, tuvieron a su hijo Adrián Huizar Curiel que nació en su rancho el 31 de octubre de 1911.
Poco se sabe de la vida de la maestra Lucía, pero en su tiempo, a principios de 1900, le tocó ser alumna de las primeras escuelas donde aceptaban niñas, cabe recordar que hasta 1935 llegó la primera escuela oficial para niñas, la instrucción era en casas de señoritas que impartían las primeras letras.
Contemporánea del Prof. Diego Huízar Martínez, con quien llevaba una estrecha amistad, coincidiendo en ideales por su vocación de maestros, al tiempo muchos maestros lograron incursionar en las escuelas oficiales, la profesión se dispersó más en las rancherías, donde en aquellos años todavía existía gran concentración de personas, hoy se sabe la gran mayoría de aquellas comunidades están solas o prácticamente deshabitadas, sus escuelas solas, cerradas y abandonadas.
Cuentan que por la Morelos en una casa está un cuadro de una mujer de San Nicolás, se trata del retrato de la maestra Curiel, una gran historia, en San Nicolás si había Curieles, en la familia de don Bernabé Huízar. Arriba de la casa de don Bernabé Huizar allí vivían esos Curieles. Ella era maestra y la mataron en Canoas, cuando la cristiada.
Mataron a la maestra Curiel en el Rancho de Canoas el 11 de diciembre de 1937 en el registro de su defunción se lee: “por lesiones de arma de fuego, maestra rural, a los 48 años de edad, originaria de San Nicolás”.
Contaron los testigos del hecho que fue un tal Miguel Olvera el que mató a la querida maestra rural Lucia Curiel Rivera, estaba de maestra en el rancho de Canoas (hoy es más bien un barrio de la cabecera). Los cristeros tenían consideradas a las escuelas como anticatólica. Lucita gozaba de la amistad de los pobladores de las Canoas.
Desde 1930, la persecución y asesinato de maestros fue una de las situaciones más comunes en aquel tiempo, creando un ambiente hostil de la población hacia las cuestiones educativas. Se Corría el rumor de que las enseñanzas eran comunistas, y que se daban lecciones sobre sexo.
En 1934, fueron asesinados el presidente municipal de Colotlán Don. Segundo Ortega y el inspector escolar de la zona el Profesor. Francisco Javier Huízar.
En marzo de 1935, la situación del maestro rural era insostenible, debido a la ignorancia, fanatismo y malos consejos de los explotadores de nuestro pueblo y aunque aparentemente no se veía una oposición franca, había enemigos encubiertos solapados, dispuestos a sacrificar al maestro a la sombra y en el misterio.
En 1936 ya habían quemado la escuela de Canoas, en donde años más tarde en 1937, la maestra Lucia Curiel, es enviada de Guadalajara, para que reanude el servicio educativo. Inicia sus labores cambiando notablemente el aspecto de la escuela. Al poco tiempo de su llegada hizo una fiesta para dar prueba del aprovechamiento escolar, su trabajo le absorbía todo el tiempo. Fue así como planea hacer una kermés, invitando a las autoridades educativas y a los padres de familia. Los fondos por recaudar serían para adquirir mobiliario.
Ella era trigueña, de buen cuerpo y muy platicadora, fue en esa misma kermés que llegaron cuatro fulanos al caer la tarde, pardeando ya para oscurecer a eso de las 8:00 PM y preguntaron quién era la profesora de la escuela, cubiertos con largas cobijas gritaron “Que Viva Luz Curiel” con la intención de identificarla, salió ella y les dijo: “Muy a sus órdenes, yo soy”, la sacaron a la orilla del patio y todavía no terminaba de hablar cuando recibe el primer disparo.
Se le oyó decir “Yo no Soy, Dios mío...” el cuerpo cayó al tiempo que la linterna que traía en la mano caía también, se escucharon varios disparos más. Todo pasó tan rápido, el correr de las personas hacia un lado y otro, la confusión, el llanto de algunas mujeres, desbordó el terror de todos los presentes que paralizados por la sorpresa corrieron para ponerse a salvo.
A Lucita (como le decían sus amigos) le arrebataron la vida por su celosa entrega a su trabajo educativo y de apoyo a los campesinos, ella se presentó con ellos y ellos al instante le dispararon, porque decían que enseñar a los niños no era bueno y ella los había estado desobedeciendo.
Olvera era un viejo loco que andaba por allí por la sierra. Lo agarraron por ahí por las Canoas, lo trajeron a la cárcel del pueblo y lo mataron también. Lucita tenía un hermano llamado Tomas Curiel, era aguador, acarreaba agua en unas burrillas.
Así fue como víctima de la ignorancia, muere la maestra Lucia Curiel, quien sin importarle la situación por la que en ese tiempo atravesaba el magisterio, dio su vida por sus ideales, sembrando la semilla del saber.
La iglesia
En la cristiada los cristeros entraban a la iglesia, no tenía bancas, la gente tenía que estar de rodillas o parada en el piso de madera, pero en ese tiempo no dejaban entrar a todos, entonces salían los sacerdotes y les decían a los peleoneros: “Toma esta estampita de la virgen de Guadalupe y esta crucita de palma bendita, ponte la cruz en tu sombrero y la virgen de Guadalupe por dentro y si te matan tú ya vas a correr derechito al cielo porque ya tienes la gloria dada por estar en defensa de cristo, de la religión de cristo o sea de los cristeros”.
Dicen que según cuando ya iban a salir les decía el sacerdote “vénganse para bendecidlos” y ya todos se hincaban y en el nombre del señor, les daban la bendición, les bendecían las armas y ya se iban. Las palmas esas que les daban las hacían en el nombre de dios, por eso al que mataran se iba derecho al cielo.
Para ese tiempo se juntaron mucha gente en el camposanto de arriba, donde hoy es la Secundaria Foránea, para ir a visitar a la Virgen de Santiago a pedir por el temporal. Iban muchas muchachas, Lorencita Salazar entre ellas, era vecina en la calle Cuauhtémoc, cerca de la calle del Centenario, que era muy arenosa y donde eran los rodeos. Don Agustín Rivera, muy prepotente, mandó a la policía y quisieron meter o las metieron a la cárcel a las que iban a Santiago.
Los agraristas
En otro lado, al líder agrario Avelino Navarro a fin de que lo mataran andaban más de 50 empistolados detrás de él. Cuando mataron a don Segundo Ortega en 1934, estaba el bolón de gente por donde quiera, estaba oscureciendo y nadie los conocía ¿No los conocerían? ¡A todos! pero que iban a decir ¿Usted cree que no los iban a conocer? Si hasta de muertos, pero el temor estaba presente en la población.
Don Felipe Márquez Villegas era del año 1919, nacido en San Juan de Potreros, avecindado en Colotlán, agrarista con parcela en el Ochotal, le tocó todo el mitote de la cristiada, escuchaba la balacera cuando se agarraron en la “Mesa de las Tarjeas”. Conoció perfectamente a Don Agustín Rivera, hombre de buen tamaño y bien parecido.
En una ocasión contó que Don Manuel Márquez le había solicitado al gobernador un camino de Colotlán a Potreros, y el gobernador le ordenó al presidente que lo entregara, y fue así como acudió don Agustín Rivera. Primitivo Huizar y don Manuel Márquez eran compañeros de armas, también de Potreros. Él decía que cuando aprehendieron al Sr. Cura Magallanes y al padre Caloca en Totatiche, los trajeron a Colotlán. Que Primitivo fue el que los mató, que Primitivo divisó que los verdugos comenzaron a tener miedo, y que les dijo:
- ¡Quihubo jijos de acá y más allá, tienen miedo de matar a estos jijos... Primitivo tomó el arma y él les sonó “cuetazos”. Una viejita de Totatiche, que andaba con los padres, platicó que ella se vino con ellos a ver en que paraba, y que los soldados la aventaban, y que al tiempo que los padres cayeron se vino un perfume de flores y que habían caído entre la tierra suelta y el estiércol. Que ella deseaba que allí hubiera estado toda su familia, para que hubieran olido el perfume. Luego sacaron los cuerpos a la calle y mujeres recogían la sangre con trapos o algodones, los metían en recipientes y se iban.
En la casa de una señora muy viejita por la calle Centenario, luego dicen que llegaron los cristeros buscando a las muchachas y se las llevaron, vinieron buscando por estos rumbos y entonces todas estuvieron escondidas, pero ya se acabó la guerra de la cristiada y todo quedó en paz, solamente quedaron las puras paredes de las casas que quemaron, mucha gente se fue a refugiar en diferentes rancherías.
Los soldados y otras historias
Durante la Cristiada estuvo destacamentado el 75 regimiento en Colotlán, por la Morelos, luego por Hidalgo, luego terminó en Tlaltenango y no dejaban de venir al pueblo a hacer sus desmanes, el estado mayor se estableció en la casa que fue de las Zulueta, que luego fue el “Super González” en la esquina de Guerrero y Morelos.
Unas cuantas casas más hacia el barrio alto, tenía su casa el Dr. Ramón Cumplido quién era un hombre delgado, moreno, de dientes pequeños y muy pretencioso; estaba casado con una hija del árabe don Salvador Ahued, que había venido de Argentina con sus hijos; pusieron tienda de ropa buena, donde Romualdo tuvo después su tienda, ellos tenían dinero. Las muchachas eran jóvenes, blancas y muy bonitas y con una de ellas se casó el doctor. La pareja tuvo un hijo, que se les contagio de una enfermedad y murió.
Simón Navarro Alejo contó en vida que en la Cristiada se pelearon aquí en Colotlán con los gobiernistas. Agarraron los cristeros el sistema de entrar por las casas, taladraban y hacían agujeros en las paredes con barras para pasarse de una casa a otra. Pasaban la bocacalle y seguían con otra manzana, hasta llegar a los fortines.
El cuadro de la Plaza era el primer cuadro, estaba el gobierno fortificado en las azoteas y las iglesias. Los Cristeros llegaron hasta su casa de la esquina de Juárez y Guerrero, por una ventana que estaba por la Juárez, le disparaban al fortín.
Allí estuvieron todo el día guerreando y en la tarde se les antojó a los del gobierno hacer un toro de petate. Tenían el mesón de San Luis en la calle Obregón, frente a la plaza de toros, allí tenían los caballos.
En la Calle Ramón Corona, tenían un vallado como de dos metros para que no pasaran los cristeros. Un grupo de ejidatarios ensillaron los caballos y salieron por las calles gritando que vivera el 75 regimiento, que era un regimiento muy valiente, y que le tenían miedo.
Como que habían venido a reforzar a Colotlán. Se los creyeron y dieron la orden de retirarse. Ya habían tomado casi todo Colotlán, ya nada más quedaba el centro. Decían que los cerros nada más blanqueaban de cristeros, miles de cristeros apostados en la cantera, el Zanjón, el cerrito de la Santa Cruz.
Se habían reunido todos los del partido de los cristeros para venir atacar a Colotlán. Cuando se fueron los cristeros, los del gobierno llegaban a las casas donde habían estado los cristeros. Llegaban a las casas los gobiernistas y con ellos, don Jesús Navarro, el primer ejidatario de Colotlán. Y les decían: - Es verdad que aquí estuvieron haciendo fuego los cristeros, al fortín de enfrente. -Si señores, pero yo ni modo de detenerlos.
Rubén la Ruca andaba de cristero, traía botas, pantalón beige, su 45 fajada y su rifle. Él era cabecilla de los cristeros. Allí en la esquina de Paseo y Juárez mataron a un cristero, muy conocido, se llamaba Andrés Contreras, se salía a media calle a torear a los del fortín. Hasta que le atinaron. Allá arriba en la esquina del hospital (hoy el colegio Jalisco) mataron a un ejidatario de Huacasco, también muy valiente. Después de que pasaba el revoltijo, la gente iba a ver los muertos, antes de que los levantaran.
Los fortines estaban colocados de tal forma que favorecían el primer cuadro de la plaza, había uno en la esquina de Juárez y Guerrero, estaba otro fortín en la calle de arriba; en la torre de la iglesia estaba otro fortín para tirarles a los de lejos, a los de las orillas; en el mesón de San Luis en la calle Obregón, estaba la caballería del ejército.
El San Francisco era allá abajo, el puerto Arturo, el Zaragoza. Luego hicieron unos vallados, para que no entraran hasta el centro los cristeros a caballo. En la Obregón había uno, en la Hidalgo. Vallados altos de dos metros, para que no brincaran los caballos. Cuando acordaron tenían invadido todo el pueblo, ya nada más el centro, los cristeros eran muchos, nomás se veían los cerros con la caballería. A la muerte de don Herminio Sánchez, mucha gente se desertó, ya no andaban contentos con don Felipe Sánchez, dicen que era muy bueno para andar a caballo, bueno para montar y brincar cercas, él se defendía a patas de caballo. Hermano de don Manuel Sánchez, hombre alto y bien parecido, esposo de Cointa Ramos. Su hija fue Sunny, reina de las fiestas patrias. Él se fue a vivir a Fresnillo y allá murió.
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