En una interesante investigación documental de la familia del presidente Adolfo López Mateos, se encuentran él y cuatro hermanos, al menos los dos mayores hijos legítimos de un tlaltenanguense radicado en la Ciudad de México, Adolfo al ser el más pequeño de la madre biológica, se le atribuye otro padre biológico, dado que cuando nació su padre ya había fallecido tres años antes.... si se hubiera sabido, según la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, no hubiera sido Presidente de México... aquí se explica a detalle:
En busca de las huellas
documentales de una familia presidencial mexicana: los López Mateos
Javier Sanchiz Ruiz
Juan Gómez Gallardo
Latapí
Instituto de
Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México y Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica, Ciudad de México,
México
Dichos documentos posibilitan conocer, de forma fehaciente, tanto su lugar de nacimiento como la fecha exacta del mismo, así como las circunstancias que originaron el maquillaje y la alteración documental que se han venido utilizando por la historia oficial desde 1958.
Nos dimos a la tarea de contestar
desde la genealogía (y por tanto, desde los documentos que metodológicamente
usamos para realizar nuestra tarea de investigación) sobre el origen de los
López Mateos, tratando de encontrar los documentos que la conformación de la
familia había generado.
El presente artículo, además de
la búsqueda minuciosa de actas e inscripciones en los archivos tanto del
Registro Civil, como de la Iglesia católica -que hemos transcrito y ubicado
físicamente-, busca contextualizar nuestras fuentes en el ámbito documental de
México.
Finalmente, este artículo es el
resultado a la interrogante histórica sobre el origen de una persona pública en
un escenario en donde el documento civil se va imponiendo al religioso.
Los antecedentes documentales del presidente Adolfo
López Mateos
Pocas veces, al analizar la
biografía de un mandatario, puede uno encontrar tanta insistencia en el relato
de unos hechos y acontecimientos que buscan suplir la aparente falta de
documentación del nacimiento de una persona, como en el caso de Adolfo López
Mateos y su nacimiento en Atizapán de Zaragoza.
Aquí dos párrafos de su biografía oficial:
"Adolfo López Mateos nació en
Atizapán de Zaragoza, Estado de México, el 26 de mayo de 1910. Ese mismo año se
inicia la Revolución y este hecho podría ser el ejemplo humano de lo que
resultó ser ejemplo nacional de un país y una generación. Cuando la Revolución
Mexicana se encuentra en su máximo desarrollo, llega a gobernar a la nación un
hombre que nació meses antes de su inicio. Ahora se sabe que era costumbre en
el matrimonio formado por don Martiano Gerardo López, de profesión
cirujano-dentista, y doña Elena Mateos y Vega trasladarse en el mes de mayo a
Atizapán de Zaragoza para gozar de un breve período de vacaciones. El
matrimonio López Mateos residía en la ciudad de México. La señora, a los pocos
días de haber llegado a Atizapán en estado grávido, sintió los síntomas
precursores del alumbramiento, y consideró prudente no abandonar el pueblecito
de Atizapán. El nombre de Adolfo fue sugerencia o súplica de su padrino el
señor Adolfo Orsave. Fue el último de los hijos de don Mariano Gerardo López y
Sánchez Román, originario de Tlaltenango, Zacatecas, y de doña Elena Mateos y
Vega, nativa de Guerrero y descendiente de un caudillo de la guerra contra la
intervención francesa, José Perfecto Mateos, que mereció alguna condecoración
del Presidente Benito Juárez y del ilustre liberal Francisco Zarco Mateos. De
los cinco hermanos viven el mayor, Mariano J. López Mateos, y la menor, Elena
López Mateos, habiendo fallecido los hermanos intermedios Rafael y Esperanza
-esta hace cuatro años-, conocida y admirada en el mundo de habla castellana
por sus admirables traducciones del alemán de la obra del extraordinario
novelista Bruno Traven, cuya incógnita personalidad Esperanza se llevó a la
tumba.
Fallecido su padre pocos años
después de su nacimiento, Adolfo López Mateos debe haber vivido la vida triste
de los huérfanos decentes y de familia numerosa. La madre y los hijos fijaron
su residencia definitiva en la ciudad de México. Adolfo, el menor, ingresó a
los cinco años al Colegio Francés, mediante una beca otorgada a su nombre por
la fundación Dondé. Un dato bonito en toda biografía de un hombre que se hace a
sí mismo es recordar los nombres de sus directores o maestros. Era director del
Colegio Francés don Luis Donateur, que aún vive."
Ya cercano el nuevo siglo, las
incertidumbres sobre la biografía oficial se hicieron más evidentes; destaca
así la postura del historiador Enrique Krauze, quien al presentar el video
biográfico de la trayectoria de Adolfo López Mateos nos refiere que se trata de
una biografía envuelta en sombras y brumas. A
él se suma lo expuesto años después por Regina Santiago con su libro ya citado,
en donde revela que la paternidad de Adolfo López Mateos fue la del vasco
Gonzalo de Murga, asunto que asimismo sostiene uno de los bisnietos de la
descendencia legítima de Gonzalo de Murga. Frente a ellos la versión de
Emilio Arellano, quien desde la historia oficial y el maquillaje familiar
de los Mateos, insiste en lo hasta ahora escrito.
En cuanto a los testimonios
directos que, al respecto de su origen, diese el propio Adolfo López Mateos,
tenemos las supuestas palabras que recogiese en entrevista Bustos Cerecedo y
que aparecen en el libro de Eduardo Arias Nuvillo, Instantáneas. Adolfo
López Mateos. El destino del hombre nuevo:
"De mi infancia sé muy poco, no
tengo mucha infancia. Fue mi madre a quien quise mucho pues a su lado crecí y
viví mis mejores años, ella murió cuando yo entraba al senado, el mismo día,
este episodio lo recuerdo con cariño; acerca de mi padre poco podría contarte,
pues quedé demasiado chico cuando falleció, de mi juventud, toda la conoces,
pues hemos vivido en la misma época, un poco agitada, un poco calmada, pero es
nuestra época de lucha, lo demás puedes tenerlo de mi hermano Mariano, él te
puede dar los datos que necesitas".
Tras la muerte de Adolfo López
Mateos, acaecida el 22 de septiembre de 1969, no hubo ningún cambio en la
información revelada, y al cumplirse un año del mismo, El Universal
Gráfico del 22 de septiembre de 1970 resumió nuevamente los datos de
la historia oficial.
La historia documentada
En el mes de julio de 1899,
concretamente el día 21, los entonces novios don Mariano G. López y la señorita
Elena Mateos realizaron los trámites de rigor para poder casarse por la Iglesia
católica. Don José Perfecto Mateos, en su calidad de padre de ella, otorgó
el consentimiento, y como parte del protocolo tanto los novios, como un
par de testigos de los mismos, hicieron las declaraciones de que ambos contaban
con habilidad y libertad.
Don Mariano, por su parte,
manifestó haber sido bautizado en la parroquia de Tlaltenango, Estado de
Zacatecas, localidad de donde era originario. Contaba con 39 años de edad,
y por la relación de domicilios en los que había vivido, llevaba ya una larga
trayectoria como vecino de la ciudad de México.
Al momento de levantar la
información residía en la calle de Dolores número 8, desde hacía ocho meses,
"antes en la 2a de Plateros número 6, seis años; antes en
el Empedradillo número 4, tres años; antes en el Puente del Espíritu Santo, dos
años; antes en el Corazón de Jesús 1174, tres años; antes en el callejón del
Espíritu Santo, cuatro años; antes en la Cerbatana y San Pedro y San Pablo, dos
años; antes en Zacatecas desde su infancia". Declaró asimismo ser sus
padres don Mariano López y doña Francisca Sánchez Román de López, que estaban
ya difuntos.
Al firmar las declaraciones ambos
contrayentes manifestaban que llegaban al matrimonio de forma espontánea y
libre, no tener impedimento canónico, además de no tener enfermedad contagiosa,
ni haber hecho votos de castidad, de religión o de peregrinación ultramarina,
ni esponsales pendientes con otra persona, como expresaban los formatos
impresos que firmaron los novios.
Ella, por su parte, reportó haber
sido bautizada en la parroquia de la Santa Veracruz, ser originaria y vecina de
México "en la calle de los Dolores número 9, hace seis años, antes en la 2a del
Factor número 7, cinco años", célibe de 23 años e hija del referido José
Perfecto Mateos.
Las vecindades reportadas al
momento de la información permiten saber que eran vecinos contiguos en la calle
de Dolores, donde no sería difícil intuir que ahí se conocieron. Como testigos,
el novio llevó a sus hermanos don Fernando López, médico, natural de Zacatecas,
de 44 años, que vivía en la primera de Mesones número 11, y a don Isaías López,
soltero de 48 años, empleado, que vivía en la calle de Plateros número 3.
Los testigos de la novia fueron
su tío don Miguel Mateos, militar vecino de México en la 2.a de
Balderas número 7, casado de 62 años, y su hermano don Francisco Mateos,
ingeniero, soltero de 29 años, con domicilio en la 3.a calle
ancha número 8.
La proliferación de profesiones
liberales del entorno es bastante sintomática para ubicar a los contrayentes en
un entorno social de relativa distinción; a ello se suma el uso del
"don" en las partidas sacramentales, calificativo que, como expusimos,
ya no era usado como antaño para referir a la población de origen español, sino
a cierta relevancia social que los distinguía del común.
Ese mismo día 21 de julio,
Mariano López y Elena Mateos formalizaron ante el Juez del Registro Civil,
Wenceslao Briceño, las presentaciones preparatorias a las 11 y 30 minutos de la
mañana, hora en la que el juez se presentó en el domicilio de ella. Los testigos
por parte del novio fueron Manuel González Cosío, originario de Zacatecas,
general de Brigada y en ese momento Secretario de Estado y del Despacho de
Gobernación, y Miguel Mateos, militar; en el caso de la novia repitió los
mismos de las informaciones matrimoniales de la iglesia: sus mencionados tío y
hermano Juan Antonio y Remigio Mateos. Firmada el acta, el juez determinó se
hicieran las publicaciones de ley para celebrarse posteriormente el matrimonio.
No había transcurrido un mes
cuando, el 11 de agosto, los dos novios continuaban con la tramitación
religiosa y conforme a ella confesaron y comulgaron en la Iglesia Profesa de
México con el reverendo padre Rafael Salinas y Rivera. Ese mismo día un amigo
de la familia de ella, Domingo M. Macías, solicitó en carta dirigida al
gobernador de la Mitra se realizara la ceremonia del matrimonio en el oratorio
del Palacio Arzobispal, lo cual se aceptó el día 17.
El favor de la distinción de
contar con dicha ceremonia privada ocasionó un donativo de 50 pesos que fueron
destinados al sostén de las escuelas para niños pobres. El 12 de agosto de
1899 se realizó la ceremonia religiosa, asentándose la misma en los libros del
Sagrario de la Ciudad de México.
Constituido el matrimonio en
ambas esferas, la pareja procreó tres hijos. El primero de ellos: Mariano José
López y Mateos, nació el 10 de junio de 1900. Al año siguiente, el 2 de octubre
de 1901, nacería la segunda hija del matrimonio, quien recibió el nombre de
Elena, el tercero de ellos, Rafael Fernando, nace el 12 de marzo de 1904,
asimismo en la ciudad de México. Al igual que en los casos anteriores, se
levantaron las actas tanto en el Registro Civil como la correspondiente de
bautismo.
Del acta de este último, llama la
atención que fue levantada cuando el recién nacido contaba con casi tres meses
de edad -el día 6 de junio- y precisaba que el nacimiento había ocurrido en la
casa número 11 de la primera calle de Mesones a las 10 de la noche, hijo de la
señora Elena Mateos, que contaba 28 años, domiciliada en la calle Sur 10, y
número 2430 de la colonia de la Indianilla, y de su finado esposo el ciudadano
Mariano Gerardo López. Atestiguaron el acta Fernando López, tío paterno, y José
B. Nava, el primero de Tlaltenango, de 49 años, médico cirujano quien vivía
donde se verificó el nacimiento, y el segundo de Durango, de 43 años, abogado
que vivía en la calle de Paseo Nuevo 623.
A diferencia de lo ocurrido con
los anteriores, el bautismo del tercer hijo precedió al registro civil y se
realizó quince días después del alumbramiento (el 27 de marzo) en la parroquia
de San Miguel Arcángel de la ciudad de México. En la inscripción
sacramental se asentó "es hijo póstumo legítimo del señor D. Mariano G.
López y de la señora Elena Mateos", proporcionando los nombres de los
abuelos tanto paternos como maternos, dejando así fuera de duda que se tratase
de alguien con padres homónimos. Los padrinos del recién nacido fueron el Dr.
don Rafael Silva y la Sra. Luz González Cosío de López.
Gracias a la información del acta
anterior y a la referencia de que el marido había ya fallecido, procedimos a la
búsqueda del acta de defunción del esposo. Su localización y lectura reportó
algunas sorpresas:
[Al margen 1154. Mil ciento
cincuenta y cuatro. López Mariano]. En la ciudad de México, a las 10 y 40
minutos de la mañana del día 12 de marzo de 1904 mil novecientos cuatro ante mí
José B. Nava, juez del Registro del Estado Civil, compareció el ciudadano
Antonio Mejía de México, mayor de edad, viudo, empleado, vive en la Plazuela de
San Salvador el Verde, número 7 siete y declaró que ayer a la 1 una y 30
treinta minutos de la tarde en la casa numero 8 1/2 ocho y medio altos de la 3a tercera
calle de Pane, falleció de neumonía el ciudadano Mariano López, según consta
del certificado que suscrito por el Médico F. López se archiva con el número de
esta acta y sello del Juzgado. El compareciente agregó que el finado era
originario de Zacatecas de 43 cuarenta y tres años, dentista, casado con Elena
Mateos, de México, hijo de los finados Mariano López y Francisca Sánchez Román.
Fueron testigos los ciudadanos Enrique Amador y Antonio Garcilazo, de México,
mayores de edad, solteros, empleados, viven en la calle de la Mariscala número
3 tres. Se dio boleta para el Panteón Francés. Leída esta acta la ratificaron y
firmaron. José B. Nava, A Mejía, E. Amador, A. Garcilazo.
Sorpresivamente, entre el
nacimiento del hijo (póstumo) y el fallecimiento del padre habían transcurrido
solo unas horas. Este último ocurría además en un domicilio distinto al que su
viuda reportaba como el de su domicilio. ¿Era este un indicativo de que el
matrimonio ya no compartía vivienda conyugal? De ser así, y dependiendo de las
circunstancias que pudieran haber ocasionado la separación, quizá Elena Mateos
no supo dónde fue asentada el acta de defunción del esposo.
A partir de aquí y con estos
elementos, no cabe la existencia de ningún hijo posterior del matrimonio de don
Mariano G. López y doña Elena Mateos, quien viuda tuvo que enfrentar la crianza
de los hijos sin la figura del esposo.
El más pequeño de los hijos,
Rafael Fernando, falleció cuando contaba apenas un año y un mes, el 26 de abril
de 1905, y fue enterrado en el Panteón Francés.
Transcurridos casi tres años del
deceso de su esposo, doña Elena Mateos llevó a bautizar una nueva hija en el
templo de San Cosme y San Damián, la cual nació el 8 de enero de 1907 y fue
apadrinada por don Adolfo Artabe y Natalia Vilar de Enríquez. A la niña se le
puso el nombre de María Esperanza Adolfina, murió en el año 1951.
Al año siguiente, 1908,
concretamente el día 26 de mayo, otra criatura más nació en el número 66, de la
4.a Calle de Altamirano, de la ciudad de México, de sexo varón,
y fue bautizado en San Cosme, el 12 de enero de 1911, con los nombres de Adolfo
Felipe Neri, siendo apadrinado por don Mariano López y Mateos y la señorita
Tovar.
[Al margen: Partida número 1135.
Adolfo Felipe Neri] En la parroquia de San Cosme a doce de enero de mil
novecientos once. Yo el Pbro. Leonardo Penalba, vicario de la misma, bauticé
solemnemente a un niño que nació el día veintiséis de mayo de mil novecientos
ocho en la 4a calle de Altamirano número 66 a quien puse por
nombres Adolfo Felipe Neri hijo natural de la Sra. Elena Mateos. Fueron sus
padrinos Dn Mariano López y Mateos y la Srita. Tovar a quienes advertí sus
obligaciones y parentesco espiritual. Doy fe. Enrique Servín. Pbro. [firmado y
rubricado] Leonardo Penalba [firmado y rubricado].
Figura 1. Partida de
bautismo de Adolfo López Mateos.
Tres años tardó la madre Elena
Mateos en bautizarlo y cuatro en registrar civilmente el nacimiento de su hijo,
efectuándolo el 26 de febrero de 1912.
[Al margen: 203 Doscientos tres.
Mateos Adolfo] En la Ciudad de México, a las 4 cuatro y 40 cuarenta minutos de
la tarde del día 26 de febrero de 1912 mil novecientos doce, ante mí Ricardo
Guerrero Garnica, Juez auxiliar del Registro Civil, compareció la señora Elena
Mateos, de México, de 30 treinta años, viuda, vive en la 7a séptima
calle de Altamirano, número 66 sesenta y seis y presentó vivo al niño Adolfo
Mateos que nació en la casa número 52, cincuenta y dos, de la 4a cuarta
calle de Altamirano, el día 26 veintiséis de mayo del año de 1908 a las 5 cinco
de la mañana, hijo natural de la compareciente quien pide expresamente que su
nombre conste en esta acta. Fueron testigos los ciudadanos Manuel Ramírez y
Ricardo Ramírez de México, de 23 veintitrés y 25 veinticinco años
respectivamente, solteros, ingenieros, viven en Tacubaya, en la calle de San
Miguel 1120, mil ciento veinte. Leída esta acta, la ratificaron y firmaron. R.
G. Garnica. Elena Mateos. M. Ramírez. R. Ramírez. Rúbricas.
Figura 2. Acta de
nacimiento de Adolfo López Mateos.
Con el nacimiento de Adolfo, su
último hijo, se cierra el ciclo reproductor de Elena Mateos. Treinta y siete
años después falleció en la ciudad de México el 20 de mayo de 1945, y una
lápida que recuerda su deceso se conserva en el Panteón Jardín de la Ciudad de
México.
Hasta aquí la documentación
localizada en ambos repositorios, civil y eclesiástico, del matrimonio López
Mateos y la descendencia habida dentro y fuera del matrimonio. Las actas
relativas a la descendencia del presidente se han omitido del presente trabajo
por encontrarse vivos los involucrados.
Sobra decir que, como eran hijos
naturales tanto Esperanza como Adolfo, sus inscripciones de bautismo no
recogieron tan siquiera los nombres de los abuelos maternos de los niños,
omisión que asimismo presentan las actas de hijos que no son de legítimo matrimonio
en el Registro Civil de aquellos años.
Todas las biografías de Adolfo
López Mateos, presidente de México, nos lo presentan como hijo biológico de
Mariano Gerardo López y de Elena Mateos. Algo que evidentemente es explicable
por la similitud que se buscó desde la infancia con los otros hermanos mayores
(Mariano José y Elena), haciéndolos pasar ante la sociedad como hijos
legítimos, sin evidenciar la soltería -por viudedad- de la madre al concebir a
los dos últimos. Posteriormente, la coyuntura y las circunstancias políticas de
Adolfo propiciaron un maquillaje documental, tal y como hemos demostrado
arriba, para sortear un escollo.
No queda duda de que este fue el
generado por las leyes y donde la Constitución mexicana requería entonces, en
su artículo 82, que para ser presidente del país se precisaba ser hijo de
padres mexicanos por nacimiento. ¿Cómo demostrar, por tanto, que el padre
no documentado de Adolfo López Mateos lo era?
La madre, Elena Mateos viuda de
López, había tenido dos hijos más siendo ya viuda sin que se reportase quién
era el padre de las criaturas. ¿Era esa la circunstancia que originaría el
injerto de memoria, pesando por tanto el carácter moral de ser hijo de madre
sin marido oficial? ¿O lo era el del rumor extendido entre la colonia española
de que Gonzalo Amado Virgilio Juan de Murga y Suinaga, español nacido en
Marquina, Vizcaya, llevaba años teniendo una relación estable con Elena Mateos
y habían engendrado varios hijos?
No falta, como hemos mencionado,
en el panorama historiográfico, la más reciente biografía -resultado de la
pluma y conocimiento de los miembros del grupo familiar- que insiste en la
filiación legítima y arremete contra la vox populi de las
relaciones sostenidas por Elena Mateos con el español Gonzalo de Murga y
Suinaga. Unas relaciones que han sido documentadas, a través de testimonios de
historia oral y otros breves documentales (poco contundentes), por Regina
Santiago y Xavier de Murga, y de los que incluso la Fundación Alfredo Harp
Helú, en Oaxaca, adquirió, a través del maestro Francisco Toledo, en el año
2015.
Desde luego que no hay documento
localizado, de carácter oficial, por el cual Gonzalo de Murga haya reconocido
la paternidad de Esperanza y Adolfo; solo una carta de índole privado en el que
se asienta lo anterior, así como el hecho de que también fue el padre biológico
del hijo que tuvo Elena Mateos en 1904, Rafael Fernando.
¿Temían Adolfo López Mateos, o su
madre, que se indagase al respecto? ¿De dónde partió la idea de construir un
injerto falso en la memoria? ¿Qué papel desempeñó en ello el hermano mayor,
quien había apadrinado a Adolfo, contando diez años de edad? Tal parece que los
muertos se llevaron el secreto a la tumba.
La investigación realizada
reporta que la familia López Mateos -y concretamente Elena Mateos- tenía plena
conciencia de la importancia del registro (tanto del civil como del
eclesiástico) para los miembros de su familia. La situación anómala, para su
entorno social y para la época (en tanto que se daba fuera del vínculo
matrimonial) en el nacimiento de los dos últimos de sus hijos propició que el
esquema de realizar primero el registro eclesiástico y posteriormente el civil
se insertara en la costumbre manifiesta años atrás de que eran más importantes
los nexos espirituales que los civiles, situación que dominaría todavía varias
décadas en el panorama mexicano del siglo XX y que hemos expuesto en la primera
parte de este artículo.
A manera de colofón: un injerto documental de la memoria
La imagen con la que cerramos el presente artículo fue proporcionada gentilmente por Emilio Arellano, poseedor del legado oral y documental familiar y autor de la última biografía con los datos oficiales sobre Adolfo López Mateos:
Figura 3. Verso y
reverso de supuesta acta notarial sobre el nacimiento de Adolfo López
Mateos.
Se trata de un acta notarial que,
después de los documentos localizados, requiere, a nuestro entender, un
profundo análisis. Un acta que coincide con la insólita narración contenida en
la biografía de Armando de María y Campos.
Lo primero que llama la atención
es que se trate de un documento resultado de la "fe pública" que
tienen los notarios, supuestamente realizado en 1916 ante el notario Rafael
Enríquez, y que hace referencia a un documento elaborado en 1908 por el notario
de Tacubaya Antonio Díaz Soto y Gama, espacio geográfico urbano en el que
vivían varios de los parientes de Adolfo, por el lado Mateos.
Sorprende que Elena Mateos
tuviera, de acuerdo con el acta, todavía vivo a su marido en 1908 (quien, como
hemos comprobado, estaba muerto desde 1904), además de que su propio padre,
José Prefecto Mateos, seguía asimismo vivo en 1908 cuando había fallecido en
1902. No suficiente con estos errores en la presencia de los actores, según el
documento el notario Rafael Enríquez tuvo como testigo de la certificación en
1916 a Juan Antonio Mateos, tío de Elena, quien estaba muerto desde 1913.
Además de la presencia de estos fantasmas, el acta incurre en varias
falsedades: se dice que el fin de esta es para trámites diversos en la
"sucesión intestamentaria" del difunto Mariano López y Sánchez Román,
"recientemente fallecido", cuando llevaba ya doce años muerto; la
reiterada y repetitiva mención de "legítimo"; que fue bautizado en la
capilla privada de la familia Mier y Celis, cuando hemos visto lo fue en la
parroquia de San Cosme como hijo natural, y que uno de los padrinos fue el
abuelo, José Perfecto, que murió en 1902 y no pudo apadrinar al nieto nacido en
1908, hablan por sí solos...
¿Por qué no se divulgó
ampliamente el documento anterior en las biografías elaboradas? ¿Tendría que
ver con el hecho de que el año de nacimiento no coincidía con el de 1910,
manejado por los artífices de su biografía, y se generaría más ruido al
respecto? ¿Se elaboró el documento para amparar el registro de Adolfo en la
escuela y que se apellidase como el resto de sus hermanos?
En resumidas cuentas, las
discriminaciones relativas al origen de la persona propiciaron, en el caso de
Adolfo López Mateos, que se hayan tenido que sortear noticias poco
transparentes en la elaboración de su biografía, de la misma forma que los
afectados tuvieron que sortear las dificultades que la aparente ausencia
documental "políticamente correcta" les frenaba. Ello ocurrió en unas
décadas todavía plagadas de discriminaciones que tenían que ver tanto con el
origen social como con el origen nacional, además de otras limitantes de índole
moral, propiciando así que las biografías entraran en un espacio de
"sombras y brumas", como manifestase el historiador Enrique Krauze al
presentar la trayectoria de Adolfo López Mateos.
Con todo, la investigación
documental sobre los orígenes del presidente López Mateos aquí tratada responde
a interrogantes historiográficas desde el punto de vista genealógico, sin
pretender emitir juicios de valor sobre los mismos o -como hemos aclarado
anteriormente- sobre su desempeño.
Agradecimientos
Los autores agradecen a los
colegas del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional
Autónoma de México y a los miembros del Seminario de Genealogía Mexicana sus
observaciones, orientaciones y pertinentes comentarios, especialmente a Pilar
Martínez, Omar Soto y Álvaro Celis.
El acta de
nacimiento de Mariano Francisco de la Trinidad, nacido en Tlaltenango, en 1860,
de apellidos López Sánchez (hijo de Mariano López y de Francisca Sánchez, esta
a su vez hija de Pedro Sánchez y Rafaela Román).
De Elena Mateos
(registrada como Sóstenes Atenógenes Elena y bautizada como María Elena
Sóstenes) existen tanto su acta civil, como la del bautismo. Para la primera
relativa al nacimiento el 28 de noviembre de 1874.
La carta que Gonzalo de Murga y Suinaga escribió a su hijo Gonzalo el 26 de noviembre de 1927, y que conserva Xabier de Murga y Ródenas, fue divulgada por Alfonso Díez en http://www.codigodiez.mx/Textos%20ht/masrevelacionessobrealm.html. Sobre la descendencia de Gonzalo de Murga, cfr.
Javier
Sanchiz Ruiz. Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas
de la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde coordina en Seminario
de Genealogía Mexicana. Miembro del SNI. Doctor en Historia por la misma
universidad, es académico de número de la Academia Mexicana de Genealogía y
Heráldica y miembro correspondiente en México de numerosas instituciones
afines. Sus trabajos más recientes han sido publicados en el volumen
colectivo Genealogía, Heráldica y Documentación.
Juan Gómez
Gallardo Latapí. Licenciado en Diseño Industrial por la Universidad
Iberoamericana. Ha impartido clases en la Universidad Iberoamericana y en la
Universidad Anáhuac. Es académico electo de la Academia Mexicana de Genealogía
y Heráldica, a la que pertenece desde 2009. Resultado del trabajo de
investigación genealógica desarrollado en equipo con Javier Sanchiz es el
trabajo "Las falsas paternidades del Padre de la Patria", publicado
en 2012.
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